Capítulo 2

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El chico en detención


Zoe azotó sonoramente la cabeza en el pupitre una vez más.

Se hallaba ahora presa en el aula de detención, con una montaña de tarea extra escrita sobre el verdoso pizarrón. Atrapada bajo la mirada del terrorífico rector Swain.

No debía superar la hora el distante momento en el que las líderes del comité estudiantil la atraparon con las manos en la masa. No pudieron alcanzar a Jinx, por lo que ahora Zoe debía cumplir con dos horas de detención gracias a haber sido cómplice de su graciosísima broma.

Apenas el maestro
de largos cabellos rubios notó su acción, hizo un agresivo ruido aclarandose la garganta. Zoe se levantó en seguida, para luego suspirar. ¿Cómo había pasado de librarse del eterno aburrimiento a caer de lleno en él, una vez más?

El sonido de la puerta abriéndose abruptamente llamó su atención de repente. Pudo ver cómo otro profesor empujaba de manera brusca a un chico que nunca había visto antes.

Este se libró de su agarre de mala gana, al momento en que la puerta se azotaba para cerrarse. Poseía un largo cabello negro con un mechón azul amarrado en una trenza y un flequillo que cubría uno de sus almendrados ojos zafiro. Con una explícita cara de pocos amigos y un alto y delgado cuerpo, el chico tenía todas las pintas de ser un típico problemático.

—¿De nuevo saltándote clases, Kayn? —preguntó Swain, observando al muchacho mientras caminaba hacia el pupitre del fondo—. Ya se me hacía raro no verte por aquí. Por un momento pensé que al fin te habrían expulsado.

El chico emitió una risa nasal. Parecía poseer un deje de ironía.

—No se van a librar de mí tan fácil.

—Oh, lo sé, es lamentable. Si así fuera, hace años te habrías ido.

—El poder del dinero —se burló ahora él con una sonrisa ladina. Zoe lo observó fijamente y con curiosidad.

¿¡Cómo era posible que ese chico llevara años en el mismo instituto y que ella no lo conociera!? ¡Si siempre se jactaba de conocer los nombres de todos! Kayn no le sonaba de nada.

—Tienes suerte, Shieda. Ahora siéntate y finge que haces algo como todos los días —desistió Swain—. Y tú, niña, a lo tuyo. O terminarás como este mentecato.

—¡Oh, c-claro! —se apresuró ella con una risita y figuró que volvía su mirada a su cuaderno abierto.

Poco duró su atención sobre la media palabra que llevaba escrita, pues apenas notó como Swain retomaba su lectura, esta desvió la mirada al de cabello negro.
Kayn se encontraba distraído, con la mirada perdida a través del cristal de la ventana.

La curiosidad de la de cabello anaranjado la comía desde adentro. ¡Necesitaba hablar con él! Agrandar su círculo de amigos.

Sin pensarlo mucho, escribió en la esquina de su hoja y, vigilando continuamente al profesor frente a ella, arrancó el fragmento y lo hizo bolita.

«Hola», le lanzó al chico sin que Swain lo notara.
Con una sonrisa, la chica se acomodó para esperar la respuesta que nunca llegó. ¿No le habría atinado?

«Hey», probó una vez más, con el mismo resultado.

Como fue ignorada por segunda vez, no tuvo otra opción sino utilizar su última alternativa: lanzar una lluvia de pequeños papeles hasta que los respondiera. ¡Y dio manos a la obra!

De tantos «oye», «holi» y «mira aquí en frente» casi terminó por completo con su hoja, y aún así, el misterioso muchacho se esforzó en ignorarla.

Lóbrego Endulzante || KaynXZoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora