Capítulo 8

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-Buscándote-

Era sábado y el padre de Austin entró tocando la puerta. Al entrar pudo ver su hijo y su amigo Stan dormidos sobre el suelo y el escritorio. Tal parece que se habían desvelado anoche haciendo tarea o algo parecido.

—¡Despierten! —Gritó el señor Cooper molesto por el desastre que estaba hecha la habitación.

—¡Ya desperté! —Gritó alarmado el ojiverde, con una hoja pegada a su mejilla con saliva.

—¿Que estuvieron haciendo? —Preguntó curioso el hombre al ver varios papeles por todad partes.

—¡Papá! —Exclamó el ojiverde con emoción. —Los Diaz están en Nueva York.

El oficial Cooper no podía creerlo, pero quería hablarlo a solas con su hijo.

—Austin... ¿Puedo hablar contigo a solas? —Susurró el hombre mirando a su hijo con seriedad.

—Yo ya me tengo que ir —Añadió Stan para dejar a ambos a solas. —Mi mamá debe estar preocupada.

—Nos vemos —Se despidió cabizbajo el chico de los tatuajes, temía de lo que fuera a decirle su padre.

Cuando Stan se marchó, el señor Cooper cerró la puerta para a hablar con su hijo.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó el hombre sin comprenderlo aún.

—Alan está en Nueva York —Exclamó Austin con alegría, una enorme sonrisa se hizo presente.

—¿Cómo lo sabes? —Preguntó el hombre curioso. —¿Él te contactó?

—No exactamente... —Susurró el ojiverde bajando la mirada. —Encontré el nombre de Sofia adjunto en unos documentos sobre un departamento viejo en Nueva York.

—Podría ser cualquiera —Añadió su padre sin creerle aún. —¿Sabes cuantas personas viven en Nueva York con ése nombre?

—Lo investigué y toda su demás información coincide —Respondió Austin convencido. Él era muy bueno con la computadora y le gustaba usar la red de la casa, ya que estaba conectada a la base de datos de la policía.

—¿Te pusiste a pensar que quizás ellos no quieren ser encontrado? —Preguntó el hombre con seriedad y mirando a su hijo directamente a los ojos para que pudiera entender la gravedad de la situación. —Recuerda que aún tienen que ocultarse de Carlos y si de alguna manera tú lo guías a ellos...

—¡Yo no haría eso! —Exclamó el ojiverde. —Protegí todo desde mi computadora. Hackie la página web del departamento y encripté los archivos para que nadie más los pudiera encontrar.

—Voy a ignorar eso último que dijiste —Añadió el hombre con una mueca, ya que su hijo había roto la ley. —Sabes que amo a esos chicos tanto como a ti. Pero tampoco quiero que te levantes falsas esperanzas.

Austin al escuchar eso toda sonrisa se desvaneció de su rostro.

—El hecho de que estén en Nueva York, no significa que puedes tomar el primero vuelo e ir a verlos. Nueva York es un lugar grande. —Explicó su padre poniendo su mano sobre el hombro de su hijo. —Sabes por qué se fueron...

—Si papá... —Susurró Austin cabizbajo.

—Pero... Buen trabajo con todo eso que hiciste de la computadora —Lo felicitó su padre con una sonrisa antes de salir. —Sé que no vas a dejar de buscar, así que avísame si encuentras algo.

Austin pasó todo el fin de semana sentado en la computadora buscando más información sobre los hermanos Diaz. Llegó la hora de ir a la escuela y éste seguía con su búsqueda.

—¿Que haces? —Preguntó su padre al entrar a su habitación.

—Buscando a Alan —Respondió rápidamente el chico tatuado.

—¿Que averiguiaste? —Preguntó curioso el señor Cooper.

—¿Recuerdas el departamento que estaba a nombre de Sofia? —Preguntó el chico y su padre sólo asistió prestando atención. —No era por qué lo hayan comprado, ellos se mudaron de ahí.

—Bueno... Al menos sabes que están en Nueva York —Añadió su padre con una mueca, mientras le daba un sorbo a su taza de café.

—Si... Pero no sé dónde —Susurró Austin frustrado, mientras se levantaba de su asiento, ya que tenía que ir a la escuela.

—Llévate mi auto hoy —Dijo su padre, mientras le lanzaba las llaves.

—¿Ésta chatarra? —Preguntó el chico tatuado con una mueca. —¿Cuando tendré mi propio auto?

—¿Lo quieres o no? —Insistió su padre ofendido, mientras extendía la mano esperando que le devuelva las llaves.

—¡Claro que si! —Exclamó el ojiverde, mientras salía rápidamente de su habitación.

Al llegar a clases se encontró con Stan en la entrada

—¿Vienes a mi casa hoy? —Lo invitó de nuevo el ojiverde.

—Si, acabo de comprar la nueva película de Avengers —Respondió Stan con emoción.

—Estaba pensado que tal vez... Podríamos seguir buscando a Alan —Susurró Austin a la defensiva.

—¿Otra vez? —Preguntó el chico pálido decepcionado. —Hemos estado buscando todo el fin de semana, no queda donde seguir la búsqueda.

—¿Entonces quiere que me rinda? —Preguntó molesto el ojiverde. —¿Así nomas?

—Solo digo que quizás ya es hora de seguir adelante —Respondió el chico a la defensiva. —Marla y yo iremos en una doble cita y podrías llevar a alguien.

—¡Olvídalo! —Gruñó el ojiverde furioso. —¡Lo buscaré yo solo!

—¡Vamos Austin! —Gritó su amigo, mientras que él ojiverde se alejaba.

—Te veo luego Stan —Fue lo último que dijo antes de desparecer.

Austin caminaba por la escuela furioso y en eso dirige la mirada a un aula, ni siquiera él sabe por qué sintió la necesidad de voltear. Pero lo hizo y pudo ver a ése chico Tom escribiendo algo en su libreta, ambos cruzaron miradas y el chico le dedicó una sonrisa a Austin.

–Éste chico está en todas partes –Renegó el ojiverde para sí mismo, mientras daba media vuelta para ir a su clase.

Sálvame [GAY] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora