Una obra pícara donde Ivonne McCain cumple un papel principal. ¿Y Severus Snape? Bien, el deberá valerse en una "materia" de la cual, no sabe nada.
En el fic anterior, ella era miembro de una orden de elite y dueña de un dragón. Cumplía un papel her...
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- ¿Lengua élfica? ¿A quién se le ocurrió dar esa materia?
- Como si no tuviéramos suficiente con Francés.
- Francés es entendible. Se habla bastante ese idioma. Pero... ¿élfico?
- ¿Esa lengua no había muerto?
- Como si fuera poco, es obligatorio. O élfico o ruso....
Comentarios como esos, y otros no reproducibles, dominaban las bocas de los alumnos al comenzar el último año en Hogwarts.
Decisión extraña y apresurada de un director que se suponía, debía representar inteligencia. Pero, ni modo, por algo lo había decidido.
El ministerio de magia consideró algo baja la cantidad de materias que se estaban dando, por lo que tomaron la medida de que se implementaran otras, que explotaran más el cerebro de los alumnos que, ni bien habían comenzado y ya estaban hastiados de tantas materias.
¿Por qué? Nadie lo sabía.
El rumor era que Voldemort había controlado el ministerio de magia y quería matar a los alumnos con derrames cerebrales. Uno, por supuesto, falso. Preferían un hechizo Cruciatus de dos horas de duración y un Avada Kedavra.
¡Ánimos! Ya era la segunda semana de clases y el primer tortuoso examen estaba presente. Resultado: la mitad del alumnado no lo había pasado.
El suicidio era el segundo pensamiento de los alumnos.
Primero estaba el asesinato del ministro...
Un grupo considerable de alumnos, decidió tomar clases de ruso.
Terrible, espantosa, espeluznante idea.
El alumno que había dicho que el ruso era más fácil que el élfico, fue encontrado en la enfermería pocos días después, con una generosa paliza.
Materia engorrosa dada por un profesor tan amargado, que se decía que era la parte mala del profesor Snape. Totalmente injusto. Le daba lo mismo si llegabas tarde por vago, que por haber salido de una operación de corazón, cerebro y pulmones al mismo tiempo.
Famoso por escupir "sin querer" mientras hablaba, mirar atributos femeninos y enseñar de la manera más difícil posible.
El ruso, en si, era tortuoso. No era el simple cambio de una palabra por otra, como el élfico. No. Era cambiar todo el orden de las palabras en una oración.
Pero el error mortal estaba hecho. Una vez que se optaba por una materia, no era posible cambiarse.
Los pocos que se habían tomado la molestia de ir a la clase orientativa, se dieron cuenta que la profesora Ivonne McCain era muy comprensiva y que el élfico sería más útil que el ruso, durante una batalla.
