CAPÍTULO 26.
Llovía con fuerza esa mañana de septiembre. Era sábado y un niño de cuatro años miraba el jardín de su casa desde la ventana de la cocina, con los ojos repletos de ansiedad; quería salir a jugar con su coche teledirigido, disfrutar del espléndido circuito de carreras que su padre y su abuelo habían preparado para él, pero eso sería imposible hasta que el tiempo no mejorara. A su espalda, un hombre de pelo negro y nariz ganchuda utilizaba su varita mágica para preparar la comida; lo había intentado sin hacer uso de la magia, pero, como siempre, todo resultó ser un desastre.
Las últimas patatas cayeron en la sartén repleta de grasa hirviente; un par de minutos después, estarían mágicamente fritas. Mientras tanto, Severus Snape sacó la empanada de riñones del horno y aliñó una ensalada de lechuga y tomate; tenía la sensación de que aquella comida era demasiada para dos personas, pero siempre podrían guardar lo que quedara para la noche y, de esa forma, se ahorraría volver a cocinar.
De cuando en cuando, Severus alzaba la mirada para asegurarse de que Adrien continuaba en el lugar que debía estar. Nada más levantarse, el niño preparó todos sus útiles escolares; todos los libros y demás materiales estaban dentro de una mochila que, a esas horas, ya descansaba en la entrada de la casa, perfectamente colocada en un rincón para que no molestara. El uniforme, de un color marrón claro bastante elegante, se encontraba sobre la cama del dormitorio de Adrien; Severus se había visto obligado a planchar los pantalones, la camisa y la chaqueta otra vez, puesto que el niño afirmaba que estaban muy arrugados. Los zapatos descansaban en el suelo, negros y brillantes, y el abrigo colgaba de aquella percha que una vez Severus confundió con un mortífago. Todo estaba preparado y Adrien pensaba pasar todo el día jugando y viendo la televisión; así no se sentiría tan nervioso y se olvidaría de que el lunes tendría que asistir a su nuevo colegio por primera vez.
-Vamos a comer, Adrien -Anunció Severus cinco minutos después, colocando varios platos sobre la mesa de la cocina y llenando un vaso con zumo de naranja para el niño.
Adrien dio un bote, contempló durante un par de segundos más la lluvia y, con aire resignado, abandonó su coche y fue hasta la mesa, arrodillándose sobre una silla, junto a su padre. Severus colocó en su plato un buen trozo de empanada y algo de ensalada, mientras el pequeño cogía con las dos manos un bote de ketchup y cubría las patatas fritas con su contenido; su padre frunció el ceño un momento, pero no protestó, consciente de que no podría hacer nada para quitarle esa costumbre al niño.
-¿Crees que dejará de llover pronto, papi? -Preguntó Adrien, llevándose la comida a la boca. No estaba tan buena como la de Hogwarts, pero al menos se podía comer.
-No lo creo -Severus entornó los ojos y vio el cielo grisáceo por la ventana -Seguramente no puedas salir al jardín en todo el día.
-¡Oh! -Adrien, disimuladamente, había apartado un poco de comida, colocándola sobre su servilleta. Era para "Oso", por supuesto -Ahora lloverá todos los días...
-Estamos casi en otoño, es normal. Tendrás que acostumbrarte porque el invierno será muy largo...
-¿Crees que en el colegio nos dejarán salir aunque llueva? -Preguntó el niño, recuperando el tema estrella en los últimos días -Podríamos llevar chubasqueros y salir a jugar en los charcos...
Severus alzó una ceja. No fue necesario que dijera nada; Adrien ya empezaba a conocer esas miradas de su papá y sonrió con dulzura.
-Da igual -se encogió de hombros -En el cole haremos muchas cosas y, además, hay un gimnasio... ¿Crees que jugaremos al quidditch en el cole? Sería muy divertido...
-No, Adrien. Sólo los magos juegan al quidditch. Los muggles practican otros deportes.
-¡Cómo el fútbol! -Adrien dio un bote, repentinamente emocionado -¡Me gusta mucho el fútbol! Ojalá podamos jugar en el cole... ¿Crees que Josh sabe jugar al fútbol?
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Papá Snape
FanfictionLord Voldemort ha sido derrotado. Severus Snape se dispone a iniciar una vida tranquila después de muchos años trabajando como espía, pero alguien se lo va a impedir: un niño de cuatro años que irrumpe en su vida de pronto, fruto de una aventura de...