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Oficialmente, mi madre porta el apellido Jeon y no Kim. Eso hace que me sienta desplazada, al igual que mi pequeña hermana. Antes de la boda, mamá nos había preguntado si queríamos cambiarnos el apellido, y lo único que hice fue darme la vuelta y salir de la pequeña sala en la iglesia donde nos encontrábamos.

Había conocido a la familia Jeon, todos eran un tremendo encanto. ¿En serio Jungkook formaba parte de ella? Ni idea, pero esa familia me había hecho sentir a gusto entre los ricachones del país, los cuales estaban allí de puro postureo. Muchos primos de la familia me habían invitado a bailar y verdaderamente me divertí mucho, ninguno de ellos era como Jungkook, y luego caí en la cuenta de que Jeon Dakho no provenía de familia rica, y que él había levantado su propio imperio a la temprana edad de veintisiete años. Por lo que en sí, la familia Jeon no era rica. 

Me había tenido que poner quilos de corrector y pintalabios rojo escarlata para tapar la herida que Jungkook me hizo. Le dije a mi madre que resbalé y me golpeé esa misma noche, y me puso una pomada que me alivió los siete paraísos. Sin embargo, me había quedado una raja ancha con sangre y un moratón al rededor. 

Lo bueno es que no vi a Jungkook en casi toda la noche, solo una vez coqueteando con una camarera, misma camarera que desapareció por toda la noche. 

Al día siguiente hice el favor de contárselo todo a Hara, la cual ahora no me habla, y siempre que le envío un mensaje, me contestaba con monosílabos. Unos monosílabos que me tenían angustiada y sin saber que hacer para recuperar a mi mejor amiga. 

Y hoy, martes, había ido a mi instituto para hacer mis últimas clases y despedirme de mi profesora de arte y literatura. A los demás verdaderamente no les quería volver a ver el pelo en mi vida. Además de arreglarlo todo con mi mejor amiga, pedirle perdón por dejarla tan olvidada. 

―Bien, hoy haremos una clase diferente. No hablaremos de las palabras reflexivas de Shakespeare o las comedias de Cervantes. Hoy nos centraremos en Buda ―habla nuestra profesora escribiendo el nombre con letras. Aun me costaba un poco leer así, pero poco a poco me iba familiarizando con él. 

Me emociono siempre que vamos a hablar de alguien nuevo que consiguió cambiar una pequeña parte del mundo con sus sabias palabras que pocas personas conseguían interpretar o entender bien. 

―Poneos en parejas ―dicta. 

Antes de que pueda girarme, siento como alguien arrastra su silla y la pone a mi costado. Me giro, y me encuentro con el rostro de mi mejor amiga, lo que me hace sonreír ampliamente.  

―Ya hablaremos después ―me dice cuando justo voy a pedirle disculpas. 

Asiento y vuelvo la atención a la clase. 

―Os repartiré una frase de Buda, y vosotros tenéis que explicar que os transmite y que es lo que creéis de su significado ―concluye dejando unas tarjetas cuadradas en cada mesa en la que se encuentran sentadas las parejas. 

Justo cuando la deja donde estamos nosotras boca abajo, se para en seco y me mira con los ojos entrecerrados. 

  ―Dios mío Jae, ¿que te ha pasado en el labio? ―pregunta horrorizada. 

Eso hace que la mayoría de la clase se gire para mirarme. Me encojo en mi sitio, no me gusta que me den tanta atención. Hara suelta un gritito al verme y se lleva la mano a la boca. Joder, ¿tan mal estaba el labio? Si, lo tenía medio morado y una herida con sangre seca, y dolía mucho, pero no creí que fuera tan exagerado. 

―Yo... Me caí ―miento. 

―Menuda caída, échate mucha pomada curativa ―me recomienda, a lo que asiento y sigue repartiendo. La clase se da la vuelta y también vuelven a lo que estaban haciendo.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Where stories live. Discover now