mission no. 72

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Mafia AU :]
-Situado en la época actual

Era ciertamente curioso cómo la iluminación jugaba un papel tan esencial en la apariencia de una casa. Si la luz del sol se filtraba por las ventanas, o las luces estaban todas encendidas, se veía cálida, agradable, incluso cómoda; si estaba a oscuras, era aterradora, en especial tratándose de una casa tan grande como lo era la mansión Northwest. Pero Mason Pines no tenía miedo alguno.

Él estaba preparado. Lo había estado desde el día en el que su tío Stanford le dio la misión. El castaño sería la pieza principal en ese movimiento, porque sin él, no serviría de mucho el allanamiento de morada más que para confirmar un mito. Tenían que hacer a la familia Northwest pagar por aquel sucio trato que habían roto, porque quien se metía con la familia Pines, se metía en un lío de los grandes.

Preston Northwest les había demostrado lo estúpido que era al intentar robarles. Pero esta vez, Stanley y su familia no estaban de humor para matar a sangre fría o torturando; esta vez, tenían ganas de algo diferente. ¿Por qué acabar con alguien tan rápido, cuando había tantas opciones para pasar el tiempo? Llevarlos a la bancarrota por segunda vez, exponer todos sus delitos anónimamente y dejarles un pequeño regalito en la sala de banquetes habían sido algunas de sus bastantes ideas, y eran de las que su nieto y sobrino Dipper se encargaría.

Ese chico había trabajado bastante duro los últimos meses, enfrentando sus temores más grandes y rompiendo con todas sus reglas de moral para impresionar a sus tíos y ser, por vez primera, la estrella en una misión relevante. Por eso mismo se había memorizado los planos de la mansión y la ubicación exacta de su objetivo. Todo saldría mejor de lo planeado, solo necesitaba estar confiado. Y lo estaba.

Nada saldría mal e incluso tendría tiempo de sobra para pasearse por el enorme jardín trasero, o salir e ir por un trozo pastel de piña volteado a la cafetería de Linda Susan. Luego, llegando a casa se encontraría con la verdadera recompensa, el reconocimiento total de sus tíos.

Así, mientras Stan y Soos examinaban la gran habitación escondida donde se resguardaban las pinturas de cada crimen y acto malvado cometido por los Northwest, Dipper caminaba con cautela hacia su objetivo con un auricular en los bolsillos del pantalón. No quería la ayuda de su hermana Mabel por el momento. Quería demostrar que podía ser tan útil como para obtener algún cargo más importante en la mafia de su familia. No era ya el niño débil y temeroso de todo; había cambiado por una buena razón. No decepcionaría a nadie, ni siquiera a sí mismo.

Iba vestido elegantemente, como si reviviera todas las galas que había pasado allí junto a la única heredera de Preston y Priscila Northwest, Pacifica. Ella había sido una pieza crucial al haberle revelado absolutamente todo acerca de su familia. Pobre chica rubia oxigenada. Cuando regresara de su viaje dentro de dos días, el corazón se le rompería al enterarse de que su amigo le había apuñalado por la espalda. Pero ella ya debía haber sabido que eventualmente eso ocurriría, porque también le había clavado a los Pines un cuchillo donde más les dolía. Sin completa confianza y fidelidad, las relaciones simplemente no funcionan. Eso era lo que había ocurrido entre los Northwest y los Pines, y quienes empezaron fueron los primeros.

Incluso se había dado la libertad de moverse al son de una canción de su banda favorita que tarareaba, moviendo la cabeza en señal de gusto. Estaba tranquilo; nada podía salir mal. Probablemente se encontrase con alguna cucaracha por ahí, mas no saldría corriendo como solía hacer de pequeño. La aplastaría con su zapato y la dejaría en la cama de Pacifica como un presente.

—Aquí estás —murmuró con una sonrisa formándose en sus labios. La puerta no estaba asegurada, gracias al excelente trabajo de su gemela, así que sin más, decidió abrirla. Sin embargo, se encontró con una sorpresa—. Está abierta.

One Shots BilldipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora