Dieciséis (Brett)

7.2K 316 171
                                    

LOS CAPÍTULOS ESTÁN DESORDENADOS, FÍJENSE EL TÍTULO ANTES DE LEER.

Brett.

Decir que estaba excitado era subestimar a mi polla. La jodida cosa estaba dura como roca y firme como un mástil, tal vez mi unicornio podría usarla como perchero una vez termináramos, porque la cosa no bajaría aunque mi niña se encargara de exprimirla.

Estoy siendo un poco brusco con su ropa, pero es que el puto sujetador me está retando. La cosa está entre mi boca y las tetas que he estado deseando por semanas. Dándome por vencido luego de tres segundos, lo rompo en medio, igual que como lo hice con la parte superior de su vestidito rosa, descubriendo unos pechos con pezones rosados oscuros, regordetes y arrugados listos para mí.

Hace un intento de taparse y la detengo.

- Eres tan sexy, Edimina. No sé qué me has hecho pero no puedo pensar en otra cosa que follarme tu dulce coño virgen- gemí cuando ella jadeó, tan inocente mi niña.

Sonrío y me inclino hacia sus pechos, está tan sonrojada que el color cereza llega a ellos. Me acerco y meto un pezón a mi boca, chupo disfrutando del sabor de su piel y abro más para succionar todo lo que pueda de ella.

- No podrías engañar a nadie, unicornio. Todos los demás hombres saben que hay un tesoro entre tus piernas, pueden oler tu coño virgen así como lo huelo yo ahora mismo, y quieren reclamarlo para ellos- gruño inevitablemente, el solo hecho de pensar en alguien más tocando lo que es mío me pone furioso- pero es mío, tus bonitos muslos van a doler gracias a mí y sólo a mí. Siempre.

Ella parece conmocionada, lo veo en sus ojos. Pero también quiere esto, lo desea, lo necesita tanto como yo. Y voy a dárselo pero ella tiene que pedírmelo.

- Dime, unicornio. Dime que quieres que te folle, no lo haré hasta que estés segura.

Ella asiente frenética. Y balbucea cortas afirmaciones.

- Todo, dilo todo- ordeno.

- Quiero... - susurra sonrojada.

- ¿Qué quieres nena? Pídemelo- separó sus piernas y froto el bulto de mis pantalones sobre su coño cubierto de bragas rosas de algodón. Mierda carajo. Ella lo hace a propósito, se pone esos vestiditos de niña para tentarme. Me la pone dura cada vez que la falda roza sus muslos suaves, siempre me pregunto si llevará bragas rosas o blancas. No me decido por cuál color es más inocente.

- Por favor, Brett- gime con voz ausente. Mi nombre en sus labios siempre es tan puro.

- ¿Qué, mi niña?

- Por favor, quiero... quiero que me folles. Necesito... no sé, algo pasa, Brett.

Por todos los dioses. Ella es tan inocente que ni siquiera sabe lo que sucede con su cuerpo. Pero doy gracias que sea yo quien le enseñe.

No me detengo, sigo frotando viendo como sus tetas rebotan, como se deshace debajo de mí y de nadie más. Es tan mía en este momento, pero no es suficiente, va a ser mía de todas las formas que sean jodidamente posibles. Sus uñas se clavan en los costados de mis hombros desnudos, pero sé que ella no lo nota porque está tan concentrada en su placer que no puede pensar en nada más. Siento lo mismo. Solo la pienso a ella... no, ni siquiera puedo pensar... Me consume, me arrastra hacia su cuerpo. No puedo ni quiero evitarlo, me inclino y una vez más chupo uno de sus pezones, entierro mi cara en la tierna carne de sus pechos redonditos.

Voy a darnos un orgasmo, voy a lamer su coño y luego finalmente me voy a enterrar tan dentro de ella que me voy a follar su útero.

La veo en el borde y detengo mis movimientos rápidos para dar una larga frotada sobre sus bragas, y entonces ya está. Ambos explotamos, ella gritando mi nombre y yo gruñendo el suyo.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora