CAPÍTULO 34: El tío Jerry

5.5K 385 99
                                    

CAPÍTULO 34

-Diez puntos menos para Gryffindor.

El niño de primero se encogió contra la pared, miró a aquel hombre con pánico y salió corriendo por el pasillo, alejándose a toda velocidad de su profesor de Pociones. Severus Snape sonrió, hizo ondear su capa negra con su característico frú-frú, y siguió caminando, sintiéndose un poco menos enfadado que un par de minutos antes.

Cuando llegó al Gran Comedor, aquel lunes por la mañana, Gryffindor ya había perdido la, nada desdeñable, cantidad de treinta y siete puntos. Minerva McGonagall lo fulminó con la mirada, transmitiéndole sin palabras el odio ancestral que todo león debía sentir por las serpientes, y Albus Dumbledore sonrió, entre divertido e irónico. ¡Cómo no! El maldito viejo se estaba divirtiendo, quizá porque aún no sabía que Snape había pasado todo el fin de semana meditando sobre las más variopintas formas de matarlo, lenta y dolorosamente.

El jefe de la casa Slytherin ocupó su lugar en la mesa de los profesores, entre el director y Remus Lupin. El licántropo lo miró de reojo un momento, sabedor de que algo no iba bien esa mañana, y volvió de forma inmediata a su desayuno. Cuando Snape estaba tan enfadado como ese día, era mejor no provocarle, así que optó por no saludarle; nadie lo hizo en realidad, en parte, porque el profesor de Pociones parecía haber recuperado aquel brillo siniestro en la mirada que, durante años, le hizo pasar por un mortífago sin escrúpulos.

Albus Dumbledore sí que le saludó. En ningún momento había perdido la sonrisa y, cuando Snape apretó las mandíbulas, como si pretendiera contener una larga serie de insultos que no terminarían hasta el mediodía, alzó su taza de té con limón, en un gesto que parecía ligeramente burlón. Severus bufó, cogió con fiereza su cuchillo y su tenedor, y comenzó a devorar unos huevos con bacon, ansioso porque el desayuno terminara cuanto antes, para ir a su aula de Pociones y torturar a sus alumnos de séptimo curso, especialmente a Harry Potter.

-¿Qué tal el fin de semana, Severus?

El anciano director había hablado con alegría, obviando la venita que latía en la sien izquierda de su compañero. La verdad era que llevaba dos días esperando el momento de hacer esa pregunta, desde que el viernes por la noche pillara al profesor de Pociones en una situación de lo más comprometida. Era de esperar un estallido de ira, teniendo Severus el carácter que tenía, pero Albus necesitaba correr el riesgo. Quería saber si, después de tomarse tantas molestias por arreglar aquella cita, las cosas habían salido tal y como esperaba.

-El viernes te encontré un poco... nervioso.

En esa ocasión, el bufido se convirtió en un gruñido frustrado. Severus empuñó su tenedor, lo colocó frente a la barbilla del director, y balbuceó unas palabras sin sentido que pretendían sustituir a los improperios. Albus no dejó de sonreír, mientras, a su mente, acudían los acontecimientos del pasado viernes por la noche, con una claridad casi pasmosa.

Flash Back

La película había sido realmente divertida. Albus Dumbledore recordaba que, la primera y última vez que él pisó un cine, fue unos cien años antes, cuando éste aún era mudo y en blanco y negro; esa noche, quedó encantado con los efectos especiales que habían utilizado los muggles. Era asombroso que pudieran lograrse aquellos resultados tan fascinantes sin ayuda de la magia, y Albus no podía dejar de reconocer el talento de los muggles; eran ingeniosos y sabían lo que era el entretenimiento. Sí, señor.

Además, los niños estaban encantados. Josh no se cansaba de defender a su personaje favorito, ese soldado inter-espacial, cuyo nombre Dumbledore no alcanzaba a recordar, mientras que Adrien hablaba maravillas sobre el vaquero Woody y mostraba su contento porque Andy, el niño de la película, no había rechazado a su antiguo juguete. Ambos parecían estar de acuerdo con que Sid, el niño psicópata, hubiera recibido su merecido, y Albus también daba su opinión al respecto, afirmando que el Señor Patata era un estirado, pero simpático después de todo.

Papá SnapeWhere stories live. Discover now