Parte 2

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Faltaban exactamente 10 días a mi décimo cumpleaños cuando llegué a la casa de Madame Blanchett. Ella vivía en una casa tan grande, de paredes azules y ventanas grises, todo al estilo francés. Tenía un jardín perfectamente arreglado, simétrico, con muchas flores, sobretodo rosas blancas. Había visto a Madame solo unas 3 veces en mi vida, y siempre me había dado algo de miedo.
En el momento de mi llegada, ella estaba parada en la puerta, tenía el cabello medio gris y medio rubio, ojos caídos, de un color miel brillante y unas cuantas arrugas en la frente. Recuerdo que tenía puesto un largo vestido negro que le daba un aire muy severo y aterrador:
- Te doy la bienvenida a la maison Blanchett. Tu eres Calliope Elizabeth, ¿verdad?

Recuerdo que estaba muy nerviosa, ya que estaba lejos de casa y que solo quería ver a mi mamá. Aquella mujer me hacía sentir incómoda, así que me limité a pronunciar un pequeño "sí", sin siquiera mirarla a los ojos:

- Ven niña, te mostraré la casa. Puedes llamarme Madame, ¿está bien?

Yo simplemente asentí:

- Disculpa querida, ¿acaso te ha comido la lengua el gato? ¿Nadie te enseñó la educación? No hagas que me arrepienta de haberte salvado.

- Disculpe Madame...

Recuerdo que sonrió.

Tras nuestra pequeña charla, me acompañó hacia el interior de la casa.
Tenía un aspecto un poco tétrico y anticuado, muebles de roble, sillones por todos lados, fotos, cuadros, libros. Era tan grande que sentía que sería muy fácil para mí perderme.
Fuimos directos al que sería mi dormitorio.
Era Grande, obviamente. El doble que el de mi casa anterior, había una cama gigante solo para mí, una librería llena, un escritorio, espejos y un placard. Recuerdo claramente que había un cuadro, una extraña imagen de una niña con un helado y una muñeca.
Puse mis valijas en la cama y luego continué el recorrido:

- Bien, hay una cuántas reglas que para mí son de vital importancia.
Número 1: me tienes que llamar siempre y exclusivamente Madame, usar un tono de respeto y ser muy cordial conmigo y con el personal doméstico de la casa.
Número 2: si vez que estoy en mi dormitorio o en el tercer piso, jamás me molestes, porque me enfadaría mucho y te castigaría.
Número 3: deberás estudiar mucho, aprender francés, matemática y literatura, el hecho de que seas una niña no es un atenuante para que te la pases jugando todo el tiempo. Aquí no voy a mantener a gente que se divierte todo el día.
Número 4 y no por eso menos importante: no se habla del pasado. No se hacen preguntas inoportunas.
¿Será difícil de recordad pequeña Calliope Elizabeth?

- No Madame, recordaré todo, lo prometo.

Volvió a sonreír:

- Calliope Elizabeth. No es un nombre muy normal, de hecho mi sobrina siempre fue demasiado excéntrica. Calliope era una musa de la mitologia griega, suena bien, pero no es adapto para una niña como tú. Y Elizabeth es demasiado común y tu eres particular, estoy segura. De ahora en adelante te llamaré Lilith.

- ¿Lilith?
Pregunté confundida.

- Sí, deriva de tus dos nombres. CalLIope ELIzabeTH. ¿Entiendes pequeña?

Asentí otra vez.

Seguimos el recorrido, nunca había estado en un lugar con tantas piezas como esa. Habían tres jardines, 5 dormitorios , una cocina gigante, un comedor, un salón de fiesta o baile, tres baños, una biblioteca, y el famoso tercer piso que conducía a un lugar cerrado con llave que no pude ver.
Noté que había muchos gatos en esa casa, uno en particular blanco con algunas manchas negras que me gustó mucho. Mádame dijo que su nombre era "Lucille" y que si quería podría ser mi gato.

Me gustaba ese lugar, aunque debo admitir que tenía un toque hostil. Quizás era por los empapelados, las alfombras o algunos cuadros.
O quizás era por algo que había ocurrido allí, algo que había marcado ese lugar para siempre.
Pero de esto hablaremos más adelante...

Cherries And CigarettesWhere stories live. Discover now