Una obra pícara donde Ivonne McCain cumple un papel principal. ¿Y Severus Snape? Bien, el deberá valerse en una "materia" de la cual, no sabe nada.
En el fic anterior, ella era miembro de una orden de elite y dueña de un dragón. Cumplía un papel her...
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Luciendo un simple vestido blanco, Ivonne se dirigió a hablar con Severus.
Sentado en el sillón, la vio acercarse, y notó su preocupación en la cara, al igual que un ligero miedo.
Se puso de pie de inmediato.
- ¿Qué pasa?- Indagó con preocupación.
- Sev... No se como decir esto...
- ¿Tan malo es?
- No se... Tal vez... Solo...
- Hey- Se acercó abrazándola con suavidad- Calma. Estas por casarte con uno de los mejores magos de la historia. No hay problema lo suficientemente grave.
- Si... Lo se.
- Dilo rápido y de una vez. Dicen que así duele menos, como cuando arrancas el pelo...
- Creo que estoy embarazada.
Severus no esperaba eso.
- Dije creo...- Intentaba solucionar ella- No estoy totalmente segura. Pero... ¿Y si lo estoy?
- Honestamente... No se... Nunca lo había pensado... O si... Pero no tan pronto... ¿Por qué crees que lo estas?
Ella tomó una de las manos de Severus y la puso en su bajo vientre.
De inmediato el notó que la panza no era como antes y su magia le indicaba que eso, era embarazo.
- Si, lo estas...- Susurró el.
Ivonne se sentó, con un nudo en la garganta y unas terribles ganas de llorar.
- Tendría que haberme cuidado... ¿Como pude ser tan tonta?
- Cálmate un poco- Le dijo Severus sentándose al lado- Lo dices como si fuera un problema demasiado grave.
- Lo es... Tú no quieres hijos... Lo siento... Lo entenderé si decides cambiar de opinión.
- Iv... Tonta apresurada... Si quiero.
Ella lo miró a los ojos. Veía la honestidad en esas perlas negras.
Severus recibió un abrazo y sintió esa luz interior, que crecía como un Patronus.
- ¿Qué quieres que sea?- Preguntó ella con la mirada llena de vida.
- Para empezar, un niño. Luego veremos.
- ¿Quieres mas de uno?
- ¿Tu no?
- ¡Ho, Sevy!- Exclamó mientras lo besaba.
La familia Snape, estaba creciendo.
Las horas se hicieron semanas, y Hogwarts volvía paulatinamente a la normalidad.
Sin embargo, un evento de gran magnitud se estaba generando.
Todos buscaban sus mejores trajes de gala y los profesores organizaban la mejor decoración para embellecer el gran salón.
Ivonne y Severus habían pedido una boda privada. Algo que se les fue permitido a cambio de su presencia en el baile público.
Todo se veía perfectamente. Suaves tonalidades de celeste, grandes dosis de blanco y algunos detalles en negro. Era una forma de simbolizarlos. El celeste y el negro, representaban a Ivonne y Severus. El blanco, la boda y el bulto que se mantenía estable.
Jarrones llenos de flores azules, cintas y manteles con simples bordados en negro.
Una suave y baja música instrumental se maneta a la espera de la pareja Snape.
Algunos bailaban, otros muchos conversaban.
- Bien mi amigo- Le dijo Remus mientras se acercaba a Sirius- Ahora si que Ivonne es intocable.
- Intocable, inmirable, inimaginable... Tan solo nombrarla seria peligroso.
- ¿Estas bien?
- Claro... Incluso estoy feliz. Ella no podría estar con alguien mejor. Si hay persona en este mundo que sea para ella, ese es Severus.
- Lo mismo digo de él...
- ¿A que te refieres?
- Después de todo lo que el ha pasado... Esto es como el fruto del árbol. Por fin tiene felicidad, en la mejor calidad. Si hay persona en este mundo que sea para él, esa es Ivonne.
- Muy cierto... El uno para el otro.
- Ambos tercos e inteligentes.
Sirius y Remus rieron y vieron dos figuras aparecer en la puerta principal del gran salón, mientras la música ceremoniosa indicaba quienes habían llegado.
Una hermosa Ivonne, de pelo recogido, y un simple y elegante vestido de novia, surgía tomada de la mano de un Severus orgulloso, vestido con la misma ropa de siempre, pero de color blanco. Esa seria la única vez que llevara una ropa completamente blanca. Lo había dicho días antes.
Todos los presentes aplaudieron. Ellos ya eran, oficialmente Severus e Ivonne Snape.
El primer baile de la pareja, dio inicio.
Perfecta sincronización y gráciles movimientos. Los dos eran un dúo que valía la pena observar.
El baile general dio inicio para continuar varias horas entre risas, alegría y buenos momentos.
