S O B E R B I A

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 Kyungsoo, estudiante y camarero a tiempo parcial para poder sobrevivir. Se definía como estudiante porque era lo único que había estado haciendo las últimas décadas. En algún momento dejó de contar cuántas.

Para algunos, la situación de no envejecer a no ser que lo hagas con tu alma gemela resultaba injusto, incluso llevando a algunos a la desesperación si no encontraban a esa persona. Otros simplemente lo definían como la exaltación del romanticismo. Mantenerse siempre joven mientras a tu alrededor la felicidad de otros es, paradójicamente, lo que consume su vida.

Para Kyungsoo siempre sería una oportunidad de vivir, de experimentar y de aprender. Sobre todo aprender. Al igual que Leonardo Da Vinci, creía que la perfección de todo estaba en el conocimiento, e hizo todo lo posible por encontrarla.

No iba a desaprovechar que el tiempo se había congelado para él, así que decidió usar su indefinida inmortalidad para perderse entre libros y estanterías de bibliotecas. Para aprender idiomas y teorías de todos los ámbitos. Para conocer nuevos países y sus gentes. Nada le ataba. Después de tantos años, ya no tenía a nadie de su familia y los amigos que conocía en cada ciudad, tarde o temprano decían adiós. Una vez encontrada a su alma gemela, el tiempo no esperaba a nadie.

Evitaba hacer vida social más allá de la necesaria. La necesaria era, como en este caso, salir con sus amigos (que ya le doblaban la edad aunque Kyungsoo hubiese vivido más tiempo que ellos) a ver una actuación de ballet. No le molestaba ser el sujetavelas en aquellas salidas, por lo que no rechazó la invitación. Además de que no todos los días conseguía entradas gratis para ese tipo de actuaciones porque tus amigos estuviesen acogiendo al protagonista de aquella obra en su casa. Una larga historia, le habían dicho.

Lo que no esperaba era que después de la actuación saldrían a cenar los juntos porque Baekhyun y Chanyeol estaban deseando presentarle al protagonista del ballet. Kyungsoo sólo pretendía aguantar un par de horas, una conversación cordial y un falso "ha sido un placer conocerte" a la hora de despedirse para no volver a encontrarse. Sin embargo Jongin, acostumbrado a toda clase de halagos y tratos de favor de toda la gente a su alrededor (sobre todo después de una actuación sublime como la que consideraba haber hecho aquella noche) se tomó esa actitud fría como un reto personal.

Y ahí estaba Kyungsoo, recién empezada la mañana en la acogedora cafetería en la que trabajaba. Recibiendo y atendiendo tan bien como podía a los clientes que empezaban la jornada. Pero por mucho que se esforzara, cuando volvió a ver al bailarín, un nudo se cerró en su estómago.

-¿Qué quieres? -apenas lo miró, concentrado en su pequeña libreta. Ese chico tenía algo que le hacía sentir... ¿bien? La noche en la que se conocieron se esforzó por no hablar más de lo políticamente correcto, porque tenía la sensación de que el que ahora estaba sentado con actitud chulesca frente a él, podría ser lo que llevaba tanto tiempo intentando evitar. Quería tener todo el tiempo del mundo y no quería arriesgarse a que otra persona pusiera de nuevo en marcha su reloj.

-Wow, buenos días a ti también. ¿Qué tal la mañana? ¿Bien? Y yo que me alegro -Jongin sonreía ante aquella situación, no estaba acostumbrado a que no le mostraran interés.

-Si no vas a pedir nada, deberías irte -Kyungsoo ya daba media vuelta en dirección a la cocina, pero una mano se aferró a su muñeca.

-Pediría algo de tu compañía, pero un café estará bien -Kyungsoo se libró de su agarre y siguió su camino. En ningún momento volvió la vista para que el moreno no pudiera ver su sonrojo.

~

Jongin resultó ser un niño insoportablemente paciente que cada día visitaba la cafetería con el fin de poder hablar con el camarero, mientras que Kyungsoo poco a poco fue cediendo a su juego.

Quizá fue esa insistencia lo que asustó tanto a Kyungsoo que lo llevó a tomar la decisión de mudarse. Tiempo atrás nunca tuvo que decidir irse, simplemente se iba sin mirar atrás. Quizá porque tampoco dejaba nada ni nadie atrás. Pero esta vez fue algo diferente, sentía que poco a poco algo lo estaba empezando a amarrar. O alguien. Así que decidió poner tierra de por medio.

Tanta tierra puso que se encontraba en la otra punta del mundo cuando recibió una llamada. Debería ser importante, porque nadie llama con tanta insistencia de madrugada.

-¡Kyungsoo! -no le dio tiempo a contestar porque una voz ahogada entre sollozos hablaba apresuradamente. Habían pasado años desde la última vez que escuchó esa voz. No esperaba que sonara igual de joven que cuando lo escuchó gritar su nombre en el aeropuerto intentando evitar que cogiera aquel avión.- Son Chanyeol y Baekhyun... Ellos... Ellos han... muerto -tampoco esperaba que Jongin volviera a llamarle años después para decirle aquello.- ¿Dónde estás? Tienes que venir aquí -sonaba vulnerable.- Por favor.

No supo bien si fue por la debilidad en el chico del otro lado del teléfono, el saber que las personas que aún con casi 90 años seguían considerándolo su amigo habían muerto o esa extraña sensación que Jongin le seguía produ ciendo en el pecho después de tantos años. Pero supo que coger el primer avión que lo llevase desde Italia a Corea era exactamente lo que tenía que hacer. En sus planes nunca entró volver al país para enterrar a sus amigos. Al parecer olvidó que eran almas gemelas y lo que eso implicaba. Olvidó que estaba a punto de volver a encontrarse con su alma gemela.

~

Volver resultó duro. Encontrarse con Jongin lo fue aún más. Sin embargo, algo los llevó esa primera noche después de cuarenta y seis años a estar sentados en el tejado, observando las estrellas. Necesitaban un respiro.

-Estabas estudiando astronomía, ¿verdad? -Jongin estaba recostado sobre su codo, observando cada detalle de quien estaba sentado a su lado.

-Estudio derecho civil -Kyungsoo, por su parte, no dejó de mirar al cielo.- Pero estudié astronomía hace años. Antes de irme de aquí. ¿Por qué?

-Cuéntame cosas que hayas estudiado.

-¿Sobre leyes? ¿O de psicología quizá? También he estudiado cocina. Prefieres que... ¡auch! -un golpe en su brazo detuvo su retahíla.

-Imbécil -Jongin se río.- De las estrellas, de los planetas... No lo sé, de lo que sea que haya allí -terminó de tumbarse por completo para poder observar el cielo.

-De las estrellas... -Kyungsoo se quedó callado por un momento, pensando. Antes de empezar a hablar de nuevo, se tumbó al lado de Jongin y tomó su muñeca, trazando con suavidad la línea que seguían sus venas.- ¿Sabes por qué tus venas son de color azul? Porque dentro de tu sangre hay pequeñas partículas de hierro que le dan ese color. Pero el hierro no aparece así porque sí, sólo hay un sitio en el que surge de forma natural y es en el interior de las estrellas -ambos volvieron a mirar al cielo. Mientras Kyungsoo hablaba, Jongin se arriesgó a entrelazar sus dedos.- Además, en nuestros huesos hay calcio, nitrógeno en el cerebro y respiramos oxígeno. Somos un 93 por ciento de polvo de estrellas. Pero creo que algunos ya han vuelto a casa -ambos sabían a quienes se refería. Ninguno de los dos se atrevió a soltar la mano del otro.

-Seguro que la van a liar allí arriba -ambos dejaron escapar una suave risa.- Pero la verdad es que ahora me siento algo observado -al terminar la frase giró la cabeza para encontrarse con unos ojos grandes mirando sus facciones con dulzura. Ambos sonrieron.

Quizá no era el mejor momento porque sus caminos se habían cruzado de nuevo en una triste situación. Pero en ese preciso instante Kyungsoo se arrepintió de su decisión de huir. Se fue de allí queriendo aprovechar su vida al máximo, pero lo único que hizo fue perder el tiempo que pudo haber vivido junto a Jongin.

Quizá hay que bajar el orgullo de las estrellas y posar los pies en la tierra. Quizá basta con aterrizar en labios ajenos, tumbados bajo el cielo nocturno, para empezar a vivir. Sin que ellos pudieran evitarlo, bajo la atenta mirada de las estrellas, un par de relojes se sincronizaron para cobrar vida una vez más. 

SenescenciaWhere stories live. Discover now