Capítulo Cuatro.

5.7K 447 187
                                    

Camila's POV.

Hay algo sobre matar que me tranquiliza. Y después de una noche tan desgarradora, necesitaba ser tranquilizada.

Cogí el cuchillo y lo deslicé hasta el pecho del hombre. Estaba berreando detrás del trapo. Detrás de mí, la chica estaba llorando, con los ojos cerrados. Estúpida. Ella me dijo que tenía curiosidad.

Lamiendo mis labios, me tomé mi tiempo. Mi favorita es la piel en el pecho, cuando se abre en agradables rebanadas gruesas. Casi como tocino.

No soy como Hannibal Lecter, no te preocupes. La carne humana no me interesa, no de una manera culinaria. Sin embargo, disfruto viendo a la gente darse cuenta de que son solo carne. Es algo que siempre he sabido de mí misma, pero la mayoría de los demás seres humanos tienen la idea errónea de que son personas, no solo animales. Creen que hay algo separado de sus cuerpos, algo diferente y desconectado de los tejidos y tendones que los llevan de un lugar a otro en el mundo.

Los humanos no son diferentes a los animales cuando comienzan a morir. Como este hombre, por ejemplo. Deslicé mi cuchillo bajo su piel y él aulló detrás del trapo. La sangre brotó de debajo de mi cuchillo y goteó por su costado. En la esquina, la chica estaba hablando.

—No lo hagas, por favor no lo hagas —dijo—. Por favor, no le hagas más daño.

—Cállate —le dije, sin mirarla. Aún tenía que decidir qué hacer con ella, pero no quería una distracción. Ahora no—. No tienes idea de cuánto se merece esto.

Mi cuchillo cortó el pecho del hombre, hasta su estómago. Sus gritos suavizaron los bordes del mundo. Sonaba tanto como un animal ahora, tanto. Saqué el trapo y sus aullidos llenaron la habitación.

La chica se tapó las orejas con las manos. Chica tonta. Este era el sonido de la vida. Esto era sufrimiento en estado puro. Era hermoso, de verdad. Justicia para los inocentes. Dolor para pagar el dolor que él había causado.

—¿Cómo la lastimaste? —le susurré, presionando la punta de mi cuchillo en su primer nudillo, en medio de su dedo índice.

Los aullidos aumentaron cuando golpeé el borde del cuchillo en la mano del hombre, justo en su nudillo. Él apretó sus manos en puños.

—No —jadeó el hombre—. No.

—No pregunté si lo hiciste, te pregunté cómo —le dije con calma. Los ojos del hombre buscaron los míos, pero no había nada en ellos más que miedo. Él era un animal ahora, y lo único que le importaba era sobrevivir— ¿La golpeaste?

—¡No!

Mi cuchillo perforó la piel y clavé la punta en el nudillo.

—Te vi —dije, mi voz canturreando. No pasaría mucho ahora. Él confesaría—. Te vi.

—No-

Giré el cuchillo y el hueso se rompió. El grito del hombre iluminó la habitación.

—Te vi —La calma me invadió. Sería pronto. El mundo se iluminaría con color de nuevo—. Te vi.

—Lo siento, lo siento, por favor no, no lo volveré a hacer, por favor, no, no, no-

La chica en la esquina estaba llorando, su cara enterrada en sus brazos. Lamentaba que tuviera que perderse esto. Miré a los ojos del hombre. Cuando lo atrapé por primera vez, él era arrogante. Sus ojos estaban llenos de odio y poder, y pensó que podía salirse con la suya lastimando a la gente. Ahora todo lo que había en sus ojos era dolor, dolor y terror.

Un monstruo para un monstruo. Algo para alimentar a la sombra.

El miedo a la muerte es una emoción poderosa. Dejaba todo lo demás y limpiaba a la gente de sus pecados. Nadie, ni siquiera el hombre más cruel, puede aferrarse a su crueldad frente a la muerte. Les quita su poder, los hace humildes. Era una bendición para ellos, pensé, morir con tanta pureza. Y era esa pureza lo que luchaba contra la sombra dentro de mí.

HERSWhere stories live. Discover now