One Shots Billdip

tangled

Boll es Rapunzel, Dopper es Flynn 🌼 por sus pelos idk.

—Recuérdame de nuevo por qué hago esto, Bill —suspiró un cansado chico castaño, dejándose caer de espaldas contra el pasto. Su ropa entera estaba mojada, pero a pesar de sentirse incómodo, no podía hacer mucho para ayudar a su situación—. ¿Acaso no te sería suficiente un pastel o algo?

—Claro que no, Pino —respondió el rubio que le acompañaba con una gran sonrisa en su pecoso rostro, quitándose su saco para dejarlo secar—. Si quiero pastel, iré a comprarlo yo solo al pueblo. ¿Acaso no escuchaste mis sueños allá en el bar?

Dipper viró los ojos, y se volteó un momento para que Bill no le viese sonreír. Aquel era un nuevo amigo, o al menos así quería considerarlo. Cómo se habían conocido hacía apenas diez horas había sido obra del destino... O de un caballo. Su vida había dado un repentino cambio ese día, no solo por haber conocido a alguien que no quería matarlo, sino porque ahora le estaba ayudando. Aunque no sabía si considerarse a sí mismo gentil; su dichosa recompensa por ayudar a ese joven hombre sería la corona de oro que este poseía, y quién sabe dónde ya había escondido.

Su compañero rubio era inusual. Lo que había logrado ver del lugar donde este residía eran pinturas en las paredes, adornos y varias telas por doquier, así que se trataba de alguien bastante creativo. Hacía siete horas, el apresurado Dipper Pines corría a toda la velocidad que sus piernas le permitían, tratando de esconderse en los bosques aledaños al reino para no ser capturado por la guardia. Acababa de robarse una preciada corona de los reyes, ayudado por otros dos hermanos musculosos cuyos nombres confundía muy a menudo, y que había perdido al separarse en el bosque. Siendo perseguido por más de diez guardias reales vestidos de blanco y montados en corceles del color más acendrado de todos, siendo guiados los equinos por el mejor de ellos, que curiosamente, algo se traía contra Dipper desde su primera gran hazaña.

Después de haberlos perdido, se encontró con un lugar, un perfecto escondite: una torre. Así que, reuniendo energías, la escaló hasta llegar a la ventana abierta. Y al llegar, estaba Bill ahí como si hubiese estado esperándolo para golpearle la cabeza con una sartén repetidas veces. Pero lo más raro en aquel chico no era su actitud y el hecho de que viviese en un lugar aislado de la sociedad, sino su cabello. Dorado, brillante, sedoso muy probablemente, y larguísimo, quizás más de veinte pies desde su cabeza hasta el piso. Y aparte de eso, era mágico, porque el portador de este lo usaba incluso como utensilio, como liana y como cuerda para atrapar cosas a modo de vaquero. Bill pensaba que Dipper había llegado para raptarlo y venderlo o quedárselo, pero no. En realidad, el ladrón no tenía ni idea de que ese cabello sería tan valioso, y no estaba muy interesado en conservar una pesada maraña de pelo. Pero cuando Bill tomó su corona y le pidió que lo llevase a ver las "luces flotantes" al pueblo si quería su tesoro de vuelta, el pobre castaño no dudó en asentir.

Después de aquello, habían caminado, alejándose de la torre y acercándose al pueblo con cautela, para no encontrarse a ningún guardia. Sin embargo, claro que habían encontrado a varios de ellos, en aquel bar del que habían tenido que huir porque había sido infestado por la "justicia". Aquellos que habían conocido allí tenían sueños al igual que Bill y Dipper; McGucket, el "loco", soñaba con crear un robot gigante para reunirse con su hijo, mientras que Robbie quería formar una banda musical y Wendy anhelaba encontrar a algún tutor para mudarse al lugar de sus sueños; Tad Strange quería abrir su propia panadería, Grenda soñaba con leer cuentos a los niños y Marmando era un pobre incomprendido que solamente deseaba cantar al son de su guitarra española.

Pero lamentablemente, no podían quedarse con ellos por siempre, sino seguir su largo camino.

—Dipper, si puedo preguntar... —dijo Bill, exprimiendo su cabello con fuerza—. ¿Qué hacías antes de robar?