Nueve

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Nuevo día, sábado para ser exactos, y ella amanecía con el peor dolor de cabeza en la historia de los dolores de cabeza... al menos según sus propios dolores de cabeza, que nunca fueron tan atroces.

Se sentó en la cama, levantando consigo las cobijas que cuando cayeron dejaron a la vista una Edimina por completo desastrosa, despeinada, con el maquillaje corrido y una expresión de dolor y enfado en el rostro. Rory la miró desde el medio de la cama con curiosidad, ladeó la cabecita, la examinó con su ojitos negros y decidió que no le tomaría importancia porque saltó de la cama, mordió una de sus pantuflas y se la llevó.

- ¡Rory! Ven aquí pequeño demonio- con una sola pantufla corrió persiguiéndolo hasta la cocina donde cuatro personas desayunaban, el pequeño traidor se subió a las piernas de su tío, quien se lo había regalado, dejando allí su trofeo, y luego trepó hasta el cuello de Rick. Él miró la pantufla que Rory le había dejado y sonrió.

- Todavía roba cosas por lo que veo.

- Oye, siéntate - Lola le movió una silla invitándola, como si la visita fuera Edimina y no ella.

- ¿Qué haces aquí tan temprano?- preguntó sin moverse de donde estaba.

- Son las diez, no es tan temprano, siéntate a desayunar - y de nuevo Lola se concentró en su propia comida.

- ¿Y te divertiste? - preguntó su madre con una sonrisa, todos esperaban su respuesta observándola como si supieran algo.

- Lola nos contó que te trajo Brett - comentó su padre, todos lo miraron juzgándolo.

- ¿Cómo sabes eso?- miró sorprendida a su amiga.

- Brett llegó a la fiesta un rato después de que te perdí de vista, le pedí que me ayudara a buscarte y como una hora después me mandó un mensaje de que te había traído a casa - se encogió de hombros, todos asintieron sincronizados al tanto de cada detalle.

- ¿Por qué tienes el número de Brett? - esa era la única pregunta que se le había venido a la mente junto con un raro sentimiento de posesividad, casi como si estuviera celosa...

- Se lo pedí en la fiesta por si alguno de nosotros te encontraba. Yo preocupada por tí y tú montando...

- ¡Lola! - gritó toda sonrojada.

- Montando en su motocicleta - dijo con expresión inocente - Estás perturbada, ese tipo ya te corrompió. Es lo que tienen los tipos malos como él. - negó como si estuviera decepcionada, pero nadie creía una palabra.

- Eso es verdad- susurró Kenneth distraído - Y aún así siempre salen con los tipos malos.

- Por eso todas las chicas siempre me prefirieron a mí - se burló Rick de él, Kenneth repitió su frase con la típica entonación de "pir isi tidis lis chicas mi prifirieron a mi", ganándose un regaño de su esposa. Entonces Rick giró un poco la cabeza y notó algo - ¿Qué tienes en el brazo? - preguntó de pronto con el ceño fruncido, todos la observaron, ella se observó.

Había una marca, tan roja como puede ponerse la piel, en cada brazo producto del forcejeo con quien la atacó en la fiesta. Recordaba todo lo que había pasado, al parecer la borrachera no estuvo tan fuerte, y también recordaba cuando la tomó de los brazos con brusquedad y la pegó contra la pared.

- ¿Brett te hizo eso? - preguntó Lola con horror, todos miraron a la rubia un segundo para volver a verla a ella, su madre con la misma expresión horrorizada, su padre y su tío no parecían más felices.

- Creo que fue mala idea que fueras...

- ¡No! - interrumpió a su madre - No fue Brett - la observaron con duda- Lo juro, nunca les mentí, y no soy tan ingenua como para defender a alguien que fue capaz de hacerme esto - señaló - Fue todo lo contrario.

ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora