Capítulo Catorce.

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Lauren's POV.

Ella miró mi cuerpo y pude ver el reflejo de mí misma en sus ojos. Se habían oscurecido, pero no había enojo en ellos, solo una horrible y aterradora calma. La sangre estaba manchada en su pecho desnudo donde la había cortado con la navaja.

Me iba a matar.

Un segundo había sido suficiente, una mala decisión, un momento de vacilación, y eso fue todo. Cerré los ojos y me dispuse a no gritar. Tal vez lo terminaría rápidamente. Las cuerdas me mordían las muñecas y los tobillos y mi brazo gritaba de dolor desde donde lo había apretado.

—Gatita —llamó ella—. Gatita, mírame.

Sentí que su peso cambiaba en la cama, inclinándose sobre mí. El terror se apoderó de mí y abrí los ojos. Ella estaba allí, flotando justo encima de mí, sus ojos coincidiendo con los míos.

—¿Tienes miedo de morir ahora?

—Por favor, no- —comencé, pero Camila llevó su dedo a mis labios y detuvo mi ruego.

—¿Quieres vivir?

¿Otro juego? ¿O era esta una oportunidad real que me estaba dando? Asentí con la cabeza, lentamente.

—Entonces te dejaré vivir. ¿Ves? No soy exactamente el monstruo que pensabas que era.

Dejé escapar el aliento que no recordaba haber contenido. Ella extendió la mano y abrió el cajón de la mesa de noche.

—Primero, sin embargo —dijo— te dije que iba a tomar lo que quería. Tú lo llamas tortura, creo. Pero prefiero disfrutarlo.

Del cajón sacó su cuchillo.

Comencé a gritar.

Grité a todo pulmón, alejándome de ella mientras llevaba el cuchillo a mi pecho. Pensé en el profesor, en los trozos de piel que le habían quitado el cuerpo. Todo a mí alrededor se volvió negro: la hermosa habitación, las decoraciones caras. En la penumbra, mis ojos no podían dejar de mirar la punta del cuchillo.

—Deja de moverte, gatita —dijo ella, su voz calmada bajo mis gritos. Presionó una mano hacia abajo, sus dedos se extendieron a través de mi clavícula. Su pierna se apoyó contra la mía y no importaba cuánto lo intentara, no podía moverme.

Camila deslizó el cuchillo debajo de la mitad de mi sujetador, entre mis dos pechos. Mis gritos se volvieron entrecortados cuando me quedé sin aliento, tratando de no dejar que mi pecho se moviera. El aire había sido aspirado fuera de la habitación, y no quedaba oxígeno. Me desmayaría. Me-

Retorció el cuchillo y cortó mi sostén por la mitad con un solo movimiento rápido.

El ruido que salió de mi garganta no fue un grito. Fue un gemido agudo, un gimoteo mientras intentaba no moverme. La hoja del cuchillo estaba fría contra mi piel, y Camila la deslizó lentamente sobre mi vientre. Imaginé que un giro más, y mis entrañas se derramarían fuera de mi cuerpo.

En cambio, el cuchillo siguió moviéndose hacia abajo, hacia abajo, hasta que lo había deslizado debajo de la tela de mis bragas. La hoja descansaba fría contra mí y luego se movió de nuevo, levantando el cuchillo. Grité otra vez, pero el filo solo cortó la tela.

—Mi querida gatita —susurró ella. Quitó los restos de lencería de seda, dejándome completamente desnuda. Me quedé sin aliento cuando se me acercó, pero solo dejó el cuchillo en el cajón y lo cerró.

Necesitaba mi medicación. Podía sentirme empezando a hiperventilar. Los gritos habían tomado todo mi oxígeno y alrededor de mí el mundo se estaba volviendo borroso.

HERSWhere stories live. Discover now