A V A R I C I A

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 Kris Wu caminaba por las calles de Seúl. El sitio le resultaba familiar, pero no sabía si era porque ya había estado allí o porque se parecía a otra ciudad que habitó en algún momento. Pero no recuerda nada que pudiera resolver esa duda. Tampoco recuerda en qué año nació ni nada de sus anteriores identidades. El último recuerdo concreto que tiene de su vida era ser el canadiense Kevin Li. Pero una vez más tuvo que hacer desaparecer esa identidad y perderse en el mundo.

Ya había pasado suficiente tiempo para que nadie recordara a Kevin. La policía habría dejado de buscar al joven desaparecido, dándolo por muerto. De alguna forma, no estarían equivocados. Kevin Li murió en Canadá cuando la accidental explosión de gas se llevó por delante a su anterior alma gemela. Con una desaparición a tiempo no podía ser inculpado por el crimen y pudo llevarse consigo la correspondiente herencia. Ya no quedaba nada de Kevin, pero Kris había empezado una nueva vida con apenas 22 años.

Sentado en la barra de un bar, Kris pensaba que desde que había llegado a Corea, su alma gemela ya habría nacido y estaría cerca de cumplir 18 años. Estarían cerca de encontrarse una vez más. El mismo obstáculo en su inmortalidad disfrazado con otro cuerpo y otro nombre. La búsqueda de sus almas gemelas y sus posteriores asesinatos le habían robado años de vida, pero nada en comparación con los que ya había vivido y le quedaban por vivir. Nunca falló un sólo plan: conocía a su alma gemela, se casaban y vivían felizmente durante un tiempo hasta que un trágico accidente se llevaba consigo una vida y un desaparecido. Con las herencias se podía permitir la vida que quisiera, huir de cada ciudad, realmente desaparecer y hacer surgir una nueva vida hasta que la historia volviera a repetirse.

Jugueteaba con su vaso ya vacío tan perdido en la planificación de su próximo plan de huída y su siguiente identidad que no notó que un chico se había sentado a su lado hasta que habló.

-¿Te puedo invitar a otra copa? Estoy celebrando mi cumpleaños pero como acabo de llegar a Corea aún no conozco a nadie. La verdad es que es triste celebrar los 18 años solo -Kris sonrió. Sabía que estaría cerca, pero no tanto.- Me llamo Zitao.

-Me encantaría. Feliz cumpleaños, Tao -ningún plan le había fallado, esta vez no sería diferente.

~

-Buenos días, mi amor -saludó Kris aquella mañana mientras se preparaba el desayuno.- Tienes más ojeras de lo normal, ¿no has dormido bien -no se había dado cuenta de que Tao le dedicaba miradas cargadas de cierto odio y temor. Estaba sentado frente al ordenador, posiblemente había pasado toda la noche allí.

-¿Cuándo? -su tono era duro y sus ojos se clavaron en él como cuchillos, pero Kris seguía demasiado pendiente de su comida.

-Pues esta noche, cuándo va a ser -no llevaban mucho tiempo casados, pero sí el suficiente para saber que al más joven a veces le costaba seguir el hilo de ciertas conversaciones.

-No me refiero a eso. ¿Cuándo lo vas a hacer? ¿Cuándo me vas a matar? -se hizo el silencio.

Aquella pregunta lo pilló desprevenido. Levantó por fin la vista para encontrarse con Tao de pie frente a él, quien había girado su portátil para mostrarle en qué había gastado su noche: buscando todas y cada una de las noticias que datos que Kris había dejado atrás. Titulares de terribles accidentes, su foto bajo un letrero de "desaparecido", datos de tiempo atrás con un nombre diferente pero imágenes innegablemente suyas. Quizá un par de operaciones estéticas fueron los cabos sueltos en sus planes.

-¿Qué tenías pensado hacerme y cuándo? -Tao estaba temblando, pero no tenía claro si por ira, miedo o impotencia. Puede que un poco de las tres.- ¿Y qué vas a hacer ahora que lo sé?

-No es la primera vez que me descubren -no podía negar absolutamente nada, era el único culpable de todos los crímenes que brillaban sobre la pantalla de aquel ordenador,- pero sí es la primera vez que el cuerpo en el que está mi alma gemela me lo está poniendo difícil. No esperaba que el chico que acababa de llegar a los 18 era experto en artes marciales, normalmente la gente espera a detenerse en el tiempo para dedicarse a hacer lo que les gusta, pero tú has...

-¡NO ME CAMBIES DE TEMA! -Kris no terminó la frase. Tao golpeó con fuerza las palmas de sus manos en la mesa frente a Kris. Se hizo daño, pero era lo que menos le importaba después de saber que el hombre de quien estaba enamorado no lo veía más que como un obstáculo.- Te he preguntado que cuándo me vas a matar y cómo piensas hacerlo. ¿Una explosión de gas, como la vez anterior? ¿Un accidente de coche del que no quedan más que restos quemados? ¿Veneno? ¿Una inyección con aire? ¿O esta vez pensabas innovar?

Es cierto que había investigado a su pareja. Pero lo hizo porque algo dentro de él no se sentía del todo bien. Tao creyó que el nudo que sentía constantemente desde la primera vez que ció a Kris era su alma intentando de decirle algo. Ahora sabía qué. Sabía que le había intentado advertir. Sólo necesito buscar un poco para que su mente comenzara a llenarse de recuerdos que no había vivido, vidas que no había experimentado. Ahora sabía que aquellas imágenes eran recuerdos de su alma en los anteriores cuerpos que Kris se había encargado de eliminar. Repugnante.

-¿Qué ocurre? ¿No sabías qué hacer conmigo porque puedo defenderme? -Tao aprovechó el silencio de Kris para seguir hablando en tono burlón.- Espera, no me lo digas. Resulta que esta vez has cambiado de parecer y habías decidido dejarme con vida y envejecer a mi lado.

-No lo sé -Kris miró al suelo abatido.- Quizá, aunque no te lo la última opción era la que más se acerca a al realidad -alzó la vista de nuevo para mirarlo directamente a los ojos.- No sé qué hacer contigo porque no sé qué me estás haciendo sentir.

-¿Esperas que me lo crea? -Tao se acercó a él, escondiendo sus manos todo lo posible. Acababa de descubrir su juego y no iba a caer. Esta vez tomaría él el control.- Lo siento Kris, o cómo sea que te llames en realidad -su mano libre se acercó peligrosamente a su cuello.- Pero en esta vida no voy a dejar que me mates. No otra vez -con toda la fuerza que pudo, dirigió su otra mano contra su espalda. El cuchillo que sujetaba se clavó con fuerza en el cuerpo de Kris.- Eres un monstruo.

Ambos se miraron a los ojos. Tao desafiante, Kris débil, despidiéndose poco a poco de la vida que se escapaba a borbotones por la herida de su espalda. Tanto tiempo rasgando la inmortalidad para que un joven con marcadas bolsas bajo los ojos se la arrebatase con un cuchillo de cocina.

-Me llamas monstruo, pero ahora mismo somos exactamente iguales -su voz sonaba cada vez más débil y pequeñas gotas de sangre comenzaban a escapar por las comisuras de sus labios.- Volveremos a vernos. Con otro nombre, otro cuerpo y otra vida, pero el universo querrá que nuestras almas vuelvan a encontrarse -sus ojos se cerraban.- Hasta la próxima, Tao.

Las últimas palabras de Kris seguían resonando en el aire, ahora cargado de culpa. Tao soltó el cuchillo que cayó en el suelo con un suave tintineo. Demasiado fácil. Kris había hecho demasiado daño a muchas personas para que hubiese sido tan fácil acabar con él. Pero Tao no se preguntaba por la facilidad con la que lo había hecho, sino en qué había hecho. Kris tenía razón, ahora eran iguales. Ahora tendría que vivir con la culpa hasta que volviera a encontrarse con la reencarnación de aquel alma. No. No podría aguantarlo.

~

Cuando la policía llegó se encontraron con dos cuerpos inertes en el suelo. Demasiado cerca el uno del otro, casi como si en sus últimos momentos, el que sostenía el cuchillo hubiese querido abrazar el cuerpo contrario. El teléfono desde el que se hizo la llamada aún estaba descolgado. En la mesa de la cocina había un portátil con diversas noticias. El desayuno aún estaba caliente.

SenescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora