Capítulo Once.

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Camila's Pov.

¿Por qué estaba tan interesada en ella? No tenía sentido. Había una chispa de algo dentro de ella que me sacó de detrás de la sombra oscura para mirar hacia afuera. Ninguna otra mujer había sido capaz de hacerlo antes.

No era solo que no amaba a las mujeres que traía a casa. Era más que eso. Las odiaba. A cada una de ellas. Eran unas caza fortunas. Idiotas. Me miraban y veían lo que querían ver, y no más allá. Yo era su fantasía: una multimillonaria caliente que las ataba a la cama, una abogada que susurraba sueños sobre París a sus oídos, una joven directora ejecutiva que las alejaría de sus vidas aburridas e inútiles.

Esa, tal vez, fue la razón por la que ella me sacó. Ella había mirado su vida aburrida e inútil y trató de escapar sin que nadie la ayudara. Ella había echado un vistazo al mundo y dijo... no.

Admiraba eso.

Algunos podrían decir que el suicidio es para cobardes. Los desafío a sostener una navaja en sus muñecas y decirlo mientras se cortan en su propia carne.

No hay muchas cosas que me asusten. He puesto un cuchillo en el corazón de un hombre. He visto brotar sangre y espuma de los labios de los moribundos en mi mesa. Y, sin embargo, la idea de suicidarme me aterroriza, me hace estremecer las manos y los brazos.

La sombra sonríe dentro de mí. Sabe que solo hay otra cosa que me aterra, y eso es quedarme sin gente para matar.

Agarré el collar alrededor de ella, acariciando su clavícula, y pensé que lo estaba haciendo bien. Las esposas habían desaparecido de su muñeca, pero esta cadena de plata era una que la uniría aún más fuerte a mí. Todavía había algunos secretos que aún tendría que revelarme, pero sabía que podría tomarla pronto. Entonces ella sería mía, mía para siempre.

—Sube las escaleras, gatita —le dije, girándola suavemente—. Tengo otro regalo para ti.

...

Lauren's POV.

Siguiendo a Camila por las escaleras, me pregunté si ella sabía sobre la navaja de afeitar. No me habría sorprendido saber que ella simplemente estaba bromeando conmigo. ¿Cómo podría usarla, de todos modos? Si la sostenía mal, o no lo suficientemente fuerte, todo lo que haría sería herirla. Y enfurecerla.

No quería que ella se enfadara conmigo. Vi lo que le hacía a las personas que la enojaban. Si era verdad o no que solo mataba a las personas malas, pensé que probablemente podría encontrar una excusa para matar a la chica que había presenciado un asesinato.

Me llevó a través de la casa. Cada paso que daba era lento, saboreado. La luz era brillante aquí, y aunque me quemaba los ojos no podía tener suficiente. Había estado atrapada en la oscuridad por mucho tiempo. Tal vez si la dejaba hacer lo que quisiera conmigo, me dejaría salir de allí. Tal vez-

No. No me vendería por una mejor jaula. Me armé de valor y la seguí escaleras arriba. Ella me dejó entrar al baño, y me tomé mi tiempo. Puse pasta de dientes en mi dedo y lo usé para lavarme los dientes. No iba a usar el cepillo de dientes de una asesina en serie, sin importar lo mal que oliera mi aliento.

Sin embargo, cuando iba a irme, ella me detuvo y pasó junto a mí a la habitación.

Se sentó al borde de la bañera y abrió los grifos. El agua humeante se vertía en la bañera de granito color crema. Me quedé en la puerta y miré.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté finalmente. Camila miró hacia arriba como si estuviera sorprendida de que todavía estuviera allí.

—Vas a tomar un baño —dijo—. Ese es tu segundo regalo, gatita.

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