L U J U R I A

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 Por más que buscase, no encontraba su camisa. ¿Dónde la había dejado? Recordaba que en algún momento de la noche anterior Sehun se la había desabrochado. ¿La habría tirado en el pasillo? ¿En el sofá? Otra mañana que llegaría tarde a trabajar por no encontrar su ropa.

Jongin daba la causa por perdida, cuando Sehun le abrazó por la espalda, notando la suave tela sobre su piel.

-Vamos, devuélveme la camisa. Sabes que tengo que irme -le pidió sin girarse para mirarlo. Siguió preparando el desayuno mientras los labios contrarios comenzaron a explorar su cuello.

-Quítamela -susurró, dejando escapar una bocanada de aire caliente sobre la nuca de Jongin.

Por primera vez en lo que llevaban de mañana, se giró para enfrentarlo. Deslizó sus manos por debajo de la camisa con suavidad.

-Nada de rondas matutinas, tengo que trabajar -sus labios se rozaban peligrosamente.

-Tenemos todo el tiempo del mundo, lo sabes -murmuró Sehun contra el cuerpo de Jongin. Aprovechando que sólo llevaba puestos los pantalones, comenzó a bajar por sus clavículas.

Claro que lo sabía. Habían empezado a salir durante los últimos años de instituto. Celebraron sus 18 por todo lo alto. Esa edad tan importante. Pero cada una de las siguientes celebraciones fueron decayendo. Cansaba tener siempre la misma edad.

Sabían que no eran el alma gemela del otro, pero no les importaba. Estaban bien juntos y sus horas entre sábanas lo compensaban todo. O en el coche. O en el sofá. O donde fuera.

El problema es que al igual que se cansaron de celebrar los 18 una y otra vez, Jongin se cansó de aquel juego.

-¿Y si no quiero seguir usando ese tiempo? -se separó del cuerpo de Sehun. Quitándole la camisa y poniéndosela él.- Sehun, no quiero seguir con esto -se alejó de él para terminar de vestirse,- es posible que físicamente no hayamos cambiado nada, pero mentalmente hemos madurado. Al menos yo.

-Está bien -Jongin se quedó perplejo ante lo fácil que fue convencerle.- Seguimos con esto porque ambos estábamos de acuerdo con ello. Pero si a ti ya no te parece bien, adelante. Sigue con tu vida, que yo seguiré con la mía -ordenó lo poco que había en aquella cocina.- Pero te recuerdo que esta es mi casa, así que esta tarde no quiero que quede nada tuyo aquí.

Y así ambas vidas se separaron. Sehun se perdió en su habitación mientras Jongin se dirigía a su academia de baile. Fueron buenos años, pero había llegado el momento de avanzar, no podían seguir con aquellos juegos de adolescentes toda su vida.

Nunca dijeron que habían perdido el tiempo el uno con el otro, porque no se puede perder algo que se ha quedado congelado.

SenescenciaKde žijí příběhy. Začni objevovat