Capitulo XV

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Capitulo 15: Héroe.

No les quedo de otra, la fiesta estaba en su clímax pero ellos no podían volver y no sabían si era un karma por haber sido tan malos o simplemente le perseguía la desgracia a los dos.
Ámbar caminaba tan tranquila con el saco de Benicio en brazos, la noche era maravillosa y ambos se deleitan con los astros bailando en el cielo nocturno.

― Es curioso, pero ¿Crees que algo nos salga bien? ― Benicio tomo asiento en una banca e invito a la rubia para hacerle compañía.

― Realmente te pareces a Simón. ― Murmuró mientras acariciaba el pelo de su amigo, el recosto su cabeza en el hombro de ella y la verdad parecían dos excéntricos con trajes de esqueletos. Esos pensamientos hicieron reír a la chica, quien solo se quedo apreciando sus manos por un rato.

― Espero que Feliciano haya llegado bien a la fiesta.

― ¿Sigues pensando en que le paso algo? Anda con dos tipos gigantes con él. ― Benicio bajo la cabeza suspirando, aunque no quería preocupar a la chica se sentía un imbécil. ¿Cómo le podía molestar que Fiorella no lo haya escuchado?

― Lo lamento, de verdad. ― La chica miraba como las estrellas brillaban, quizás la querían acunar. ― De seguro volví a arruinar lo que Fiorella y vos estaban comenzando.

― El camarero debe pensar que no cumplí mi promesa. ― Murmuró lo suficiente alto como para que Ámbar lo mirara sin entender. ― Vamos, te llevo a casa.

Ambos se pusieron de pie y sonrieron, se abrazaron como si fueran a dejar de verse pero los dos estaban conscientes de que a veces hay cosas que no van a cambiar, los red sharks no conocen el amor.

― Dejame hablar con Ramiro. ― Benicio se deshizo del abrazo y tomo su celular, marco el número del mencionado y espero, en el tercer pitido pudo dar con el chileno.

¿Pasa algo amigo? ¿Donde estas?

― Voy llevando a Ámbar a casa, en tu bolsillo están las llaves de la camioneta.

Espera, ¿Qué paso? ¿Están bien?

Luego hablamos.

La chica agarro el brazo de su compañero y emprendieron una tranquila caminata bajo la luz de la luna.

[.]

Simón busco entre toda la multitud después de bajar del escenario y no pudo hallar más que la gabardina de la chica guardada debajo la barra, y sintió que tenia esperanzas. Miro al escenario por una corazonada y solo vio a Fiorella cantar con tanto sentimiento y la comprendía, él deseaba cantar, gritar hasta sentirse mejor.

A lo lejos Delfina y Ramiro charlaban completamente alejados de la fiesta, intuyo que podía hablar con ellos y se acerco, grande fue su sorpresa al ver la expresión de su amigo cambiar cuando lo vio, el chileno se acerco y lo tomo por el cuello de la camisa.

― ¿Qué le has hecho a nuestra princesa?

― Ramiro, ella no me coge el telef... ― Emilia guardo silencio cuando vio la escena donde el mexicano estaba a merced de su pareja.

― ¡Por favor! Dime donde esta. ― Dijo con la mirada perdida, no tenia fuerzas para pelear, solo necesitaba encontrarla.

― No lo sé.

― Por favor Ramiro... ― Simón puso su mano sobre la de su amigo. ― Si no hablo con ella ahora la voy a perder.

― ¡Es que no lo sé! Benicio me dijo que la llevaba a casa y solo corto. Yo también me siento impotente.

― Mira Simón, ya hiciste demasiado. ― Emilia intento separar a ambos pero todos se sorprendieron cuando el mexicano apretó el agarre.

― ¡Cada vez que ella me lastima la sigo buscando! Llámame idiota pero no voy a correr tras ella. ― Con fuerza inhumana se aparto de su compañero y camino rumbo a Luna, ella estaba rodeada de amigos y risas, ¿Cómo cambiar aquello por una chica que solo jugaba con él?

― ¡Vamos Simón! ― Luna cantaba alegre mientras lo hacia dar vueltas y vueltas, cada vez que quedaba frente a los red sharks sentía como una puntada en el pecho pero era cuestión de tiempo.

El tiempo ya no iba a ser un problema porque Simón lo tenía claro. Él iba a olvidar a Ámbar para al fin seguir adelante.

[.]

Después de quince cuadras a pie sabían que la mansión estaba demasiado lejos y lo mejor seria tomar un taxi, pero antes de poder alzar su mano el grito de varias mujeres llamo la atención de ambos.

Ámbar observo fijamente, la casa donde estaba residiendo Juliana estaba en llamas, ella corrió lo más que pudo llamando la atención de la gente, era una chica con un disfraz de noche de muertos nada más y nada menos.

― ¡Benicio! Juliana debe estar adentro. ― Cuando oyó el nombre de la mujer sus ojos se abrieron de repente y su mirada comenzó a buscar algo, mejor dicho a alguien, su compañera no lo noto pero él pego sus ojos frente a un árbol alejado, ¡Era Feliciano! Escondido entre la fría noche.

Como si sus pies se movieran solos empezó a caminar, Ámbar lo miro incrédula e intento detenerlo tomando su camisa. Benicio solo se soltó del agarre y empezó a correr, y con la poca fuerza que tenía comenzó a empujar con su propio cuerpo la puerta, una, dos, seis veces y nada.

― Por favor, abre. ― El sudor comenzaba a recorrer su rostro y su brazo dolía, pero no iba a dejar a la mujer sola ahí adentro, su abuelo no iba a ganar esa vez.

Con las fuerzas reunidas volvió a empujar esta vez rompiendo la puerta y cayendo, tal vez varias astillas se le pegaron al cuerpo pero la culpa si algo le pasaba a aquella mujer el se sentiría aún peor.

La casa estaba llena de humo, el corazón del italiano latía a mil. Corrió al primer piso y no podía oír nada, el incendio poco a poco se propaga por el lugar, Benicio siente que va a desplomarse en cualquier momento igual sigue, las vigas empiezan a caer tras él. Cuando oye un ruido entra en alerta, la habitación esta tan cerca del muchacho y corre, no sabe con que fuerzas empuja y la ve, efectivamente, es Juliana.

Juliana tiene la mirada perdida y su piel pálida, apenas camina y esta en el marco mirando como puede a su salvador. Él, la toma en sus brazos y comienza a bajar por las escaleras que crujen mientras bajan, el fuego ya tenia consumida casi toda la casa, pero la puerta no era tan lejana, y la saco a empujones como pudo, y solo le quedo desplomarse con una sonrisa satisfecha.

― ¡Benicio! ― Ámbar no dejaba de empujar al gentío que se había puesto en el papel de no dejarla pasar, era peligroso pero en su mente solo estaba la imagen de varios hombres sacando como podían a un italiano desplomado, con su cabello alborotado, la camisa rota y su rostro cubierto de polvo, todo sucio.

El ruido de las ambulancias y bomberos era lo único que golpeaba los oídos de la muchacha.

[.]

La mansión estaba a oscuras, Simón había llegado bastante cansado pues ya no podía estar en la fiesta. Todo lo que paso fue demasiado rápido para él.
Se encaminó por las escaleras y camino hacia el final donde estaba su habitación, tomo el picaporte en sus manos pero algo lo detuvo, como si fuera una fuerza mayor quiso verla, después de todo Benicio la trajo a casa ya debía estar durmiendo. Se acerco y miro unos segundos la "A" y lo pensó ¿Valía la pena entrar?  Se alejo un poco y quiso tomar de nuevo su camino, pero, no pudo. Entro al cuarto rápido, todo estaba a oscuras y la cama estaba totalmente hecha, ¿Donde estaba Ámbar Smith? Solo pudo prender la luz y lo que vio lo dejo atónito.

Simón era un chico correcto, siempre seguía por el lado del orden y aquel cuarto hizo que su estomago se revuelva. El negro predominando, los cuadros manchado, todo tirado y aquel hermoso espejo de tocador, roto. Debajo la cama se veían las viejas prendas llenas de brillo y zapatos sobresaliendo, y es que así era ella guardaba todo lo que le recordase sus fallas. Pero no la juzgo, solo empezó a sacar prendas y doblarlas, pronto las guardaría donde deberían estar, en el armario de su dueña.

Él podría esperar todo el tiempo que fuera necesario en aquel momento.

Final de la primera parte.

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora