El cuarto secreto

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Autor: Helindir.

Ivonne entró despacio, con una buena cantidad de bolsas, que dejó suavemente en la mesa del comedor

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Ivonne entró despacio, con una buena cantidad de bolsas, que dejó suavemente en la mesa del comedor.

Caminó sigilosa hasta su recámara y se asomó. Sonrió tiernamente al ver al ex mortífago durmiendo. Como lo hacía desde siempre, no roncaba.

Volvió a la cocina con igual sigilo. Sentía hambre, mezclado con el sueño, por lo que decidió cocinar algo. No quiso apresurarse. Tenía tiempo de sobra y quería dejar que Severus durmiera un poco más.

Casi dos horas después, ella volvió a asomarse a su recamara. Se acercó y se sentó en la cama, poniendo su mano en uno de sus hombros, y sacudiendo levemente al sujeto que allí dormía.

- ¿Qué? ¿Qué?- Se sobresaltó.

- Es hora de comer.

Ivonne se retiró en silencio mientras Severus intentaba despertarse. Caminó pronto al baño; debía lavarse la cara como mínimo. No tenía idea de cuánto tiempo había dormido.

Al llegar al comedor se encontró con una imagen que prácticamente lo dejó impactado.

La mesa perfectamente preparada, todo limpio, un exquisito olor a comida e Ivonne terminando de acomodar algunas cosas en la heladera... una escena que acompañaría sus recuerdos para siempre.

La vio sentarse con mucha tranquilidad. Y ella lo vio de pie, como si fuera una columna para detener el techo.

- Sev, no te voy a invitar a que te sientes. Piensa que es tu casa. Solo ven a comer.

- Con el simple detalle de que no es mi casa, es tuya- Aclaró mientras se sentaba.

¿Qué podría decir él? Exquisito era poco. Realmente adoraría estar todos esos meses con ella.

Durante el resto del día, Ivonne se dedicó a explicarle, cómo podía, el uso de diversas cosas en la casa. La ventaja estaba en que la inteligencia de Severus, le permitía entender fácilmente muchas cosas. Pero otras, como el funcionamiento interno del televisor, realmente, eran desastrosas. Sobre todo por que ni Ivonne sabía bien el como...

- No, aun no entiendo- Protestaba Severus durante la explicación del televisor.

- Ya te explique como usarlo, y para qué sirve. ¿Por qué quieres saber cómo funciona?

- Por que quiero saber.

- De acuerdo, pero yo tampoco se bien... Pero no es necesario que sepas eso... No vas a desarmarlo para arreglarlo...

- Bien, bien. Olvida eso. Entonces explícame por qué hay tantos sellos élficos en toda la casa. En las puertas, las ventanas, los aparatos esos...

- Esos sellos sirven para mucho. Hace ya varios años que están funcionando. Por ejemplo, las de las puertas y las ventanas, son para impedir que algo o alguien entre sin mi permiso.

- De protección.

- Exacto. Y los que están en los aparatos, es para que funcionen eternamente. Igual que el Expreso de Hogwarts. Funcionan a pura magia.

- Inteligente.

- Gracias. Y también tengo otro sello. Ven.

Al igual que había hecho frente a Sirius, lo tomó delicadamente del brazo y lo encaminó hacia la habitación. Allí estaba ese placard de madera clara, de cuatro puertas, incrustado en toda una pared. Ivonne se dirigió a la tercera puerta y le dijo:

- Ábrela.

Lo hizo, y él solo encontró una pared de ladrillos. Vio uno de los bloques centrales, con casi imperceptibles escrituras élficas.

Ivonne cerró la puerta y la volvió a abrir. Ahora había un cuarto, tan grande como la misma habitación.

Severus fue empujado dentro, seguido por Ivonne.

- ¿Qué te parece?- Le dijo ella- Aquí guardo todo lo que es importante. Es más, este cuarto ni siquiera está en el mismo edificio. Pero no te diré donde.

- ¿Y que tienes aquí?

- Tantas cosas que ya no recuerdo bien. Pociones, amuletos, elementos varios que los muggles no deben encontrar, mi amado baúl...

Ivonne pareció recordar algo, y comenzó a buscar entre los estantes que cubrían las paredes. El suelo estaba lleno a más no poder de baúles, libros y cajas. Y en el centro de todo, una mesa con algunos papeles. Severus vio que el techo y el suelo eran de piedra sólida, posiblemente granito. Estaban debajo de algo, lo más seguro, en una cueva.

También vio a Ivonne tratando de llegar a un sobre grande de color marrón, ubicado en un estante alto, demasiado alto para ella.

Se acercó e intentó llegar, pero tampoco lo logró. El estante estaba a pocos centímetros del techo.

- ¿Es demasiado importante el contenido de ese sobre?- Preguntó mientras Ivonne reía.

- Si. Pero no te preocupes, usare la mesa.

- ¿Cómo vas a traer la mesa si hay toneladas de cosas en el suelo? A duras penas que podemos mantenernos de pie...

- ¿Se te ocurre alguna otra idea?

Claro que se le ocurría una idea. Era uno de los sujetos más inteligentes del mundo mágico. El problema no era ejecutar el plan, sino que ella quisiera hacerlo.

- ¿Confías en mí?

Ivonne se alteró. Que Severus preguntara eso, era por que su vida prácticamente peligraba. Sin embargo, asintió. Había confiado en él durante años. Eso no cambiaría ahora.

- Párate en la mesa- Le dijo con su clásica voz ronroneante.

Esquivando baúles y montañas de cajas, se subió a la mesa y se paró en ella, casi golpeándose con la lámpara que colgaba en el techo.

Severus se acercó y se paró junto a la mesa. Ella aun no entendía el plan. ¿Qué rayos seguía?

Se dio vuelta y dijo:

- Sube.

- ¿Cómo que suba?

- A mis hombros. Quieres llegar a ese paquete ¿No?

La idea de subirse a los hombros del renombrado Snape, la hizo sonrojarse. Pero por suerte, desde ese ángulo, el no la vería.

Cuando él se agachó, se subió y él se enderezó. La altura justa. Sentía su cabello rozar contra el techo.

Severus se tomó su tiempo para esquivar lentamente el lió de cosas que descansaban en el suelo. No solo lo hacía para evitar caerse y desnucar a Ivonne, sino por el hecho de que no quería terminar esa cercanía que lo emocionaba.

Lamentablemente, ya había llegado al estante e Ivonne sacó a ese bendito sobre.

Ivonne bajo hábilmente de los hombros de su amigo, abrió el paquete y comenzó a sacar varios papeles. La mayoría tenían su foto.

- ¿Y que es todo eso?- Le preguntó al verla revisar.

- En el mundo mágico, con que digas tu nombre y quien es tu padre, todos te reconocen. Aquí no. Eres un completo desconocido. Y puedes ser un asesino, un fiel trabajador o un hombre de negocios, nada es seguro. Estos papeles le dicen a los muggles quien soy, que hago, que puedo hacer. Y tu, mi amigo, vas a necesitarlos. O estaremos en problemas.

- Yo no tengo nada de eso.

- Precisamente...

Ambos salieron de la sala en un extraño silencio.

En Busca de la Magia | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora