Capítulo 16

12.9K 1.2K 12
                                    

Capítulo 16


— No entiendo tu interés de que te acompañe a Southampton. — le había expresado lord Edward Collingwood a su buen amigo Harold.

—Me agradecerás después, créeme...

— ¿Agradecerte?

— Últimamente te has convertido en un hombre amargado.

— ¿Y acaso se me culpa por eso?

— Ha pasado demasiado tiempo... ¿No te preguntas que ha sido de su vida, al menos?

— No me interesa que ha sido de ella... Ella jugó con mi corazón, de la misma forma que lo hizo la señorita Sandra. Es tan culpable como ella... ¿Acaso no lo ves?

— Pues... Su familia sigue preocupada por ella. Es como si la tierra se la hubiese tragado. Y he hablado con la señorita Sandra Ashford. Ella insiste que solo ha sido únicamente su culpa... Y que realmente se aprovechó al saber que su amiga, la señorita Caroline Peyton, se había enamorado de ti...

— ¿Y debería importarme?

— Quizás sí...

— ¿Y eso que tiene que ver conmigo? ¿Qué conseguiría con ir a Southampton?

— Una forma de que vuelvas a ser quien solías ser... Quizás ayudándome a concreta un par de negocios en aquella ciudad te ayude despejar tu cabeza. Por favor... Se lo prometí a tu familia.

— No lo sé... Tal vez lo piense...



       Sin saber que se esperaba en aquella ciudad, se sumergió en un par de pensamientos. Debía olvidarse para siempre de Caroline. Y quizás esa era la forma de lograrlo. Ya se estaba hartado de que ella siempre apareciera en sus pensamientos.




     Aquella noche, después de la visita de su buen amigo, se despertó con un sobresalto. Permaneció un momento inmóvil, sudando, con el corazón latiéndose con fuerza. Había soñado con Caroline. No recordaba los detalles, pero la sensación era clara... Era una sensación llena de pena e inquietud.




      Estar con Caroline, aunque hubiese sido una mentira llamada "Sandra", había sido muy diferente. Ella se había mostrado a él, a aquel Edward Collingwood que no conocía dentro de sí mismo. Al menos en sueños era capaz de expresarle cuanto la odiaba. Sin embargo, eran meras palabras, pues lo que realmente sentía era herido. En sueños, incluso toda su rabia a veces le traicionaba, cuando deseaba poder besarla de nuevo. Pero en cuanto su mente recuperaba la consciencia y se imponía la realidad, regresaba la tristeza. Y también aquella muralla que se había puesto en sí mismo.



    Apartó las mantas con un suspiro y se levantó de la cama. Aquel día nuevamente le ofrecía soledad y el dolor de la pérdida. Sabía que sería así durante muchos días todavía. Lo sabía por experiencia. Él no había logrado olvidarse de ella realmente.




    En aquella época sabía mucho de libros y muy poco sobre el corazón de una mujer. Y lo había descubierto cuando supo la verdad de Caroline. ¿Cómo podía creer que ella le amaba, si le había mentido? Ella había fingido ser quien realmente no era y había permitido que él se enamorara de ella.



    Sin embargo, aquello le ayudó a decidir a dejar atrás Londres, de la misma forma que había dejado Bath, y viajar lejos de allí. A Southampton.




    Caroline estaba casi dormida, y entre las neblinas del sueño su mente revisaba distintos instantes de su pasado, presente y aquel futuro, que se le avecinaba al seguir trabajando en aquel lugar como la niñera del señor Brian Thomas.




— ¿En qué me he metido? — susurró para sí, sintiendo que si estaba haciendo lo correcto en permanecer allí por tanto tiempo.




     Una lágrima en ese instante recorrió su rostro, mientras un sentimiento de culpa y de vacío se formaba una vez más dentro de ella. Y esa sensación le recordaba que si hubiese tenido más dinero del que había tenido cuando huyó, hubiese tomado un barco, y hubiese huido lo más lejos que pudiera. Posiblemente a las Américas.



     Después de todo había una única verdad: Seguía en Inglaterra, y tarde o temprano, su pasado la seguiría más al frente. No podía huir siempre, aunque lo quisiese.



         Nadie puede huir de su pasado, ni de sus blancas mentiras.


Blanca Mentira (Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora