Alma

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Éste era un niño llamado Bloinigein,que  recientemente había quedado huérfano. Un día, salió de casa y se puso a mirar a su alrededor, vio, entonces, a una vieja acercándose. La vieja le ofreció un pan y cuando él se acercó, la vieja lo atrapó y lo echó a su saco.

La vieja lo llevó a su casa, donde estaba su hija, que ya había encendido la lumbre bajo el caldero. Entonces, la vieja le dijo: "Bloinigein es gordo y sabroso; está noche nos tomaremos una cena opípara".

Tony se pegó a Steve y se abrazó a uno de sus brazos. Steve volteó a verle y sonrió un poco divertido. A su lado Dodger, recién cenado, dormía echado sobre la hierba. Frente a ellos ardía una fogata y del otro lado estaba Thor, el amigo de Steve, contando un cuento, que, dijo, le habían contado cuando niño y era de sus favoritos.

Tony había sentido curiosidad cuando Steve mencionó que su amigo sabía muchas historias de cuentos de hadas, así que le pidió que contara uno. Tony nunca imaginó que sería una historia a la vieja usanza, con muertos, sangre y destrucción. Él, en su ingenuidad, había pensado en algo parecido a Blancanieves o Cenicienta tipo Disney; y había pensado que podía robarle alguno para su bebé cuando éste naciera. Ahora no estaba tan seguro.

La vieja echó a Bloiniegien en el caldero, le puso la tapa y colgó el caldero de la cadena. Dejó a su hija a cargo de la lumbre y se fue al bosque a reunir leña. Entonces, Bloinigein dijo: "Qué bien se está aquí, tan calientito. Tan ricamente rodeado de agua calientita." La hija de la vieja le dijo "¿Me dejas meterme?" Pero el pequeño Bloinigen le dijo: "No, yo estoy muy bien aquí". Así estuvieron, hasta que la hija de la vieja levantó la tapa y le dijo: "Miserable, sal de ahí, es mi turno".

La hija de la vieja se metió en el caldero y Bloinigen le dijo: "Encógete y pondré la tapa para que veas lo delicioso que se está". Ella se encogió y él tapó el caldero, bien tapado. Debajo, avivó el fuego hasta que el agua hirvió y aunque la hija de la vieja chillaba y chillaba, él no la dejaba salir. Cuando la muchacha estaba bien muerta, Bloinigein miró por un agujero de la casa y vio que la vieja se acercaba.

—Steve—Tony murmuró, mientras Thor, del otro lado del fuego, continuaba con su relato—... esto no es apto para niños—le dijo.

Steve, para su sorpresa, rió por lo bajo.

—Es sólo un cuento.

—¡Están cocinando a alguien vivo! —Tony se llevó las manos al vientre, a ambos costados, como si así pudiera taparle los oídos a su pequeño hijo.

Bloingein se escondió. La vieja avivó a un más el fuego, poco sospechaba que su hija estaba dentro. Y cuando pensó que Bloingein ya estaba bien hervido, fue a buscar a su hija. Pero no la encontró, por más que la llamaba, ella no respondía. Entonces, levantó la tapa del caldero y vio que había hervido a su hija. Montó en cólera y juró hacer pagar a Bloingein por ello. Pero éste, que estaba escuchándola, se hizo de un mazo y le cayó encima. Le arreó en la cabeza con el mazo y la dejó tumbada; le rompió la crisma y la mató. Entonces, por fin, el pequeño regresó a su casa, cantando y saltando.

Thor terminó su cuento, sonriendo de oreja a oreja. Tony tenía la boca abierta y Steve, estaba muy divertido con la expresión de su esposo.

—¿Quieren que les cuente otro? Otro de mis favoritos, el de la pequeña Maol, quien mató a las hijas de un gigante, al sirviente y finalmente al gigante mismo, haciéndole beber toda el agua de un río.

—Suena interesante—dijo Steve.

—Mejor otro día—dijo Tony—. Quiero ir a dormir.

Thor asintió y le dio un trago a la botella de cerveza que cargaba entre los dedos. Luego, volteó hacia las estrellas.

El inesperado despertar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora