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Por mucho que desee volver a besarlo y tocarlo. Por mucho que le desee a él de vuelta junto a mi.

No puede ser posible.

Aprieto los labios y con toda mi fuerza de voluntad, bajo mi mano a la suya, apartándola de mi cintura con cuidado. Él me mira con confusión y los ojos acuosos por alcohol que lleva encima. Con las dos manos le aparto por los hombros, me ato el albornoz y bajo del lavamanos.

―No entiendo porque haces esto, Jae ―me reprocha.

Inspiro con profundidad, le cojo del brazo y le ayudo a caminar para salir del baño con paso lento. Es obvio que no está en sus cinco sentidos, necesita descansar y volver a ser él para poder odiarlo.

―Claro que si campeón, no voy a dejar que me toques así ―decreto entrando por la puerta de su habitación, le guio por dentro, y Jungkook se deja, como un muñeco de trapo.

Menos mal que no es de los que se desmaya o tienes que arrastrar contigo; moriría en el intento de cargarlo. Lo siento en la cama, suelto un gran suspiro de frustración cuando veo que se le van los ojos, desorbitados, sin saber donde fijarlos. Esta vez se ha pasado, jamás le había visto así, ahora viéndolo mejor que en el baño: con los ojos completamente rojos, sus mejillas igual, y un olor repugnante.

―¿Me dejarás tocarte cuando esté sobrio?

Niego con la cabeza queriendo taparme la nariz de su hedor. Y sin pensarlo mucho le quito la chaqueta, ganándome un apretón de caderas por su parte. Le quito las manos de ahí con un manotazo y una risita infantil por parte de él mientras sigo con lo mío.

―No, Jungkook. Fuese lo que fuese que tuviésemos ya no está. ―Le quito la camiseta, dejando a la vista su espectacular abdomen.

Agradezco que no esté mirando mientras me lo como con la mirada.

Se muerde su labio inferior, y junta sus dos manos sobre el regazo. Ahora está serio, con el ceño totalmente fruncido y la mandíbula prieta, como si no le gustase la situación o lo que oye.

―No fue mi decisión dejarte ―suelta.

Dejo escapar una risita nasal falsa mientras me agacho para quitarle sus botas. Lo más normal del mundo; hablar de ese "algo" que tuviste con la persona que estás desnudando. Pero así es como van las cosas, supongo que Jungkook ha dejado eso en mi que no me permite dejarle ir del todo.

Y me frustra.

―Vaya, eso suaviza todo mucho ―ironizo decantándome entre dejarle los pantalones o no.

Decido dejarle los pantalones con un ademán y le tumbo en la cama, mientras él mira enfurruñado el techo. Me controlo por no reírme porque parece un niño de seis años que se ha enfadado por que no le daban la atención suficiente. Solo que el niño es el chico que te ha roto el corazón largándose sin ninguna razón de la noche a la mañana.

―Me gustaría poder contarte todas y cada una de las razones.

―Y a mi me gustaría escucharlas y poder creerte. ―Le acomodo las mantas sobre él, hasta el cuello, pero se removía a cada rato.

―No soy tan malo como crees.

Suelto un suspiro.

―Lo sé, pero que no intentes demostrar lo contrario no te traerá beneficios ―digo incorporándome, llevando las manos a mis caderas sobre el albornoz que tapaba mi cuerpo.

Jungkook me mira con intensidad. Alarga su mano y coge mi muñeca antes de que me diese tiempo siquiera a girarme. Todo mi cuerpo vuelve a estremecerse por su tacto. Ni siquiera se porqué sigo a su lado después de todo, o porqué sigo pensando que no es tan malo.

Wicked»  j.jungkook (Saga Bad Guys #1)Where stories live. Discover now