🌻Las primeras lágrimas🌻

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La voz del profesor nos interrumpió por completo y no logré decirle nada a Avril. No quería responderle "si" simplemente, quería explicarle con detalles lo extrañamente obsesionada que me sentía por ese chico y para eso necesitaba tiempo y un lugar para hablar en paz.

-Señoritas la campana ya sonó, o acaso no la escucharon?
-Si, disculpe, ya nos íbamos.

Avril le dedicó una de sus sonrisas encantadoras al profesor mientras ambas nos levantábamos y salíamos rápidamente del aula.

Yo caminé hacia el baño a penas estuvimos afuera, pero la mano de mi amiga capturó mi muñeca con fuerza.

-¿A dónde creés que vas? Me debés una respuesta.
-Mira quienes viene por allá...

Señalé a Bianca y Alexa que se acercaban hablando por el pasillo y Avril se giró a verlas.

-¿Dónde estaban ustedes, par de irresponsables?- dije cuando estuvieron junto a nosotras.
-Acompañé a Alexa a ver a su amado noviecito...- Bianca miró a Alexa de reojo.
-Bueno, no es mi culpa que él haya decidido plantarme hoy!- Alexa se defendió.
-Perdí una clase por su culpa!
-Bianca querida, perder una clase no le hará daño a tus perfectas calificaciones...- Alexa sonrió.
-Eso dices porque tú ya estás acostumbrada...
-Dejen la charla y vamos a ver si compramos algo para comer durante el recreo...- murmuré empujándolas hacia la cafetería.

Compramos unos paquetes de galletas y unos jugos de naranja y nos sentamos en nuestra mesa de siempre.
Ya todas habíamos desayunado, pero necesitábamos seguir la costumbre de compartir una comida.

Sentarme en esa mesa me llevó inmediatamente al día anterior, cuando Mateo se sentó a mi lado y una sonrisa enorme se formó en mis labios.

-Ahora si, Venecia, que estamos todas, puedes decirnos lo que te pasa con el chico raro...

Mis ojos se clavaron en los de Avril, mientras buscaba desesperada las palabras adecuadas.

-¿Disculpa?- Alexa parecía no comprender.

Terminé de tragar la galleta que estaba comiendo y las miré a todas, una por una.

-Creo que... él me gusta.

Todas se sorprendieron muchísimo con mis palabras, incluyendo a Avril, que ya lo venía sospechando.

-¿Pero cómo fue que pasó?- Alexa sonrió.
-No lo sé, chicas, pero desde la primera vez que lo ví sentí algo realmente fuerte y extraño que jamás había sentido por nadie. Después, cuando me habló...
-Bueno Venecia, solo te devolvió un aro eso no es hablar, precisamente...- Alexa me interrumpió.
-No hablo de eso. Ayer, cuando todas ustedes faltaron y en esta misma mesa, Mateo se sentó junto a mi y me habló. Y hoy... el profesor de arte nos hizo trabajar juntos- sonreí -No tengo dudas, él me encanta...
-Bueno, algún día llegaría el momento en que nuestra dura Venecia se enamoraría, verdad?- Bianca me sonrió dulcemente.

Quizás era muy pronto para hablar de estar enamorada, pero sabía que, en cierto modo, iba camino a eso.

(...)

Durante el resto de las clases esperé pacientemente a que Mateo me mirara, me hablara o me pusiera un mínimo de atención.
Yo sabía perfectamente que luego de nuestras dos charlas, ya no sería tan raro que habláramos... pero no lo hicimos.

Él no volvió a mirarme y mucho menos a hablarme en todo el día; y yo comencé a sentirme fuertemente ignorada.

Ya estábamos casi al final de la última hora, cuando Alexa clavó la punta de su lapicera en mi brazo, logrando que quite mi mirada de Mateo.

-Puedo entender que él te guste, pero, es realmente necesario que estés viéndolo todo el tiempo?
-Es que...- me quedé en silencio.

No quería decir nada, me dí cuenta que no me sentía cómoda hablando sobre él. Y comprendí, demasiado tarde, que hubiera sido mejor no decirles nada.

-Yo lo veo bastante solo y callado, estás segura que él te habló y no te lo imaginaste.

La miré de forma terrible y ella soltó una risita.

-No me tomes por loca...
-Sólo era broma, Veni.

Me mordí el labio inferior y lo volví a mirar durante unos segundos, después miré a mi amiga otra vez.

-Creo que está ignorándome.
-No, no creo que esté haciendo algo como eso. Quizás solo es un chico... no muy sociable.
-Pero es que me habla tan bien y de pronto solo... parece que dejo de existir para él.
-Quizás estás demasiado pendiente de ese chico, Venecia.

Y lo estaba. Claro que lo estaba.
Pero no podía evitarlo. A cada minuto,  lo pensaba más y más; a cada minuto ocupaba aún más lugar en mi cabeza.

Cuando salimos de la clase, yo estaba luchando internamente contra la timidez que no me permitía ser yo la que por primera vez se acercara a hablarle.

Y cualquier pequeño avance con respecto a dejar de ser tan tontamente tímida quedó frustrado cuando lo ví en el pasillo, hablando con otra chica.

Mi corazón se rompió en dos cuando noté el modo en que él estaba mirándola. Como sus ojos brillaban, como si realmente estuviera maravillado con ella.
Ví como estiraba su mano y le acariciaba la mejilla y como ella reía tontamente al sentir el contacto de su piel.

Los ojos comenzaron a picarme y comenzó a faltarme el aire en los pulmones.

Una angustia terrible se estaba apoderando de mi por completo.

Así, inexplicablemente, comenzaba a sentir que mi corazón se destrozaba sólo por verlo coquetear con alguien más.

Dí media vuelta y prácticamente corrí hacia la salida.
Mis ojos estaban cargados y a penas crucé la puerta, las lágrimas se me escaparon.

Caminé hasta mi casa, llorando en silencio como una nena pequeña y sintiéndome completamente patética por sentirme de ese modo sólo por él.

Estaba cerca de casa cuando mi teléfono comenzó a sonar.

Alexa estaba del otro lado.

Me tragué las lágrimas e hice un esfuerzo sobrehumano por lograr que no se notara que estaba llorando.

-¿Si?
-¿Dónde demonios te metiste? Te buscamos con las chicas por toda la escuela y no había rastros de ti...- exclamó.
-Sólo... tuve que irme rápido, mi madre me llamó, debo ir a buscar a Mina a la escuela, ella no se siente bien- mentí.
-¿Estás bien, Venecia?
-Si, ¿por qué lo preguntas?
-Es que suenas como si estuvieras llorando o algo así.
-No, estoy bien- otra vez mentí -Te llamo luego, si?
-Está bien, pero llama, no me hagas como siempre que prometes y no cumples..
-Si, llamaré, lo prometo de verdad.

Corté la llamada y busqué las llaves dentro de mi mochila.

El resto del día lo pasé en la cama, con el excusa de un repentino resfriado, preguntándome a mi misma algo que no podía responder:

¿Por qué Mateo me afectaba tanto?

El chico (no tan) perfecto Where stories live. Discover now