Capítulo 7

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Capitulo 7

      Aquella presión que había tenido aquel día, fue una tortura para su corazón. Ella debía irse. Debía irse antes de causarse más daño y herir a lord Callingwood. Pero una carta del padre de Sandra, sobre aquella noticia, de que ayudaría a su padre. La dejó una vez más entre la espada y la pared.


     El amanecer entró por la ventana de Caroline. Una mañana que sus ojos se negaban a mirar. Mientras Sandra y la señora Anne Blackmore se dirigían al comedor para tomar el desayuno.



— Es extraño que aún no haya bajado... Ella no es impuntual...— expresó Sandra.

— ¿Quieres que envié a alguien a buscarla?

— No... Es mejor que vaya yo. Ya regreso...



     Ella se dirigió a la habitación de Caroline, preguntándose por que motivo había demorado tanto su amiga en bajar. ¿Estaba demasiado enfadada con ella? ¿O sería que aún no se había levantado de la cama?



      De sólo pensar que Caroline pudiera seguir molesta con ella, sintió un miedo que le revolvió las entrañas. Apresuró aún más su paso al creer en esa posibilidad. No fuese que mientras ellas dormían, Caroline se hubiese marchado de aquel lugar.



      Al llegar a su habitación, llamó a la puerta, pero no hubo respuesta. No llamó una segunda vez sino que abrió la puerta y entró sin más.


      La habitación estaba en silencio, solo se podía ver aquel rayo de sol que entraba por su ventana. Caroline estaba sola, durmiendo de cara a la ventana. Sandra se acercó con sigilo para no despertarla, pero cuando llegó al pie de la cama y vio su rostro y el cabello húmedo y pegado a la frente, sabía que Caroline no estaba bien.



      Se acercó a ella y colocó su mano en su frente. Su amiga estaba hirviendo en fiebre... Su piel sudorosa estaba tan caliente que casi le quemó la mano.



— Caroline... Caroline...No me hagas esto. No te puedes enfermar justamente ahora...


      Sandra salió corriendo de la habitación y bajó por las escaleras y el pasillo, cruzó la parte principal de la casa y llegó al comedor.



— Caroline está hirviendo en fiebre... Debemos llamar al médico. Tía, manda a alguien en el caballo más rápido. Caroline está muy pálida...



      Su tía se incorporó de inmediato y se ocupó en buscar a su mayordomo, quien se encargó, a su vez, de llevar a cabo las órdenes de su ama, mientras ellas subían a la habitación de Caroline.



     El tiempo transcurrió lento para todos, mientras Sandra y su tía, esperaban en la habitación de Caroline a que llegara el doctor. La señora Anne Blackmore se ocupó de aplicarle a Caroline paños fríos y húmedos en la cabeza. Y Sandra oraba por su pronta mejoría.


— Ella se pondrá bien...— le dijo su tía a Sandra al verlo tan tensa.

— Debe ser a causa de la presión que he tenido con ella... Y mi loca idea de que mi prometido, en realidad se enamore del ser interior de ella...



     Por fin, al cabo de una hora, llegó el coche del doctor Peter Robertson. Sandra fue a su encuentro en la entrada y lo condujo hasta arriba, a la habitación donde su amiga, Caroline Peyton, yacía inmóvil en la cama. Bajo una fiebre que se negaba a ceder.



     El médico realizó un examen rápido y exhaustivo, y su diagnóstico no era el que esperaban. Aquella fiebre no era causada por ninguna infección. Más bien pareciera ser emocional. Por lo que indicó que la mantuvieran en observación, mientras le daban aquel medicamento que él les indicaba para bajar la fiebre. Y no le subiera más.



Tres días después...



    Cuando el amanecer apareció, Sandra acababa de colocar aquel ramo de rosas que le había enviado a "La falsa Sandra", es decir, a la blanca mentira de Caroline Peyton. Y justo en ese momento, Sandra percibió el milagro por el que ella y su tía habían rogado. Caroline al fin reaccionaba por completo.



— Caroline, estoy aquí...



      Caroline parpadeó hasta abrir del todo los ojos y la miró, desorientada.



— ¿Me he puesto enferma? — preguntó con un tono de voz débil. Sintiéndose apenada de haber preocupado a la señora Anne Blackmore y a Sandra Ashford.


— Sí, pero ahora estás mejor. El médico no tardara en venir a verte. Lord Collingwood te ha enviado flores para desearte tu pronta mejoría.

— ¡Que gentileza de su parte!— dijo mostrando su tristeza.

— No me juzgues... Pero él te eligió a ti. A tu ser interior... ¿Qué es un nombre? ¿Qué es Sandra Ashford?

— Alguien que jamás podré ser para él...


Blanca Mentira (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora