El león del imperio

Capítulo X: Tensión

La señorita Peyker corría cogiendose las faldas por el harem le urgía llegar hasta dónde se encontraba la sultana Mariam para darle las últimas noticias de lo que acontecía en el palacio de la sultana Mahidevran en Bursa. Era una acción demasiado peligrosa eso las dos lo sabían sin embargo, Peyker sentía un amor tal por la hija de la sultana Hurrem que no le importaba correrlo. Su lealtad estaba para con la sultana Mariam y cualquier cosa que pudiera hacer con tal de menoscabar el poder de los traidores que se cernían alrededor del sultanato de su majestad Selim. Tenían que ser derrocados con la velocidad de un rayo. El príncipe Mustafá regresaba de los infiernos eso es lo que comentaban las gentes por los pasillos. Pero para eso su sultana, su amada Mariam la tenía a ella para que ambas se aseguraran de regresarlo a donde pertenecía: a las sombras.

Todos en el palacio tenían noción de lo que vendría acontinuación, Sungul Agha decía que después de la sultana Hurrem vendría el diluvio vaya que tenía razón. Nuevamente se enfrentarían hermano contra hermano, de nuevo la sangre derramaría la sangre pero la diferencia. Era que esta vez no sería Selim contra un príncipe rebelde llamado Bayaceto, las cosas serían bastante diferentes y la rueda de la fortuna poco a poco giraba cuesta abajo en torno a los que apoyaban al bando del sultán Selim, sabían que estaban dentro de una pira a la que se le estaba colocando leña de más. Pero a ella no le importaba, a Peyker todo lo que le importaba en la vida era ver feliz a su sultana Mariam. Quien cada vez se le veía más demacrada y ello la asustaba ¿Que iba a ser de ella si un día dejaba de reflejarse en la luz de los ojos de su sultana?

Los pasillos estaban atiborrados de mujeres, unas andaban en binas, otras en grupo unas más estaban solas todas haciendo lo mismo: caminando catacumbas abajo encontrando un modo de salvar sus vidas, Peyker iba pasillos arriba tratando de encontrar la manera de informar a Mariam que incluso los shipahis estaban de lado de Mustafá. Muy pocos leales le quedaban al verdadero sultán del imperio otomano. Y todo cuánto pedía la joven Hatun era que todos esos malditos ardieran en el infierno por atreverse a levantar la mano contra el hermano de su sultana.

Finalmente llegó a la puerta, apenas le dieron el ingreso se topó con un mar de personas que entraban y salían de los aposentos de su sultana.

—Oh Allah misericordioso Peyker. —la joven arrugó el entrecejo nuevamente la sultana estaba tendida en un diván mientras la doctora y un montón de damas se congregaban alrededor de ella. Seguramente habría tenido otro de esos desmayos.—¿Qué noticias nos traes?

Al verla de esa manera la joven de la piel morena y los ojos negros como un par de aceitunas prefirió callar, no fuera que tuviera una recaída.

—Por piedad Peyker, si en algo nos estimas por favor suelta ya lo que tengas qué decirnos.

Alláh misericordioso, sólo él sabía que esas noticias le dolían más a ella de lo que iban a dolerle a la sultana Mariam.

—Todo ha sido en vano sultana. Los shipahis están de lado del príncipe Mustafá de hecho van a casar a Safiye con el hijo de su capitán.

La sultana Geverhan hija de la sultana Mariam lanzó una exclamación, la sultana Humasha simplemente atinó a aferrarse los brazos en los soportes de la silla, la sultana Nurbanu se llevó una mano a la boca y la joven sultana Safiye rompió a llorar era obvio que los shipahis eran la única esperanza que les quedaba de victoria.

—¿Acaso no hiciste todo lo que te pedimos mujer?—la voz desesperada de la sultana Humasha la sacó de sus cavilaciones.—¿No pudiste usar tus encantos para meterte en la cama del príncipe?

—Sultana, hice todo lo que estuvo en mis manos.

—¡Maldito sea Mustafá!—ladró Mariam—¿Quien habrá sido el perro que lo dejó vivo cuando debía matarlo?

El silencio se hizo en la sala. Peyker recordaba ,muy bien cuando entre la sultana Hurrem y la sultana Mariam planearon la caída del príncipe era normal que ahora se dieron de topes contra la pared al ver que el plan fue básicamente catastrófico.