Capítulo 1

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Travesuras pestilentes


Uno. Dos. Tres. Los minutos pasaban, aunque parecían horas para la de cabello anaranjado.

Trató—por enésima vez—de mirar hacia el frente y fijar su atención en las fórmulas escritas en la pizarra. Pero desistió en seguida. La clase del profesor Heimerdinger le resultaba taaan aburrida.

Zoe jamás había sido una chica apacible y calmada. Todo lo contrario en realidad, se estresaba fácilmente. En especial durante clases tan tediosas como esa.

Suspiró con frustración y dejó caer su cabeza sobre el escritorio del pupitre. Estaba muriéndose del aburrimiento y necesitaba hallar una manera de contrarrestarlo lo más rápido posible, ¡pero ya había intentado de todo!

Podría seguir lanzando bolas de papel a cualquiera que estuviera a su alrededor, mas sus compañeros habían dejado de darle importancia a sus interrupciones hacía rato. Por no mencionar también que la mayoría estaba a punto de caer del sueño.

Había hecho mil y un garabatos de la apariencia de su profesor, remarcando siempre su enorme barriga, tan sólo superada por el tamaño de sus lentes. Haciendo rulos en su extravagante cabello rubio y trazando un bigote que le cubría más de media cara.

Incluso había intentado establecer una conversación con los raritos de Kinny y Dred, pero sólo hablaban de la muerte y eso le parecía tan molesto...

¡Nada lograba divertirla!

Dio pequeños golpes con su cabeza al escritorio, esperando que su cerebro ideara el plan perfecto para poder entretenerse. Y justo cuando menos lo esperó, algo llegó a su mente.

Tal vez... La única manera para dejar atrás el hastío, era dejar también lo que lo provocaba. En pocas palabras, necesitaba salir del aula.

Saltarse las clases no era una de sus cosas favoritas. Por no mencionar que no podía vagar por ahí como si nada, sería descubierta en un tris por un maestro, ¡o peor! Por las guardianas de la prisión (como ella las llamaba).

Necesitaba una buena excusa...
Escudriñó el salón en busca de algo que pudiese ayudarla. Cuando de pronto una voz la molestó desde su interior. Era su vejiga, diciéndole que la naturaleza la llamaba.

¡Y ahí estaba su pretexto!

Sin esperar nada más levantó su mano enérgicamente, pidiendo permiso para salir al baño y tomarse un respiro. El profesor la miró con ojos acusadores, mas cedió al favor y Zoe logró finalmente abandonar el aula.

Apenas cruzó la puerta, la chica saltó de felicidad aspirando el ligero aire de la libertad, dirigiéndose en dirección a los sanitarios. Lamentablemente, la paz sería sólo momentánea, pues apenas acabara de perder el tiempo tendría que volver directo a clases. Debía pensar en otra manera de deshacerse del aburrimiento y rápido...

Un repentino estruendo proveniente de los casilleros la despertó entonces de sus pensamientos, despavorida, Zoe se escondió detrás de la primera columna que vio a su lado. ¿¡Serían las guardianas!?

—Parece que no te hiciste daño, pequeño bebé —escuchó el murmullo de una voz conocida y al asomar su cabeza descubrió la cabellera azul de Jinx hecha cuclillas en el suelo.

Por su postura, parecía que sostenía algo en sus manos. Cosa que después besó quedamente, para emitir una mueca de asco. Zoe sonrió con diversión y curiosidad. Jinx, estudiante de segundo año, era muy conocida por hacer bromas a los alumnos y sacar de quicio a los maestros. Incluso habían carteles de búsqueda en su honor, en el mural de anuncios semanales, era todo un caso. ¿Qué estaría tramando ahora?

Lóbrego Endulzante || KaynXZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora