Capítulo 5

482 43 19
                                    

Un nuevo día de escuela había arribado, Zoe se había levantado con más ánimos que nunca y se juraba a sí misma que jamás había tenido más ganas de asistir a la escuela.
Luego del incidente de la cafetería, sus padres le dieron una charla acerca de las influencias de las personas y lo que estaba bien y mal hacer. Todo ese tipo de cosas a las que Zoe no les prestaba nada de atención. Lo único que le alegraba del asunto, era que no había sido castigada.

Sus padres no estaban muy seguido en su vida. Poseían trabajos muy ocupados y rara vez tenían tiempo para prestarle atención a su única hija, cuidarla y sobre todo, criarla. 

Todos sabían que los piltillos eran negociantes, empresarios y emprendedores empedernidos. Y su madre, originaria de Piltóver desde la cuna, no era la excepción. Su padre, por otro lado, alguna vez fue un targoniano religioso y despreocupado, pero desde que se había casado con su actual esposa, las diferencias culturales en su matrimonio ni siquiera se sentían. Ambos habían adoptado el estilo de vida rápido y estresante que una metrópolis tan avanzada como Piltóver exigía, dejando a su retoño muy de lado, para poder darle la vida que se merecía.

Sin embargo, y con el tiempo, Zoe había aprendido a llenar la ausencia de sus papás con otras personas y otras situaciones. Con el tiempo había dejado de importarle... Y ellos también.

Ahora, se encontraba en un rincón apartado del amplio campus, esperando a ver el momento en el que Ezreal se apareciera.
Kayn ya se encontraba—muy a su pesar—con ella. Había sido difícil hallarlo una vez más, pero lo consiguió arrastrar hasta su actual posición. ¡Iba a ayudarla a toda costa!

—Ugh, qué horror con la de gente que hay aquí.. —Se quejó por enésima vez, colocándose un audífono mientras miraba la pantalla de su teléfono. El receso compartido era, para él, el peor de todos. Pues aunque los de tercer año salían antes y regresaban antes, el momento en el que se llenaba toda la escuela de alumnos ruidosos no lo pasaba por alto de cualquier manera.

—¡Vaya! ¿Nunca sales, verdad? —ironizó Zoe, mirándolo fijamente.

—No, y menos a esta hora. En este instituto, la verdad es que prefiero los lugares cerrados.

—Ah, ¿como el aula de detención? —bromeó la niña con una sonrisa de oreja a oreja. Kayn desvió ínfimamente la mirada de su pantalla para verla feo, gruñendo.

—Muy graciosa...

Zoe rió de manera infantil, situándose ahora detrás de una columna de concreto, lista para acechar a su objetivo. Lo había visto salir finalmente de la cafetería.

—¡Mira, ahí esta Ez! —avisó a Kayn sin desviar la mirada, sintiendo cómo las mariposas dentro de su estómago la asediaban de repente. Como siempre, iba acompañado de su círculo de amigos y probablemente en dirección a las mismas mesas de siempre.

—¿Y por qué demonios te escondes? Debemos estar mínimo a 10 metros de distancia de ellos —Kayn enarcó la ceja ante su extraña conducta—. No van a verte.

—¡Ay, es para hacerlo divertido! ¿Qué no conoces el significado de diversión? —Zoe rodó los ojos—. Además, tengo experiencia en esta práctica.

—¿En espiar a la gente como una acosadora en potencia? ¿O en molestar a los demás desde lejos, sin que siquiera se den cuenta?

—¡Espiar, por supuesto!... ¡Oye!

—Es la verdad —sonrió de lado, con sorna, viendo cómo ella alejaba su atención de su amor platónico para observarlo molesta, con las mejillas infladas—. Ahí vas de nuevo, sapo.

—¿Y si dejas de molestarme y me das mi primer consejo? Dime, ¿qué debo hacer para comenzar a acercarme a Ezreal?

—Pues, primero que nada, dejar de ser tú.

Lóbrego Endulzante || KaynXZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora