Capítulo 14

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Capítulo 14

     El tiempo había seguido avanzando. Sin embargo, aquello no había hecho cambiar aquella fría y dura actitud de lord Edward Collingwood. Sin saber que por más tiempo que dejará pasar, el presente y el pasado, serían su enemigo. Haciéndole ver, al mismo tiempo, lo duro también que había sido con aquella joven que ciertamente había intentado decirle la verdad.


     Su amor. Su corazón había sido golpeado y roto, por causa de todo aquel engaño. Pero, ¿quién era él para jugarla? Ella había huido para no continuar con aquella mentira. Sin saber, que el amor le había impulsado a hacer lo correcto. Y lo correcto para ella había sido alejarse de su vida.


     Ahora sólo podía sentir aquel vacío que se había albergado dentro de él.


      Un vacío que le desvanece el alma.


     Cuando Caroline recuperó el conocimiento, se encontró en una pequeña habitación, estaba abrigada con una frazada de cuadros marrones y beige. No sabía en que lugar se encontraba, sólo sabía que ella no había llegado por sí sola allí. Alguien la había llevado. Pero, ¿quién? Y ¿por qué?


    Alguien la había salvado de morir congelada y había sido generoso al brindarle un caluroso techo, en aquel frío invierno.


    Caroline intentó levantarse, pero alguien la detuvo al verla aún tan débil.


— Señorita, no se levanté aún...

— ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? — dijo al recostarse en la cama.

— Soy Molly Hartman, pero si lo desea puede llamarme Molly. Si mi señor no la hubiese encontrado, hubiese muerto de hipotermia.

— ¿Su señor? ¿Quién es su señor?

— El señor Brian Thomas...


     Aquella mujer miró la mirada de extrañeza de Caroline. ¿Quién era aquel caballero? ¿Y de dónde la conocía para haber ido en su ayuda?


— Sé que no le conoce... Pero es un hombre muy bueno y generoso. Usted una vez vino aquí, pidiendo un trabajo de institutriz o de sirvienta. El ama de llave fue quien le atendió. Por eso no le recuerda...

— ¿Vine aquí?

— Sí...Y es momento que se cuide bien. Estuvo inconsciente por varios días. Y el médico dijo que debía descansar mucho y alimentarse muy bien... Está muy débil.


    A Caroline se le humedecieron los ojos. Colocó sus manos en el rostro y empezó a llorar, a pesar de lo débil que se sentía.


— Mi amo le dará el empleo de niñera de su pequeño hijo... No lloré... Usted no se ve como una mala mujer. Y él no es de quien juzga. Le ayudara a usted... Le dará esta pequeña habitación, un techo para usted, si usted acepta.

— No sé quien es su amo... Pero, sea quien sea, si es un hombre de bien. Quiero que le agradezca de mi parte por lo que ha hecho por mí. Por una persona que no conoce.

— Cuando usted se ponga bien... Se las dirá en persona. Ahora, es momento que se alimente un poco. — expresó cuando una sirvienta entró con una bandeja. Y en ella, un plato de sopa.


    Lejos de allí...


— No puedo con esta incertidumbre de no saber en donde está Caroline... Es como si la tierra se la hubiese tragado. Y no tengo dinero suficiente para hacer una búsqueda más avanzada...— había expresado Sandra Ashford, mientras caminaba de un lugar al otro, en la propiedad de su padre, en Londres.

— Yo también quisiera saber en dónde está. Le he escuchado a tu padre, que el padre de la señorita Peyton esta disgustado contigo.

— ¡Y no es para menos!... Yo arrastré a Caroline a todo este juego. Su padre ya no quiere nuestra ayuda— respiró hondo, mostrando una vez más su arrepentimiento—. Hubiese tomado el valor de decírselo frente a frente. Y no ponerle en la cabeza a Caroline la idea de hacerse pasar por mí. Caroline no nos ha dicho mucho en su carta.


      Sandra Ashford se acercó hacia la ventana de aquella salita de té y miró hacia afuera, sin realmente ver el paisaje invernal. Se encontraba en casa, pero no se sentía como si lo estuviese. Se sentía tan vacía al no saber el paradero de su amiga. Y ella se sentía tan culpable. Ella había lanzado a Caroline a todo eso, basándose en aquella amistad que tenían. Y en la situación económica del padre de su amiga.


— Es invierno... Una estación más ha llegado, sin saber en donde te encuentras, amiga. Me siento tan culpable al haberte lanzado a todo esto. Pude detenerme... Lo sé, pude hacerlo, cuando me lo suplicaste y vi que te habías enamorado de él. Y él de ti...—respiró hondo con tristeza—. Él no se enamoró de lo que yo significaba para él. Su prometida. Sino de lo que tú le hacías sentir. Tu esencia... Caroline, por favor, no nos tortures más con tu ausencia y dinos dónde te encuentras y si estás bien...


Blanca Mentira (Editada)Where stories live. Discover now