Capítulo 5

344 36 8
                                    

—¿Quién era? —SeulGi, con curiosidad, le pinchó el brazo a JongIn—. Eh, eh, Kim. ¿Quién era?

—Ah... —JongIn se estaba rascando la nuca, confuso por el momento tan extraño que acababa de vivir—. SeHun, el chico de la biblioteca —murmuró.

—Uhm... Me lo imaginaba... más distinto.

—¿Distinto?

—Síp, más empollón. —Se encogió de hombros ella.

—¿Ah sí? ¿No lo parece? —Volvió a cuestionar, esta vez por más curiosidad que otra cosa.

—Nop. Parece un niño pijo y remilgado. De esos que por tener un par de billetes se creen mejor que los demás.

A JongIn en verdad le hubiera gustado defender a SeHun de aquello sin embargo tampoco lo conocía y aunque no le parecía que fuese algo así, las apariencias engañaban y no debía dejarse convencer por la clase de ropa que llevara. Al fin y al cabo eso es lo que hacían con él todo el tiempo y siempre se equivocaban.

Él no era ningún delincuente, ninguna mala influencia, tampoco era obstinado o pobre, ¿por qué SeHun entonces debía ser como su apariencia dictaminaba?

—¿Tú crees? Lo dudo mucho Gigi...

—Vamos, ¿has visto a su padre? Poco más y nos arranca el hombro al apartarnos de golpe.

Ahí, Gigi, como solía llamarla de vez en cuando cariñosamente, tenía toda la razón. Su padre no le enfundaba ninguna buena vibra y ya no sabía si por el hecho de que ningún hombre que se hiciese llamar padre le traía confianza o porque de verdad sabía que aquel tipo era un cretino.

—Bueno, no sé a vosotros pero a mí lo que más me importa ahora es comer —se metió en la conversación TaeMin, haciendo que SeulGi rodase los ojos.

—Venga, vamos —dijo la más baja de los tres entrelazando sus brazos con los de ambos y comenzando a andar estirando de ellos—, yo invito. ¿Pizza? ¿Hamburguesa? —Miró a JongIn con una ceja levantada—. ¿Pollo?

—Pollo —sentenciaron al unísono el par de amigos.

Kai adoraba pasar el tiempo con SeulGi y TaeMin, en sí, adoraba a sus amigos. Sus hermanas no mentían cuando decían que parecían trillizos de lo inseparables que eran; y son. Desde que tenía memoria había estado junto a ellos dos; eran la clase de niños que si uno no iba a un sitio, los otros dos tampoco. Pese a que esto les habían traído muchas desventajas y lloros en vano hacia sus padres, también era un buen incentivo para negarse ir al dentista. Era alguna clase de lealtad extraña.

Se había acostumbrado tanto a su compañía que estar más de tres días sin ver a alguno de los dos era demasiado extraño, se podría decir que hasta los veía más que a sus propias hermanas pese a que estas tan solo viviesen a dos calles de distancia, unos veinte minutos andando.

Eran de las personas con las que más cómodo se sentía. Había aprendido muchísimo de ellos, tanto de sus virtudes como de sus defectos que ya sabía cómo aguantar, y la verdad es que los quería a ambos demasiado, de distinta manera a cada uno, pero los quería demasiado, aunque tampoco se lo dijese a menudo.

Por un lado estaba TaeMin, su gran confidente. El castaño era bastante reservado y callado, era del tipo de escuchar y analizar la situación para acabar dándote su opinión justo en el momento adecuado y en su medida justa. El chico podía ser un poco cortante y directo a veces, no obstante, era lo que ese pequeño grupo necesitaba, sin duda, alguien con la cabeza bien puesta en su sitio. Aún así, no es que fuese  antipático como todo el mundo se dedicó a comentar de él a sus espaldas en el instituto, TaeMin tenía un corazón bastante noble a su parecer y verlo feliz o sonriente era de las facetas que más adoraba ver JongIn en él.

Entre líneas { KaiHun / SeKai }Where stories live. Discover now