CAPÍTULO 30.
Adrien no se cansaba de girar la cabeza en todas direcciones, y no era para menos: Hogsmeade rezumaba magia en todos y cada uno de sus rincones.
Severus había sido uno de los primeros en abandonar el castillo esa mañana. Quería mostrarle al niño el pueblo antes de que los estudiantes invadieran sus calles. Si todo salía bien, Adrien habría visto todo lo que podría llamarle la atención antes del mediodía y, entonces, el brujo dejaría a su hijo al cuidado de Dumbledore y buscaría a Draco Malfoy para hablar con él. Snape tenía la necesidad, casi imperiosa, de mantener una conversación muy seria con su ahijado; era más que evidente que no le había sentado demasiado bien descubrir que Mariah fue muggle, así que Severus temía que el chico sintiera alguna clase de prejuicio contra Adrien. Sabía que al pequeño le dolería ser rechazado por su "primo", así que debía darse prisa para que todo saliera bien.
Adrien llevaba un par de minutos parado frente a Zonko, observando unas dentaduras postizas que castañeteaban en el escaparate, moviéndose en el interior de una pequeña caja de cartón. Tenía la nariz prácticamente pegada al cristal y sujetaba la mano paterna con fuerza, como si quisiera compartir con su padre la emoción que le embargaba. Severus observaba la calle con aire distraído, esperando a que Adrien se cansara de mirar todas esas estupideces para críos; posiblemente tardara un buen rato, teniendo en cuenta que él mismo era un niño.
-Papi -Adrien tiró de su brazo, llamando su atención y señalando las dentaduras con los ojillos brillantes -¿Me compras una de esas?
-¿Para qué? -Severus alzó una ceja.
-Pues... -Adrien tomó aire. Una idea un tanto "siniestra" había invadido su mente nada más ver esas dentaduras, pero no estaba muy seguro de si debía compartirla con su padre -Para... -Adrien dio un bote y sonrió encantadoramente -Cómprame una, por favor... No haré nada...
-¿No? -Severus se quedó completamente serio, poniendo los brazos en jarra -¿A quién pensabas asustar con la dentadura?
-A nadie, papi...
-Adrien...
-¡Oh! -Adrien suspiró, sabiéndose descubierto. ¿Acaso no podría engañar a su padre nunca? -Sólo iba a ser una broma para el abuelito. Él dice que está bien que haga travesuras.
-¡Oh Merlín!- Severus soltó un largo suspiro, alejando al niño de Zonko a toda velocidad. Definitivamente, Albus Dumbledore no era una buena influencia para Adrien.
Pasearon por el pueblo con tranquilidad. Visitaron la oficina de correos, despertando un gran revuelo entre todas las lechuzas; fueron a Honeydukes, donde Adrien consiguió convencer a su padre para que le comprara una gran cantidad de chucherías. También hubo tiempo para que Severus le relatara una pequeña historia sobre la Casa de los Gritos y, cuando los primeros estudiantes llegaron, Adrien ya estaba ansioso por reunirse con su abuelo para poder contarle todo lo que había visto.
Estaban sentados en Las Tres Escobas, en una mesa ubicada junto a la ventana. Adrien parecía haber hecho muy buenas migas con la señora Rosmerta; a pesar del bullicio reinante en el local, la mujer había sacado unos minutos para sentarse a conversar con el niño. Adrien le hablaba del colegio, de sus amigos y de Hogwarts, mientras bebía un zumo de arándanos que la propia tabernera le había recomendado. Severus permanecía muy quieto, con los ojos fijos en la calle, esperando localizar la figura de Draco Malfoy entre los estudiantes que caminaban de un lado a otro. Frente a él, una gran jarra de cerveza de mantequilla permanecía intacta; algunos clientes lo observaban con la acostumbrada curiosidad, aunque no se escuchaban demasiados comentarios relacionados con el profesor de Pociones.
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Papá Snape
FanficLord Voldemort ha sido derrotado. Severus Snape se dispone a iniciar una vida tranquila después de muchos años trabajando como espía, pero alguien se lo va a impedir: un niño de cuatro años que irrumpe en su vida de pronto, fruto de una aventura de...