Destino

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Era la primera vez, que Tony pudiera recordar, que un beso lo despertaba de un profundo y cómodo sueño. Un despertar que le hizo sonreír en automático y reacomodarse entre los brazos que acunaban su sueño. Escuchó la voz de Steve a lo lejos entre la bruma y la realidad.

—Buenos días, Tony— y un nuevo beso acompañó a la oración.

—Buenos...—Tony se removió y suspiró apenas abriendo un ojo.

Entonces se dio cuenta. Estaba durmiendo, una vez más, al lado de Steve, por no decir que casi encima de él. Se removió como si hubiera despertado de repente, apartándose así, del calor que hasta entonces había disfrutado.

—¿Qué...?

No terminó, Steve le sonrió y Tony recordó.

Se había quedado dormido sobre la mesa de la sala, con la cara en el teclado de la computadora. No se había dado cuenta de eso hasta que escuchó su nombre tirando de él desde el fondo de su inquieto sueño.

—Tony...

Había abierto los ojos y descubierto a Steve mirándole con una tenue sonrisa en los labios. Al mismo tiempo, sintió su mano grande y tibia sobre el hombro, de manera gentil.

—Son las 3 de la mañana—lo escuchó decir.

Tony bostezó y se talló un ojo. Se incorporó, y cuando miró hacia la pantalla de su laptop se dio cuenta que había echado a perder la programación en la que estaba trabajado, el comando estaba arruinado con una repetición de letras inconexas que su mejilla había presionado. Y si se hubiera visto en un espejo, habría notado las marcas del teclado en su piel.

—¿Y eso qué?—murmuró adormilado.

—¿Por qué no vas a dormir?

—Tengo que terminar—un nuevo bostezo interrumpió cualquier otra cosa que hubiera querido agregar.

—Tienes que dormir un poco... quiero decir, descansar adecuadamente.

—Estoy bien.

Pero Steve no había estado de acuerdo, le sujetó de debajo de las axilas y le incorporó de la silla con facilidad. Tony se sorprendió por ello, tenía el cuerpo a la mitad del sueño y sin darse cuenta, terminó apoyado en Steve.

—¿Qué haces, bobo?—le espetó sujetándose a sus brazos para apartarlo suavemente—No debes hacer esfuerzos así, ¿qué tal que se abren tus heridas?

—Están bien.

—Tampoco debiste bajar las escaleras. Eres tu quien debe dormir.

—Si lo hago despacio, no pasa nada. Y no podía hacerlo, escuchando que pasaban las horas y seguías trabajando.

—Tengo que terminar, ¿qué parte de eso no entiendes?

—Te ves cansada.

—No lo estoy—dijo y fue traicionado por un bostezo.

Steve arqueó una ceja y sacudió la cabeza.

—Anda, ve a dormir. El cerebro funciona mejor cuando está descansado.

Tony lo miró con un puchero, desvió la vista hacia la pantalla encendida de la laptop y de nuevo a él.

—No quie...

—Tony, has cuidado de mí y te has ocupado de los asuntos de tu nuevo trabajo, necesitas descansar.

—Pero...

—No me discutas.

—No me discutas tú; eres el enfermo, regresa a la cama y déjame trabajar—Tony lo miró ceñudo, ¿qué se creía ese? Nadie le daba órdenes a Tony Stark.

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now