Mi maldita amada - Capítulo 4.

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Sentía un punzante dolor en mi brazo, y unas voces lejanas que hablaban entre si al parecer

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Sentía un punzante dolor en mi brazo, y unas voces lejanas que hablaban entre si al parecer.

¿Qué sucede?

Pensé y una lejana voz se acercaba a mi, no podía abrir los ojos, no sabia quien era. Solo pude oír un suspiro de preocupación y que tomaban mi mano, era un tacto cálido y suave.

Despierta pronto...

Oí la voz, era de él

No se que hare si te mueres...

Agregó por último y me soltó la mano.

No.

Pensé, queria seguir sintiendo su tacto y oír su voz, por alguna extraña razón me sentía tranquila cuando lo hizo.

Debo despertar pronto...

Luchaba por abrir los ojos, y así fue. Apenas entraba la luz por ellos, abrí los labios y solo pude decir su nombre.
-Vergil...
Que lindo nombre tenía, lo recuerdo en el momento que aquel ser me sostenía casi inconciente. Lo último que oí fue que lo nombraban "Vergil Sparda".
En aquel momento Vergil se dió la vuelta y me observó asombrado, a paso lento se acercó hasta mi.
-Al fin despiertas-dijo con un suave tono de voz, uno que no conocía, pero empezaba a gustarme.
Tomé su mano como respuesta, lo observe al rostro y le sonreí.
-Gracias por salvarme-agradecí.
Él solo quedó allí parado sin emitir algún sonido, sus ojos reflejaban preocupación pero suavemente frunció el ceño, quitó su mano y observó hacia otro lado ¿Acaso habia hecho algo que no le gustaba?
Iba a volver a hablar pero en ese momento la puerta se abría y se mostraba a un hombre parecido a él, pero con el cabello rebelde por encima de sus azulados ojos. Llevaba puesto un chaleco negro con broches dorados, por encima una gabardina roja, unos pantalones que combinaban con esta, unas botas marrones pesadas que se dirigían hacia nosotros y en su rostro adornaba una gran sonrisa llamativa.
-Ya has despertado-hablé alegre deteniendose al otro lado de la cama, lo observé confundida porque se parecía mucho a Vergil, era como su yo alterno-me llamo Dante, soy el hermano guapo de aquel cerebrito-agregó señalando con los ojos hacia Vergil, quien lo miraba con una mirada afilada.
-Un gusto-dije sonriéndole como respuesta.
-De seguro tienes hambre ¿No?-preguntó mirándome atentamente, por un momento me sentía un poco avergonzada.
-Si, bastante-respondí hundiéndome de hombros.
-¿Qué te parece si vamos por una pizza?
¿Acaso me estaba invitando a salir? Solo desvié los ojos hacia Vergil que estaba extraño, miraba a su hermano como si quisiera matarlo delante de mi.
-¿Cómo está tu herida?-interrumpió violentamente Vergil desviando los ojos hacia mi, otra vez aquel tono frio de voz.
-Bien, me duele un poco-respondí observándolo.
-¿Al menos puedes caminar?
-Si.
-Bien, te llevaré a tu casa-dijo rápidamente.
-¿Tán rápido?-bufó Dante y Vergil lo vió fijo.
-Si, se irá a su casa ahora mismo y se acabó la conversación-respondió firme y abandonó la habitación.
¿Y ahora que había hecho mal?
-No te preocupes, siempre ha sido un gruñón-comentó mientras me codeaba.
Solo reí mientras me levantaba de la cama con un poco de dificultad.
-¿Estás segura de que puedes caminar?-pregunto Dante pasando a mi lado.
-Si, no te preocupes-respondí sonriendo.
Por cada paso que daba iba con cuidado mientras posaba la mano sobre mi brazo herido. El dolor no era tan fuerte del que me dejara sin fuerzas, pero espero poder llegar a casa, anhelaba estar allí tranquila.
Abandoné el cuarto y Dante me guió por las escaleras, hasta encontrarme en la sala principal de aquel lugar. Llevaba un escritorio sobre el cual había un cuadro y al lado un teléfono, un asiento de cuero detrás de este, una mesa de pool y unas cuantas armas colgadas en las paredes.
-Wow-exclamé asombrada.
-Es mi agencia-habló el otro-trabajo aquí hace bastante.
-¿De qué?-pregunté curiosa.
-Matando demonios.
Matando demonios, eso si que era algo nuevo para mi.
-Que genial-comenté.
Mostró asombro en la mirada a la vez que asentía suavemente.
-Eres la primera que no se aterra porque le diga que trabajo matando demonios.
-Es un trabajo genial-sonreí de lado.
-Me caes bien-contestó llevando una mano al mentón-ten-con la otra mano libre sacó de su gabardina una pequeña tarjeta, la cual tomé y observé las letras llamativas que decían "Devil May Cry" con la dirección debajo.
-Cuando quieras pásate, hay días que estoy aburrido y podemos ir a comer o tomar algo.
Comenzaba a caerme bien el hermano de Vergil, era muy diferente a él. Apenas nos conocemos y ya me invita a comer una pizza y pasarla bien un rato.
-Suena bien-respondí alzando los ojos hacia su rostro.
La puerta principal se abrió y mostró a Vergil con semblante frío.
-Vamonos-ordenó observándome fijamente.
No dije nada, solo asentí como respuesta.
-Lo tendré en cuenta-sonreí mostrando la tarjeta.
-Nos vemos nena-se despidió guiñandome un ojo.
-¿Ya?-gruñó Vergil impaciente.
Despedí a Dante y abandoné la agencia.
En el camino él como siempre iba delante y yo cuatro o cinco pasos de diferencia detrás suyo, viendo su solitaria espalda.

¿Por qué se enojo conmigo? No he hecho nada malo.

Pensé mientras seguía caminando perdida en mis pensamientos. Desde el momento que me "eligió", solo fueron malos tratos los cuáles no entiendo ¿Por qué me salvó de aquellos demonios si me odia?
Accidentalmente choqué con su espalda, se había detenido y no lo había notado.
-Lo siento-dije tratando de alejarme, pero me tomó de los brazos y me atrajo a él. Sorprendida por la acción lo observé detenidamente, pude notar que más de cerca sus rasgos eran realmente hermosos, sus ojos a pesar de ser un tono celestes casi pálido me atraían mucho. Frente nuestro pasaba un tren haciendo que su estruendoso pasar me hicieran volver en si, y ahí noté que estabámos en las vías y yo como tonta no lo sabía, pero eso no era lo que me importaba ahora. Vergil estaba ante mi, tomándome por los brazos y observándome fijo pero no de manera fría, era diferente ¿Acaso era la verdadera mirada de Vergil? Tomó de mi mano la tarjeta que me había dado Dante.
-¿Acaso te gusta?-preguntó de la nada ¿Por qué me preguntaba eso?
No sabía que responder por su penetrante pero atrayente mirada a lo que chasqueó la lengua.
-Respóndeme de una maldita vez-gruñó entre dientes.
-No-al fin había soltado algo.
-Entonces... ¿Por qué haces esto? ¿Por venganza?
¿Venganza? ¿Venganza de qué? ¿A qué se refería?
-Que...-dije confusa, me soltó y se alejó de mi.
-¿Crees que me harás algo haciendo esto? Estas muy equivocada maldita mundana.
Actó seguido se acercó a mi, cerré los ojos con fuerza esperando lo que fuera que iba a hacer, un golpe, un ataque que acabara con mi vida como con la de aquellos demonios, pero no fue así.
Sentí sus grandes manos que tomaban de mi cintura, apenas abrí los ojos y pude ver su rostro de ojos cerrados y sus labios abiertos acechando los míos en un beso. Todo fue tan rápido y confuso que no pude reaccionar a aquella acción tan... maravillosa.
¿Era posible? ¿Vergil besándome? ¿Será que aún sigo dormida? Pero la suave presión de sus manos en mi cintura me hicieron dar cuenta de que todo era real.
Lentamente cerré los ojos, mis manos subieron por su pecho hasta llegar por detrás de su nuca, pero fueron detenidas por él, quién  las tomó y apartó.
-No-negó por lo bajo en cuanto se separó de mis labios, abrí los ojos y vi los suyos aún cerrados con el ceño levemente fruncido.
-Vergil-nombré.
-¡Basta!-alzó la voz e hizo que me sobresaltara a la vez que me apartaba. Abrió los ojos y vió de aquella manera tajante-no me vuelvas a nombrar, no quiero verte más en mi vida-agregó, su voz sonaba lo más cruel posible.
Lo observé confundida y adolorida por lo que estaba diciendo.
-Ya no te necesito, ya no me sirves-volteó dándome la espalda.
Tragué fuerte sintiendo una presión en el pecho, quería hablar pero el nudo que tenía en la garganta me lo impedía.
-V-Vergil-tembló mi voz, desvié los ojos hacia sus manos transformadas en puños que no paraban de titubear.
-Te dejo libre-su voz sonaba apagada, triste. Quise avanzar hacia él pero de un abrir y cerrar de ojos desapareció dejando un dolor intenso dentro de mi.

꧁𝓜𝓲 𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓪 𝓪𝓶𝓪𝓭𝓪.꧂Where stories live. Discover now