IX:

341 30 2
                                    

- Realmente, necesito dormir. - Confesó mi franco cliente cerrando sus agotados párpados, mientras su boca emitía un bostezo que se me contagiaba al instante.

Habíamos pasado varias pesadas horas encerrados en el costoso estudio por culpa de la extensa sesión de fotos que tenía todo el grupo de Colson y podía sentir ya como me mareaba con cualquiera luz que tuviera próxima. Yo también ansiaba descansar después de haber estado trabajando en los estilismos de aquellos arrogantes chicos que no se andaban con rodeos para declararme cualquier cosa que se anteponía a la idea que tenía de que esta labor era facil.

Bueno, ¿para que nos vamos a mentir? Jamás pensé que sería fácil después de haber admirado el abismo del océano en los orbes del inquieto ángel.

Seguidamente, entretanto movimiento que tenían los componentes de la banda ayudando a recoger o simplemente limitándose a comer algo de las maquinas expendedoras, aproveché para sentarme en unos de los brazos del sillón granate donde se hallaba el rubio para estar más cerca de él. Mis delgados dedos se enterraban pausadamente en aquel cabello jugando con este mientras el cantante se encargaba de clavar su tentadora mirada en mis tímidos orbes oscuros como el fúnebre carbón.

- Te está vibrando el móvil, Camila. - Me avisó con aquella voz ronca que me podía hacer estremecer y colocó su firme mano sobre mi pierna para que me despertara de mi abstracción de la realidad.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo para limitarme a observar las notificaciones de los mensajes y percibí como amargas punzadas se clavaban en mi aún apenado corazón. Sin embargo, sentí como un robusto brazo rodeaba mi acentuada cintura para lograr hacerme descender hacia su regazo impidiéndome que entregara mi atención a cosas que no merecían la pena.

- ¿Me acompañarías a la fiesta de esta noche?

Y por primera vez, no dudé por miedo ante una propuesta.

[...]

Soy un desastre. Movía pausadamente mis caderas al ritmo de la música alternativa que tenía de fondo mientras removía toda la ropa que tenía en mis maletas decidiendo que debía de ponerme, no tenía absolutamente idea de como debía ir vestida a una fiesta donde nadie me conocía y todos iban a tener puestos la mirada en mí si yo decía ser la chica más torpe de la historia como siempre. No obstante, noté como un vestido negro que me había comprado en las navidades pasadas me llamaba sugerentemente la atención.

No tardé menos de cinco minutos en colocármelo y fijarme mediante el enorme espejo que había colocado delante de mi cama que poseía un arriesgado escote de V del que no me había ni advertido de él antes, además del detalle de gozar con mi espalda mayormente descubierta.

Miles de inseguridades me crecían y esta vez no tenía ni siquiera a mi mejor amiga para que me expresara su opinión. Pero, no podía permitirme convertirme en alguien insignificante en aquel mundo de gigantes así que opté por denegarme de todos los miedos y recurrentes monomanías que crecían en mi cabeza.

Seguidamente, me maquillé con unos cosméticos que había encontrado con suerte en mi maleta para terminar aquel look con unos tacones que podía percibir como me iba a aparecer en el suelo antes de lo previsto, sin embargo, hoy iba intentando vencer todo.

- Vas a enamorar a todos.

Una tierna risa se escapó de mis labios cubiertos de un intenso carmín rojizo similar al de las cerezas mientras contemplaba al forastero que estaba apoyado en el marco de la puerta mirándome hasta el mínimo detalle que había en mi cuerpo. Aquellos orbes intimidaban tanto y a la vez tranquilizaban con una determinación que siempre tenía a mi corazón en el precipicio de las emociones.

Blue. [c.b]Where stories live. Discover now