Capítulo 18: En el pasado.

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Narra William.

—Bueno muchachos... hemos encontrado nuestro objetivo... —añadió James quien se encontraba frente a nosotros mientras permanecíamos en una larga fila india con nuestros fusiles a la mano y la frente en alto. Lo volteé a mirar con curiosidad y sentí que algo se rompió en mi interior, sabía a la perfección a qué venía eso... la habían encontrado a ella, a esa chica tan hermosa que logré salvar dejándola ir. —En este momento se encuentra en su refugio, junto con otro tipo.

—Si es así, ¿por qué no la atrapamos de una vez? —la voz de este tipo cuyo nombre desconocía sonaba bastante excitada y de forma enfermiza... aún me preguntaba cómo había terminado parando con este tipo de personas, en especial con Josh, el líder de la Nación de la Cruz.

—La vamos atrapar cuando salga de allá... no podemos arriesgarnos, no estoy dispuesto a tener una sola baja más, así que apenas salga de esa casa, la vamos a emboscar y ustedes me van a cubrir la espalda, porque sé en lo más profundo que ella no dudará en tirar del gatillo.

—Deberíamos dejarla en paz... —agregué, sentí de inmediato que varias miradas se posaron sobre mí figura, pero no presté atención. James se acercó con cuidado a mi posición mientras llevaba ambas manos por detrás y caminando como si se tratara de un soldado de alto rango del ejército.

—No sé para qué mierdas Josh me ha dicho que te incluyera a nuestro grupo... —me comentó, me le quedé viendo sosteniendo esa pesada mirada que transmitía. —Pero... — sonrió. — Somos hermanos y eso es lo que evita que tenga que meterte un poco de plomo en el cráneo.

—Es una lástima que este aquí, con ustedes... —sonreí irónicamente. —Pero prometo pedir traslado en otro grupo para que así ustedes puedan hacer sus cochinadas en paz... entre ustedes.

—¡Jaa! —se llevó una mano al frente y me señaló con su dedo índice. —Igual no perteneces... nosotros...

—Sí... ya sé lo que vas a decir... —le interrumpí sin siquiera importarme lo que él decía. —Que ustedes escaparon de un hospital psiquiátrico, se hicieron mejores amigos y no les importa tomar la vida de las demás personas... ah, y tampoco me vengas a recalcar mis tres dedos.

—Es gracias a nosotros que sigues vivo... imbécil. —añadió, pude sentir que estaba un tanto molesto por los comentarios que le estaba lanzando, pero no era porque fuera un malagradecido... James me los había quitado a la fuerza como si no hubiera ninguna salvación. Para él cortar era la solución a todo y en vez de ayudarme con algo de antibióticos y medicina para sanar, prefirió irse por el camino fácil y doloroso. Mutilarme.

—¡Señor! —exclamó en voz baja uno de los hombres que estaba atento a una de las ventanas del apartamento observando la calle principal. James lo volteó a mirar desde donde me encontraba. —Ya salió de casa.

James sonrió. Pobre chica, ahora la mantendrían más vigilada y si quería ayudarla de nuevo tenía que intentarlo... así tenga que matar a todos estos enfermos. 


TRES DÍAS ANTES DEL APOCALIPSIS. 


—¡William! — la voz de  mi madre pudo  oírse al otro lado de mi habitación con dos pequeños toques sobre la puerta de madera. Hubo silencio por un breve momento hasta que por fin abrí mis ojos. —Tú padre y yo saldremos a ver a tu tía Helena y volveremos tarde en la noche... queda comida en el microondas. 

—Está bien, madre... muchas gracias. —me levanté de la cama quedándome sentado sobre el borde de la cama, me estiré a no dar más poder y luego escuché unos pasos por el pasillo. Al final, se fueron. 

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