Capítulo 14

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Después de tres semanas regresé a mi casa. Ya podía vivir en paz y armonía. Estuve una semana en mi casa reposando un poco antes de volver a la escuela. No quería regresar, pero mis amigos me obligaron, al igual que mi papá.

Después de estar lista, bajé cuidadosamente las escaleras y comí algo liviano. Me monté en el auto y esperé a mi padre.

—Hoy será un gran día, tenlo por seguro.— Sonrió mi padre y yo solo asentí.

Cuando llegué a la preparatoria mis amigos me estaban esperando con un cartel de bienvenida. A estos se le habían sumado algunos alumnos de otros salones y de otros grupos. Los saludé a todos y les agradecí. Entramos al primer piso y nos dirigimos a uno de los pasillos, de repente, una voz masculina mencionó mi nombre detrás de mi.

—Yo quería pedirte una disculpa por como me comporté contigo cuando llegaste.— Juan bajó la cabeza al igual que Manuel.

—No pasa nada, eso ya quedó atrás.— Sonreí negando.

—Yo también quiero disculparme por ser su cómplice.— Mencionó Manuel apenado.

—Solo no vuelvan a hacer eso jamás, me conformo con eso.— Les pedí tocando sus hombros.

—Lo prometemos.— Contestó Juan y Manuel asintió mirándome.

—Bien.— Contesté subiendo mis hombros y sonriendo.

Juan y Manuel sonrieron para después marcharse.

—¿Acaso vi mal?— Preguntó Perla llegando a mi lado.

—Vinieron a disculparse.— Contesté suspirando mientras caminábamos.

—Wao, se nota que están arrepentidos y que trataron de cambiar.— Dijo Perla sorprendida y asentí.

—Así es, pero me alegra.— Contesté y las dos comenzamos a reír.

En cada salón los maestros me daban la bienvenida y me hacían preguntas, eran más atentos conmigo. En la hora de almuerzo estábamos todos juntos comiendo y me refiero a Zack con Ciara, Perla con Lucas y yo con, pues con ellos. Pude notar que Lucas estaba un poco ansioso y cada vez miraba para la puerta de entrada de la cafetería. Perla igual se dio cuenta, pero no preguntamos nada al respecto.

De pronto sentí una sombra a mi lado, cuando subí la vista vi a una chica muy sonriente, no la conocía, pero sabía que la había visto por los pasillos.

—Ten, es para ti.— Dijo la chica morena mientras me extendía una rosa con un sobre.

—Gracias.— Contesté sonriendo pero confundida.

Arrugué mi frente y mis amigos me miraron. Olí la rosa y suspiré, abrí el sobre y saqué una carta. La misma decía:

"Si me permites unos minutos a solas, seré el chico más feliz del mundo, no temas, solo quiero hablarte, explicarte, sacar todo lo que hay en mi... ¿me das una oportunidad? Te espero en el salón de artes, está libre ahora...
ATT: "La persona secreta"."

Me quedé ahí procesando la carta que acababa de leer. ¿Cómo sabía del apodo?

—Este chico que me escribió la carta es "la persona secreta", el que me ayudó a no morir, debo saber quien es, los veo después.— Me puse de pie y salí corriendo de la cafetería.

Razones para odiarte ®Where stories live. Discover now