Capítulo 43: Guerra sucia.

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Lo que Ámbar me había advertido sobre la cauterización de la herida de bala había sido cierto. Luego de media hora más de viaje, mis piernas comenzaban a reaccionar nuevamente y consigo venía un dolor que a momentos se hacía insoportable. Vi que Ámbar al sentir que me había quejado desde la parte de atrás de la avioneta, se levantó del asiento del copiloto y se introdujo en el lugar. Se agachó a mi lado con una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

—Thommy... ya te he dicho un montón de veces que no puedes moverte... —me regañó negando con su cabeza. —Tienes que descansar.

—No... —me negué. —Si en algún momento tenemos que abandonar este avión a las carreras, tendré que dar todo de mí para no quedarme atrás. Solo estoy tratando de que mis piernas vuelvan a su funcionamiento normal.

—Bien. —movió un poco su mirada para observar a Tonny quien andaba en completo silencio a mi lado. —Ayúdalo a ponerse en pie... Nico me ha dicho que aterrizaremos en el aeropuerto internacional La Aurora en Guatemala.

—¿Para qué? —cuestionó Tonny. —¿Ya no habíamos abastecido allá en México?

—Sí, pero el combustible que conseguimos no fue suficiente como para llegar más allá de Guatemala. —explicó con brevedad. —Así que en unas horas estaremos llegando allá.

Se levanto nuevamente y se acomodó un poco su corta chaqueta para luego emprender una caminata hasta la cabina de la avioneta. Vi a través de la puerta como ella le sonreía a Nico y a su, vez como en esa pequeña cabina dominaba un ambiente bastante agradable para ellos dos.

Me removí allí mismo en el suelo y con ayuda del fuselaje que tenía a mis espaldas, me comencé a levantar. Sin embargo, cuando ya me encontraba casi de pie, sentí que las piernas iban a rendirse por completo para caer de culo sobre el suelo de nuevo. Pero no fue así, cuando esto estaba a punto de pasar, vi que Tonny se puso en marcha y pasó su mano izquierda por detrás de mi espalda y luego por debajo de mi axila para funcionar como soporte. Lo volteé a mirar con algo de pena y el solo me clavó una pequeña sonrisa de —anda, colabora, no te quedes mirándome así que no tengo tanta fuerza—, por lo que de inmediato y sin pensarlo dos veces, pasé mi mano derecha por encima de su cuello y luego agarré con fuerza su hombro derecho.

—Gracias. —le agradecí sin mencionar otra palabra más. Me sonrió y negó levemente con su cabeza.

—No hay de qué... Ámbar me ha dicho que te ponga cuidado y eso estoy haciendo. —me dijo. Sentí mis mejillas calientes, pues a pesar de todo, estaba muy cerca de mí y casi que podía sentir esa tranquila respiración con la que mantenía. Además, su cuerpo emanaba un suave calor que se acoplaba a mi —y era porque tenía bastante frío... seguro debía ser gracias a la herida.

Con la ayuda de Tonny a un lado mío, comencé a caminar lentamente por todo el avión dando pequeños pasos y, a medida que lo hacía, podía sentir como mis piernas iban recuperando sus fuerzas. Al principio me había costado bastante, pues cada paso que daba era una completa pesadilla llena de dolor por parte de la pierna izquierda que era donde tenía la herida cauterizada. Pero, con el pasar de los minutos, podía sentir como el dolor se iba yendo y como mis piernas —en especial la izquierda—iban despertando lentamente.

—¿Sabes? —dije. —Nunca en mi vida me habían disparado.

Solté una pequeña risa de ironía.

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