1.Ramiro Ponce

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1. ¿Por qué somos los malos?

Ella me miro como si fuera un monstruo, todos se fijaron en mi por tratar de conseguir mi sueño ¡No es solo un hobbie! Es mi pasión ¿Por qué no lo entiendes Yam?

Olvidate de nosotros para siempre― Dijo Matteo mirándome con decepción. Yo baje la mirada aceptando que ellos tenían razón. Pero, yo no quería aceptarlo, yo no soy el malo.

[.]

Camino por el parque sin rumbo fijo, el silencio me pertuba de sobremanera. Silencio es lo que queda en mi vida y no quiero conformarme con esta soledad, mis amigos me dan la espalda por querer superarme ¿No son ellos los buenos del cuento? Ciertamente ahora que me veo siento que soy Ámbar Smith, irónico.

Ellos son el roller, son los chicos buenos, te incitan a cambiar pero no te reciben en su bando por todos tus errores, inteligente.

Narrador omnisciente.

Ramiro llego de mala gana a su casa, partió rumbo a su cuarto y pudo notar una vez que cayó rendido a su cama que tenia un par de llamadas perdidas en su teléfono.

Emilia.

Miro confundido su celular dudativo se pregunto cuando la pudo haber agendado, luego recordó que Ámbar y ella tenían la manía de quitarle su celular muy seguido. Desbloqueo el aparato y le devolvió la llamada, siendo contestada en el tercer intento.

¿Ya estas más calmado rizitos? ― La voz tan penetrante de la mexicana lo hizo dar un respingo involuntario.

― No estoy de humor, ¿Qué quieres rubia? ― Arrugo su frente disgustado, estaba cansado de todos en general y las bromas de la chica no ayudaban mucho.

Que carácter te traes encima, no importa en realidad. Hoy te fuiste muy molesto, estaba preocupada que los del roller te hayan intentado manipular de nuevo. ― ¿Era en serio? Esa mujer era muy poco consciente de lo que decía a veces.

No te permito hablar así de mis amigos.

¿Realmente son tus amigos? Te abandonaron a la primera caída. Deberías aceptar que si te querían tanto no hubieras desertado del circo de esos losers. ― Ramiro escucho la risa estruendosa de la rubia y sintió su sangre hervir, y no precisamente por el insulto al equipo del Jam and Roller sino más bien porque le enojaba que ella tuviera razón.

No pierdas tu tiempo. Adiós Emilia.

¿Por qué esta mal querer ser el mejor en lo que amas? ― Dijo con soberbia antes de cortar dejando al pobre chileno con la palabra en la boca.

¡Maldita Emilia!

¿Lo iba a dejar pensando toda la noche? Siempre supo que el trio que lo acompaña en la pista eran manipuladores y persuasivos pero nunca creyó verse a él, Ramiro Ponce envuelto en las redes de aquellos sujetos.

Esa noche dio mil y una vueltas en la cama, el insomnio era más fuerte que su alma. Aburrido tomo su celular, vio la hora, cuatro y veinte de la mañana y el aún seguía tratando de sacar las palabras de la chica de su cabeza. Desbloqueo el aparato y accedió a la galería, las fotos con Yam le hicieron un nudo en la garganta y sus ojos se sintieron húmedos.

¿La quería perder a ella?

Siempre estuvo solo, perdido, completamente enamorado de su reflejo y ella era su luz, de dulce voz y gran corazón. No quería que todo terminase de aquella manera entre ellos, Ramiro era orgulloso y no daría la cara, tal vez esto era lo que debía pasar pensó muy en sus adentros.

[.]

La pista lo tenía más relajado, con sus ojos adornados por grandes ojeras admiraba como la gente aplaudía lo bien que patinaba, se sentía lleno en aquel momento. Cerró sus ojos para sentir el viento golpear su cara, una sensación mágica recorrió su rostro. Pronto se vio alarmado cuando el ruido de otros patines golpearon contra su pista, sabia quienes eran, era claro que solo ellos tenían acceso al lugar.

― Buenos días galán. ― Musito Emilia mientras sujetaba los hombros del muchacho.

Hola Ramirito. ― Susurro contra su oído Ámbar a su vez rodeando el cuello del chico con ambos brazos desde atrás. El chico solo sintió ansiedad y un poco de temor, Benicio que se encontraba a lo lejos le sonreía de manera retorcida, mientras ambas chicas tenían sonrisas coquetas pero llenas de maldad, realmente era estar en su infierno personal con Emilia y Benicio como sus torturadores y la gran Ámbar como el temido Lucifer. 

No vas a decir nada jam and loser. ―Hablo por primera vez Benicio, su acento italiano envuelto de burla hizo que Ramiro sintiera rabia en su interior.

Ustedes no significan nada para mi, estoy aquí por mi. No soy amigo de ninguno de ustedes. ― Respondió firme el chico de rulos.

Ámbar estalló en una gran carcajada, sabia que su compañero era más duro de moldear que sus otros acompañantes.

― Cosita, no saques las garras. Nadie te obliga ser nuestro amigo, se llama compañerismo lo que hay en la pista. ― Dijo la de ojos azules mientras daba vueltas alrededor de Ponce.

Un poco de educación no le vendría mal, si te saludo, me saludas ¿Va? ― Se unió a Ámbar la mexicana mientras giraban alterando al pobre Ramiro.

No lo asusten chicas, Ramiro sabe que no le conviene estar mal con nosotros. ― Benicio tomo la mano de las chicas y las atrajo a cada una para tenerlas sujetas de la cintura, Emilia apoyo su codo en el hombro del italiano mientras que Ámbar puso cara de asco para separarse y cruzarse de brazos.

― Me alegra que estén tan unidos, ahora a entrenar. ― La potente voz de Juliana llamo la atención de los red sharks que se posicionaron al  instante no sin antes empujar disimuladamente al chileno.

¿Por qué somos los malos?

Digamos que lo tenía un poco claro de alguna manera, él temía de aquel trio. Él no era como ellos, estaba en el claroscuro como decía su compañera de ojos azules. 

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora