Capitulo 3;14

2.3K 254 29
                                    

“Nada hay en el mundo, ni hombre ni diablo ni cosa alguna, que sea para mí tan sospechoso como el amor, pues éste penetra en el alma más que cualquier otra cosa. Nada hay que ocupe y ate más al corazón que el amor. Por eso, cuando no dispone de armas para gobernarse, el alma se hunde, por el amor, en la más honda de las ruinas”. — El Nombre de la Rosa, Umberto Eco.

Capítulo 3;14

Siempre pensé que cuando Jisung diera cara todo sería mucho más difícil de lo que ya era porque él era el compañero que tuve en mi juventud; la primera persona a la cual le parecí atractiva y quien más me estaba decepcionado ahora, pensé que le había hecho tanto daño por mis decisiones en el pasado que temí todo se volvería más complicado cuando pudiéramos encontrarlos, él con el niño entre sus brazos y yo con un arma en las manos. Temí ese momento. Es por ello que agradecí el no haberlo visto cuando una pequeña manito tomó mi pantalón y tiro un poco de él para decirme que allí estaba.

No tuve palabras para decir lo inestable que me encontraba pues estaba muy feliz de haber tenido en mis brazos a Ryuk antes de que el oficial Jeon le pidiera que lo acompañara para llevarlo a un mejor lugar. Finalmente, se encontraba con nosotros, pero ¿a qué costo? Jisung tuvo que esperar provocar otro daño para poder diseminar el que antes había hecho. Estaba feliz. Estaba triste. Estaba cansada.

—Él me cuido —dijo por lo alto el pequeño caminando de la mano del oficial—, y dijo que lo sentía.

Me parecía sumamente tierna su voz alzada tras todo el desastre que se había manifestado en mi vida y en el lugar donde estábamos, por esa razón mis lágrimas que antes habían frenado volviera a correr por mis mejillas mientras le sonreía al niño y le agradecía que me dijera eso, aunque mi pensamiento y actitud hacia quien fue mi mejor amigo no cambiaría nada; lo hecho, hecho estaba. Quizás el pequeño nunca entenderá sino hasta adulto lo que implicaba su partida y el que ser cuidado bajo esos casos no era necesariamente bueno, pues nunca debió haber existido ese caso, pero me hacía sentir un poco mejor saber que tuvo a alguien que no le produjo ningún mal. Tuvimos suerte.

Aun así, no lo perdono.

Lo que más me dolía era tener que mirar el pálido rostro de mi mejor amiga quien, con ayuda de Olivia, pudo llegar a donde me encontraba. No tenía fuerzas para nada y una ambulancia ya venía de regreso por ella, estaba mal, pero aún se encontraba con nosotros. ¿Cómo decirle que su novio ya parecía haber perdido las esperanzas en este mundo? ¿Cómo decirle lo mal que se había ido? ¿Cómo decirle lo que había pasado?

Olivia parecía saberlo todo con dar una simple mirada a nuestro alrededor, vi como esa loca chica se tensaba por completo mirando y reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir de una forma sobre natural; entre nos, Olivia parecía ser la más fuerte en todo sentido porque se esforzaba por verse así. Ella se acercó al olido de SeoMin, le contó aquello que creía haber pasado y estoy segura que no se equivocó en ninguna palabra porque mi mejor amiga, así teniendo la pierna herida, aun estando sin fuerzas, soltó un grito que fue lo suficientemente alto como para derrumbar todos los árboles y casas cercanas. 

K;Th

—Si te mueres idiota, te juro que te mato —dije tomando la mano de mi mejor amigo y corriendo junto a la camilla hasta que fue necesario despedirme de él, pero solo durante la operación, nunca podría despedirme de forma definitiva de él.

Estaba asustado.

Cada vez sentía que estaba perdiendo mucho más mis sentidos, por esa razón apoyé mi espalda en la pared del pasillo y me senté en el suelo poniendo mi cabeza entre mis rodillas, ocultando nuevamente mis lágrimas y viéndome vulnerable ante mí mismo; había dejado a todos los demás atrás por mi amigo, incluso a Mackenzie, pero sabía que ellos estaban bien y debía priorizar la salud de Jungkook, no pude abandonarlo, no podía.

Mi Lindo Niñero | K;thWhere stories live. Discover now