Capítulo 15

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Me miré al espejo del lujoso baño y suspiré. La puerta se abrió de golpe y vi a Leila entrar con una sonrisa victoriosa.

—¿Llorando a escondidas? —preguntó.

—No.

—Duncan te busca —habló mientras sacaba su barra de labios del pequeño bolso negro que llevaba.—Aunque... me da pena.

—¿Por qué?

—Él ha sufrido mucho por amor ¿sabes? Y ahora llevar una relación de dos pues bueno, le hace daño y al final tendrá que recurrir a una sola.

Fruncí el ceño ante su declaración.

—¿Cómo?

—¿Ah, no sabías? Está contigo y conmigo, pensé que lo sabías. A mi me dijo que tú habías aceptado.

—Estás mintiendo.

—¿Eso crees? Pregúntale donde estaba el martes en la tarde.

Ella salió del baño y empecé a agobiarme. Salí del baño furiosa y vi a Leila al lado de Duncan mientras hablaban muy animados. Negué y empecé a andar fuera de la casa. No iba a montar un numerito y mucho menos molestarle. 

Salí de la casa en medio de la multitud y me senté en un banco que había un poco alejado de la mansión.

En ningún momento quise sentir eso. Sentía celos y decepción. Me había engañado sin ser nada. Porque, al final y al cabo, Duncan y yo no éramos nada. Me gustaba mucho, y eso era tarde para cambiarlo ya. Las lágrimas se hicieron presentes y suspiré nerviosa. Quería irme y encerrarme a dormir.

—¡Rosie! —oí la voz de Duncan y miré a la derecha. Duncan salía andando apresurado mirando a todos los lados.—¡Rosie!

Miró en mi dirección y me vio. Corrió hasta mí y se agachó a mi lado.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en el baño.

—Salí a tomar el aire —contesté rápidamente sin saber que decir.

—¿Por qué lloras? ¿Pasó algo?

Si, tú.

—No, nada. Sólo... nada.

—Vamos dentro —él se levantó y cogió mi mano.

—No quiero estar dentro. No quiero estar cerca de Leila y de... vosotros.

—¿Qué?

—¿Donde estabas el martes en la tarde?

—T-Trabajando.

Él palideció.

—¿Seguro? ¿Y Leila?

—¿A dónde quieres llegar con esto? —preguntó borde.

—A saber si me estás engañando.

—¿Engañándote? No somos nada, Rosie. Porque te haya metido un dedo y nos hayamos besado no significa nada. Sólo es sexo y nada más.

Mi mano impactó con su mejilla y él apretó la mandíbula. Mis lagrimas bajaron por mis maquilladas mejillas y negué.

—Te odio, Duncan. Te odio más que a nadie. Eres un completo imbecil, espero que disfrutes con Leila esta noche.

—Rosie —me llamó cogiéndome del brazo.

—¡No me toques! —grité apartando mi brazo. Un destello de tristeza cruzó su rostro y sollocé.—Déjame en paz.

Cogí mi móvil y llamé a un taxi.

—No te vayas, puede ser peligroso —habló acercándose.

Maltratada (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora