2Moons [MikaYuu]

• Universidad deseada

—¡Sí, lo logré! —chilló un muy emocionado Yuuichirou, sus ojitos brillaban y no pudo evitar estrechar a su mejor amigo en un abrazo—. ¡Shiho, entré! ¡aunque no sea la misma facultad, estaremos en la misma universidad!

El de lentes forcejeó para soltar el sorpresivo contacto que casi le hizo tirar su bebida, y cuando consiguió que el moreno se sentara otra vez y girara su laptop, pudo observar la pantalla que este señalaba con tanto entusiasmo.

—Estás muy emocionado, ¿de verdad es porque estás contento de ir conmigo a la misma universidad? ¿o porque verás a esa persona? —preguntó el pelirrosa con cierta burla; el más bajo se sonrojó y le dio un manotazo en el brazo.

Las personas dentro de la cafetería se rieron y comentaron la relación y la reacción de aquellos dos chicos; esto hizo que el poste rodara los ojos, incómodo: odiaba ser el centro de atención.

—¿Y a qué facultad entrarás, Yuu? —inquirió bebiendo de su té helado, fingiendo desinterés en lo que hacía el azabache, que era abrazar la pantalla de su computadora de forma soñadora y exagerada.

—A la de ciencias —expresó sonriendo ampliamente, sin soltar el artefacto, y sin poder creerse que había entrado a la universidad que quería.

—Ya suelta eso, eres un raro —gruñó, el otro hizo un puchero, obedeciéndole—. ¿Y cuánto tiempo llevas sin verlo? —inquirió tratando de distraerle; ya empezaba a actuar como loco debido a la emoción y la gente no hacía más que reírse.

—Eh... —las mejillas del azabache se pusieron todavía más rojas, y su sonrisa de entusiasmo se hizo tímida—. Creo que más de un año.

—Has de estar muy emocionado —se mofó.

—Cállate, no es verdad —rodó los ojos.

Una risa muy sutil escapó de la boca de Shiho, era muy obvio que Yuu estaba muy feliz, sus ojitos brillaban y sus mejillas rojitas lo confirmaban sin esfuerzo alguno.

—Con una inteligencia como la mía es difícil ingresar a la universidad, pero ya que pude hacerlo, me esforzaré, porque quiero verlo... —murmuró avergonzado.

—Aunque nunca se fije en ti —le recordó el pelirrosa meneando un poco su té helado.

Todo gesto de emoción en el más bajo fue reemplazado por una mueca de tristeza, cosa que lo alarmó un poco; se pasó al decirle eso, lo entendía.

—Ojalá no sea tan ciego como para ignorarte esta vez —murmuró intentando arreglar su metida de pata.

Yuu no le respondió, sentía el peso de la cruel realidad quebrar un poco su corazón y solo podía mirar hacia un punto fijo, pensando en que aquello era cierto, pero todavía no se había resignado a ello.