Cuatro

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¿Cómo se atrevía a hacer algo así? Le había dado un susto de muerte y ahora estaba riendo, casi había caído de la silla por su culpa y él reía. Se levantó de su silla sin saber exactamente para qué y lo miró furiosa desde arriba.

- ¡¿Cómo te atreves?! ¿Estás loco? ¡No puedes hacer esas cosas! Yo intentando ser amable contigo y tú vienes y me haces cagar con tus sustos- lo reprendió, él no parecía sorprendido, más bien satisfecho pero entonces ninguno de los dos contaba con que el profesor escuchara eso.

- ¿Qué está sucediendo?- preguntó con el ceño fruncido mirando a uno y otro, en especial a Brett.

- Usted acaba de verlo, señor Lewis, ella me está agrediendo- la señaló con total seriedad.

- ¿Qué? Pero... pero... él ¡Él me gritó "Boo" en la cara y casi me hace caer de la silla! ¡Está loco!- lo señaló ella ahora, desesperada por que el profesor le creyera pero no era necesario decir mucho, él le creía.

- Brett, deja de ser un dolor en el culo ¿Quieres?- Edi jadeó de sorpresa ¿Qué tenía ese chico que hacía decir groserías a todos?

Contrario a lo que pensó, él solo sonrió al señor Lewis.

- Eres graciosa enfadada- murmuró cuando estuvo sentada de nuevo y comenzaban a llegar los demás. Edimina estaba asombrada y ofendida en partes iguales ¿Quién se creía este personaje?

Así se pasaron dos semanas más, y en todos esos días ella no se pudo librar de las pequeñas molestias de su compañero de banco. Cada día era algo diferente, la verdad lejos de ser un tipo rudo a ella le parecía ahora uno de esos chicos tontos molestos de cinco años que le pegan chicles en el cabello a las niñas.

No entendía como era posible que le haya tenido miedo, aunque cuando estaba sentado junto a ella y cuando andaba por los pasillos era como ver a dos personas diferentes. Como si sentándose se desactivaran todos sus sentidos de matón.

Hoy había ido a la biblioteca en la tarde, eran casi las ocho y no había salido pero tenía que hacerlo porque a las ocho se cerraba. Juntó sus cosas, tomó el libro de romance que había estado leyendo y caminó hasta el mostrador para que la bibliotecaria anotara su nombre y el del libro para poder llevárselo, la simpática mujer ya la conocía y sabía que no habría ningún problema. Salió envolviéndose bien con su abrigo, era una noche bastante fría y ahora ya no le parecía tan buena idea haberse quedado hasta tarde.

Tenía que caminar una cuadra hasta la parada del autobús o llamar un taxi y esperar allí fuera quién sabe cuánto tiempo. Esa última opción no le gustó así que suspirando y aferrándose a su bolso, comenzó a caminar pero no dio ni diez pasos cuando alguien la sujetó del brazo, así que sabiendo que no tenía mucho tiempo si esto era un ataque, gritó lo más fuerte que pudo.

- ¡Auxilio! ¡Ayuda! ¡Me quieren asesi...

- ¡Cierra la boca!- le gritó mientras la sostenía por los hombros, ella lo miró asustada, pero no podía negar que sintió un alivio enorme cuando supo que era él y no un asesino- ¿Qué haces aquí tan tarde?- preguntó cuando la vio más calmada.

- Estaba en la biblioteca- respondió desviando la vista de él y sus inquisitivos ojos mieles, bien, admitía que todavía le daba algo de miedo y la ponía nerviosa como nadie lo había hecho.

- No debes quedarte hasta estas horas, es peligroso. Te llevaré- ordenó y comenzó a caminar con ella hasta su motocicleta.

- ¿Qué haces tú aquí?- no quería sonar muy impertinente así que mantuvo su tono de voz un poco bajo, no sea cosa de que se molestara.

- Estaba en la biblioteca- eso era nuevo ¿Quién se lo esperaría?

- No te vi- murmuró.

- Debe de ser porque no leo basura romántica- ¿Basura? 

- ¿Qué te pasa? El romance no es basura, hay libros muy buenos con historias emocionantes, maleducado grosero- él le soltó el brazo del que la arrastraba para subirse a su motocicleta, mirándola con una sonrisa encantadora.

- Sube- ordenó una vez más, pero ella se sentía rebelde, tal vez por la compañía diaria, y se negó.

- No quiero, me iré en autobús- se giró y comenzó a caminar pero tampoco esta vez llegó muy lejos.

- Si no te subes tú misma, me bajaré y te subiré yo, y en el camino te daré unas cuantas nalgadas por ser una niña buena- ¿Qué? ¿Qué carajos le pasaba? 

Se giró un poco para mirarlo asombrada y enseguida comenzó a caminar de nuevo lejos de él, pero antes de voltearse de nuevo lo vio negar como si estuviera decepcionado, ella sabía que solo se divertía, pero entonces comenzó a bajarse de la motocicleta. Edi empezó a negar muy rápido.

- ¡Okey, está bien!- gritó extendiendo sus manos abiertas como si así pudiera detenerlo- Subiré - dijo con el tono suficiente para que la escuchara. Sabía que no podía hacer otra cosa, no era nada rápida y él la atraparía enseguida, pero tampoco entendía por qué se empeñaba en llevarla, la primera vez podría ser por ser amable, aunque viniendo de él era raro, pero casi obligarla a subir para llevarla y no dejarla allí ya era algo demasiado raro...  daba un poco de miedo- No sé cómo subirme a esto - susurró ya estando junto a él, Brett se volvió a bajar y sin que ella tuviera tiempo de notar lo que iba a hacer, la levantó.

- Abre las piernas- Edimina se sonrojó violentamente. Una vez acomodada, subió él y encendió el motor- Agárrate, no quiero tener que detenerme por el camino porque te caíste- asustada por esa posibilidad rodeó rápido su torso con sus brazos, apretó la mejilla contra el cuero de la chaqueta de su espalda y esperó. Oyó la risa grave de Brett antes de sentir un fuerte impulso hacia atrás al salir tan rápido, cerró sus ojos con fuerza y se dejó acariciar por el viento en sus costados, despeinándola por completo.

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