🌸Café, amigas y algo más🌸

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Día 1:

Siempre me gustaron los días nublados, fríos y lluviosos. No sé por qué, pero me resultaban más agradables que aquellos soleados y calurosos. Por eso, esa mañana al salir de la cama y abrir la ventana, sonreí satisfecha. No llovía, pero estaba nublado y se podía sentir el olor a lluvia anunciando una tormenta.

No quise pasar por la cocina a desayunar, aunque realmente tenía tiempo de sobra para hacerlo.
Sólo tomé mi mochila y salí. Debía esperar el transporte público, y sabía que seguramente tardaría en pasar, como siempre; pero era mi única opción. Como también lo era ir a esperarlo sola, porque nadie consideraba que era necesario salir tan temprano de sus camas solo para acompañarme.

Cuando por fín logré ocupar uno de los asientos, abracé mi mochila y miré a través de la ventana, intentando ignorar a todas las personas que iban subiendo.
Hacía varios días que me sentía completamente extraña. Era como si los días simplemente pasaran, sin sentido, todos iguales, todos completamente idénticos, uno atrás del otro. Y era demasiado frustrante.
Además, ya ni siquiera ir a la escuela me provocaba nada, solo la veía como una cárcel en la que iba a tener que pasar encerrada cinco horas diarias.

El camino hacia la escuela no era demasiado largo, así que llegué bastante rápido y bajé en la esquina.
Tenía bien pensado caminar tan lentamente como me fuera posible, para alargar el camino, pero entonces, una voz chillona y muy familiar interrumpió mis planes.

-Venecia!!

Giré con una sonrisa un tanto fingida en los labios y me encontré con Alexa Seling, mi mejor amiga, caminando rápidamente hacia mi.

Venecia es mi nombre. Venecia Arrechabaleta. Me gusta mi nombre. Mi apellido, en cambio, es un castigo.

-Por fin, cariño...- ella se acomodó su pelo rubio platino con las puntas de sus dedos.
-¿Me llamabas hace mucho?
-Digamos que grité unas... tres veces.
-Perdón, en verdad no escuché nada.
-Ay, no importa. Podés compensarlo aceptando un rico desayuno conmigo en la cafetería de la escuela- ella sonrió.
-Pero es que...- tartamudeé, buscando una excusa.
-¿Desayuno si o no?
-Desayuno si.- murmuré por fin.
-Genial. Vámonos.

Me tomó de la mano y me arrastró hacia el interior del colegio.
No es que no quisiera pasar tiempo con ella, es solo que quería más tiempo a solas con mis pensamientos.

Alexa era una joven hermosa. Todos los muchachos estaban de acuerdo en eso. Con su pelo rubio, sus ojos verdes y sus curvas sexys llamaba mucho la atención, además tenía una personalidad arrasadora.
Yo al lado suyo no era muy visible, pero me sentía bien con mi pelo castaño, mis ojos cafés y mi cuerpo no tan perfecto.

Luego de hacer nuestros pedidos nos sentamos en una de las mesas.
El olor que despedían ambas tazas de café hizo que mi humor cambiara un poco para mejor. Me gustaba.

-Entonces... ¿qué es lo que te pasa?- ella me clavó la mirada mientras revolvía su café.
-Ehh.. nada, no me pasa nada, por qué?
-Ay Veni, te conozco...
-No me digas así- me quejé.
-¿Por qué no? Si es adorable- ella sonrió.
-Pero a mi no me gusta.
-En realidad, por eso estás tan sola, porque nada ni nadie te gusta.

Yo casi me atraganto con la madialuna que acababa de morder.
Detestaba estos momentos, de verdad. Cuando ella comenzaba a hablar de mi, y todo lo que tuviera que ver con el sexo opuesto, solo quería desaparecer por un buen rato de la tierra.

-No quiero hablar de eso...- dije cuando logré tragar.
-Nunca querés hablar de eso, ya es costumbre.

La miré con fríaldad, dispuesta a decirle que yo no pensaba que un novio sea fundamental en la vida de una chica como ella pensaba, pero entonces fuimos nuevamente interrumpidas, y la verdad es que lo agradezco, porque conociéndome, iba a ser cruel con ella y terminaríamos peleadas.

-Estaban acá, niñas...

Nuestras otras dos amigas, Avril y Bianca se unieron a nosotras, con sus desayunos en mano.
Avril era muy parecida a mi, solo que con los ojos más claros y la cara llena de pecas; y Bianca tenía el pelo y los ojos tan negros como la noche.

Y así estaba conformado nuestro pequeño y cerrado grupo.
Alexa. Venecia. Avril. Bianca.
Siempre las cuatro, ni una más, ni una menos.

El café de la mañana se volvió mucho más agradable estando las cuatro juntas, y los minutos se pasaron mucho más rápido.

Cuando terminamos y salimos de la cafetería, Avril y Alexa estaban hablando sobre un trabajo práctico que debíamos realizar, mientras Bianca hablaba por teléfono con su madre y yo flotaba en mi nube de pensamientos.

-Entonces sólo nos queda la opción de Venecia...

Al escuchar mi nombre les volví a poner atención. Avril me miraba expectante, creyendo que yo estaba al tanto de lo que hablaban.

-¿Qué?- pregunté con mi mejor cara de confusión.
-Que Alexa no puede poner su casa para hoy, Bianca vive lejos, en mi casa ya sabemos por qué es imposible, así que...
-Ah si, vengan a mi casa- murmuré -No hay ningún problema.
-Perfecto...

Avril sonrió mietras tironeaba del brazo de Bianca para captar su atención y contarle sobre el cambio de planes.

El pasillo estaba repleto de alumnos, ya que solo faltaban unos cinco minutos para la primera clase; pero aún así, noté que había alguien nuevo entre tantos.
Frené en seco al ver a ese chico nuevo pasar por nuestro lado siguiendo al director y sin mirar a nadie.

-¿Vas a venir, Venecia?

Ignoré a Avril y me dí la vuelta para seguir al chico con la mirada.
El director abrió la puerta de su despacho al final del pasillo y ambos entraron, después la puerta se cerró y no pude ver más.

Era la primera vez en mucho tiempo que me pasaba algo como eso.
Fue increíble pero, apartar la mirada de ese chico, se sintió como un imposible.
Un pinchazo extraño en el pecho fue señal de que posiblemente, esto no se acabaría así simplemente.

El chico (no tan) perfecto Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum