Capitulo X

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Capitulo 10: Enamorar

Cuando sus labios se alejaron después de aquella asfixiante pero agradable momento Emilia miro los grandes ojos café de Ramiro completamente embobado con una enorme sonrisa de un tonto enamorado.

― Bueno, creo que ya estamos a mano. ― La mexicana fruncio el ceño y termino por sonrojarse. ― ¿Qué paso muñequita?

― Callate.

La rubia abrazo al muchacho con una pequeña sonrisa, le agradaba la calidez que emana de los brazos del chileno.

― Bien princesa de hielo, ¿Saldría con un perdedor como yo? ― Ramiro acaricio con delicadeza la espalda de la muchacha, Emilia sujeto las mejillas del muchacho y lo miro fijamente mientras sonreía.

― No me emociona ser una loser, pero creo que tu si puedes ser el mio. ― Ambos se miraron y rieron como dos niños, era una nueva era para ambos.

― ¿Crees que podemos ir un helado? ― Ella subió y bajo rápido sus hombros dando un silencioso "Ok" y si Emilia era de pocas no le importaba en lo absoluto al chileno, porque a pesar de todo ella era tan espontanea y aquello la hacia única entre las chicas de su entorno. Ámbar, si era genial pero Emilia y su auténtico toque de sarcasmo e ironía la hacían preciosa, perfecta a sus ojos, porque así era él. Le encantaba domar a las fieras.

Caminando por el parque descubrieron aún más el uno del otro, sus pasiones, sueños y hasta las más mínimas ambiciones. Se detuvieron un segundo, la rubia husmeo en sus bolsillos y saco su celular, comenzó a tomar fotos como si su vida dependiera de ello.

― Oye. ― Emilia sujeto la chamarra el muchacho por unos segundos. ― ¿Me cargas unos segundos? Bueno si quier... ―No pudo terminar cuando sintió que el muchacho la subía a sus hombros de manera imprevista quedando aún más cerca de su objetivo. Una vez arriba la chica observaba el nido de un ave, la misma empollaba sus huevos bajo la tenue luz solar.

― Veo que te agrada más de lo que decías la fotografia. ― Emilia lo ignoro y siguió con lo suyo, después de todo la compañía de aquel chico le daba tranquilidad. Pronto la mexicana dio un pequeño golpe al muchacho quien la bajo con sumo cuidado, cuando la tuvo a su altura la volvió a tomar entre sus brazos.

― Me encantas muñeca.

― ¿Sabes que no puedo tomarte en serio cuando recuerdo de donde viene muñeca?

Flash Back.

Ámbar y Emilia estaban en la pista aún después de la hora de entrenamiento. Ramiro las observaba completamente concentrado por cada movimiento perfecto pero sin emoción alguna en sus tersos rostros, de alguna manera el chico no sabia como descifrar que pasaba con las mentes de aquellas mujeres.

― ¿No están cansadas? ― Se atrevió a preguntar siendo observado por ambas durante unos pocos segundos.

― El cansancio es para los losers. Hay que tener determinación. ― Anuncio Ámbar un poco antes de realizar una pirueta de ángel por la pista.

― No creo que lo entiendas Ramiro, aún eres uno de los jam and loser. ― Dijo aquello con una risa burlona que hizo al chileno hervir su sangre.

― No soy por lo menos una muñeca de plástico, hueca y desalmada.

Fin flash back.

― Eres un idiota Ponce. ― La rubia acomodo sus cabellos y se dirigió como una pluma hasta la parada del autobús. Lucia plena, con una sonrisa infantil que no iba nada con su extraño look.

[.]

Ámbar estaba en el sofá tapando su cara con un cojín, estaba tan enojada que podría matar a cualquier persona en esos momentos ¡¿Cómo se le ocurría a Benicio besarla?! ¡En un directo! No hay bembar, y ahora de seguro tampoco habrá simbar.

― ¿Podemos hablar? ― Benicio rascaba su nuca avergonzado, Ámbar suspiro y se acomodo en el mueble invitando al italiano a tomar lugar junto a ella. ― Princesa, yo...

― ¿Por qué? Un beso es más de lo que crees, ¿Por qué volver a un pasado que ambos quisimos cerrar?

― No lo se, sentí mi pecho oprimido ¿Nunca has sentido que el odio nunca te deja progresar? ― Los ojos de ambos se encontraron, Ámbar sintió la necesidad de tomar las manos de su amigo y tranquilizar el ambiente con su sonrisa. ― Quiero que este nuevo yo me defina, no quiero equivocarme contigo. No hay bembar, solo Benicio y Ámbar.

― Eres un italiano muy tonto, ¿Crees que vas a ser definido como bueno aquí? ― Ámbar miro a todos lados invitando a su amigo a mirar, todos charlaban sin importarle el resto.  ― Una vez que entramos al claroscuro nos convertimos en personas detestables, ¿Por qué no tengo esa ingenuidad, inocencia y torpeza de Luna? Me lo pregunte mucho tiempo y descubrí que las personas no quieren gente real con problemas sino gente con una utopía gigante.

― Tsk, que perdida de tiempo ser tan perfecto.

― ¿Para que seguiré esperando cosas que no me llegaran mientras sea de carne y hueso? ― Los amigos se abrazaron con fuerza, entrelazados por su amistad ahora eran más fuertes que nunca.

― Ámbar...

― No lo se, no puedo asegurarte si ella volverá.

― ¿Cómo es que?

― Somos amigos, estabas furioso y creaste la ilusión en la que tu plan salia bien y le mostrabas a ella que solo eras un galán de pacotilla, ¿Tanto miedo te da enamorarte?

― Ella no es como nosotros.

― Puedo ser lo bueno que hay en ti, necesitas alguien quien te complemente.

― ¿Como el camarero y tú? ―Ámbar le dio con el cojín al muchacho mientras cerraba los ojos y masajeaba su cien.

― Vamos a entrenar Benicio, mañana no quiero errores. ― La chica intento cubrir sus mejillas teñidas por un carmesí que delataba su nerviosismo.

[.]

― ¡Feliciano!

La voz de un hombre mayor llamo la atención en la sala de un enorme mansión, las ama de llave formaban filas al lado del sujeto que almorzaba solo en la cabeza de la mesa.

― Nono, ¿En que puedo servirle?

― Oh, mi lindo Feliciano. Vas a viajar, ¿Argentina te suena?

― ¡Con Benicio! ― Los ojos del muchacho de no más de dieciséis se iluminaron, volver a ver a su primo era un sueño para él.

― Necesito que te ocupes de un mandado que le dejamos pero no puede cumplir porque esta muy delicado. ― La voz autoritaria del hombre hacia dar escalofríos a todos  menos al niño que emocionado sonreía y asentía.

― ¡GRACIAS NONO! ― Sus ondulados cabellos se movieron cuando el saltaba y abrazaba a su abuelo, era un sueño para el ver a Benicio.

― Ve, arma tu equipaje. ― Una vez que el niño salio disparado del comedor se cruzo de brazos y sonrío con malicia retorcida. "Pensar que es el único estúpido que comprende español, bueno de anzuelo al menos me vas a servir mocoso pedante."  
   

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Where stories live. Discover now