4. Benicio Banderbield.

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1. ¿Puedes hacer cualquier cosa para ganar?

La gente cree que uno es el "hijo del mal" siempre pero la verdad uno aprende a ser fuerte y adaptarse a su entorno y cuando quiero algo haré todo por alcanzarlo.

Narrador Omnisciente.

Esa mañana Benicio se dirigió al Roller completamente perdido en sus pensamientos, estaba aburrido como de costumbre. Tomo asiento en la cafetería, para su mala suerte Simón estaba atendiendo al publico en general, el italiano gruño.

¿Qué te sirvo? ― Simón trato de ser amable, el italiano vio la oportunidad perfecta asomarse.

Me gustaría un poco de cinismo como el tuyo, ¿Qué se siente el servirle al gran Benicio? ― Simón arrugo la nariz y soplo, realmente la rivalidad de ambos no parecía disminuir.

Si no vas a ordenar nada te pido que te retires. ― Hablo tratando de calmarse el mexicano.

No sabia que eras el nuevo Gary. ― La voz de Emilia llamo la atención de ambos, la chica tomo lugar al lado de su compañero y ambos miraron al camarero. ― Una limonada de menta y jengibre no estaría mal.

Ya oiste a la dama, que sean dos y rápido camarero, no querrás quedarte sin propina.  ― Ambos rieron mientras Simón se iba a pasos largos con el ceño fruncido.

La puntualidad no es lo tuyo, ¿Qué tramas? ― Benicio alzó la ceja antes de reír.

Trato de cambiar, ¿Dónde dejaste a Ámbar? ― Trato de evadir el tema consiguiendo una dudosa aprobación por parte de la chica.

Antes de entrar dijo que tenia algo que hacer. ― Ambos se miraron y se dejaron caer sus hombros, la chica era impredecible. Pronto Simón llego con las bebidas, las dejo sobre la mesa y antes de que pudiera marcharse el carraspeo de Benicio llamo su atención.

Necesita más hielo amigo. ― Emilia siguió la corriente afirmando con la cabeza, Simón estaba hecho una furia, pero cuando iba a contestar sintió que alguien tomaba su brazo.

Es temprano para molestar a los losers. ― La dulce voz de Ámbar y el guiño que le dio al mexicano lo hizo estremecer y huir. ― No creí que ya empezaba a asustar a la gente.

Somos un equipo inofensivo de patín, no unos gangsters. ― Todos rieron, las chicas degustaron la limonada dejando al chico riendo por las ocurrencias de sus amigas.

[.]

El joven italiano marchaba rumbo a la los lockers cuando su teléfono vibró sin parar llamando su atención, ya iban seis veces y parecía que no lo dejaría en paz hasta que contestara. Se armo de valor y llevo el teléfono a su oído.

Hola.

No me gustan que me hagan esperar. Mi tiempo es oro mocoso.

Lo sé, pero yo no te pedí que me llamaras ¿Qué buscas de mi ahora?

― Cazzo, ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? Soy tu querido nono. ― La voz algo mayor y acatarrada hizo a Benicio rodar los ojos.

No me llames si es por tu estúpido plan, no he avanzado y no me interesa en lo más mínimo.

Creí que querías vengarte, esa mujer te arruinó la vida. ― La voz del otro lado hizo estremecer al chico, y es que era verdad. ― Dos semanas Benicio.

Sin más colgó dejando chico su mano libre en forma de puño temblando del coraje que lo dominaba. Y es que su vida después de romper el dichoso patín de cristal lo había catalogado como un hombre destructivo y vengativo, lo había aislado en segundos.

¿Esa era la victoria que el quería? Esperaba una mejor vida cuando llego a Argentina, tenia anhelos como cualquier persona pero las piedras del pasado lo perseguían, Juliana y Simón. Eran baches enormes en sus vidas.

Que vida tan vacía.

Llego a la pista y se sintió el rey, es que aquel lugar y aquellas personas lo hacían sentirse bien recibido, era la magia de las personas que estaban solas, ellos podían encontrarse en la distancia y tener las palabras correctas, aunque deseaba estar en el claroscuro el sabia que era el primero en la oscuridad y no le molestaba, no quería verse débil frente a nadie nunca más y estaría del lado en que mejor salga parado.

Opa, opa, ¿Acaso cree que esto es un centro de recreación y puede llegar a cualquier hora? ― Juliana estaba furiosa, 10 minutos era aceptable, 30 podrían discutirse pero una hora tarde la sacaba de los cabales.

Sabes Juliana, el mejor no necesita entrenar mil años. ― Su acento italiano y aquel tono burlón fueron perfectos para hacer a la mujer rodar los ojos.

Toma asiento que hoy no te permito entrenar, luego charlas con Gary.

El no objeto nada, de cualquier manera no se sentía dentro de sus capacidades, solo se dedico a mirar a Juliana todo el entrenamiento ¿Cuál sería su debilidad?

Más tarde los cuatro red sharks disfrutaban de un rato junto en la cafetería, Ámbar recostaba su cabeza en Ramiro, Emilia se dejaba hacer en un sillón y Benicio se encontraba en el  posa brazos del sillón de la mexicana. A metros el roller los observaba como si fueran un par de bichos en medio del lugar, a excepción de Simón que parecía no muy contento con la cercanía de dos de los integrantes del equipo.

¿Por qué somos los malos? ― Pregunto Ramiro ganando la atención de los demás. Ámbar alzó su mirada quedando por un segundo cara a cara.

la verdadera pregunta es, ¿Quién tiene la verdad absoluta?

― ¿Por qué esta mal el querer sobresalir?

¿Ganar es todo o nada?

Una vez que todos intercambiaron miradas enfocaron en el roller, ¿Por qué peleaban de aquella manera?

Saben, ¿No sería bueno dejar de darles tanta importancia? ― Emilia le robo el aliento a todos, pero Benicio asintió acompañado de Ramiro era buena idea concentrarse en el equipo. ― Bueno chulita, ¿Vienes al tren de la diversión?

Ustedes saben que no los puedo dejar porque terminan desviados. ― Bromeó  la argentina mientras se llevaba consigo a Ramiro y hacia que todo el equipo se uniera en un abrazo, abrazo que dejo perplejo al equipo rival.

¿Ellos conocen la amistad?

   

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora