XI:

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Horas fatigosas transcurrían en el pequeño reloj digital que se hallaba en la entrada mientras yo jugaba con mis pies intentando vencer al sueño que tenía atrapándome. Me había quedado inmóvil en el oscuro umbral y sólo estaba siendo iluminada por mi teléfono móvil que miraba cada cinco minutos esperando una notificación de un móvil que ni siquiera tenía añadido.

- Deberías ir a descansar ya. - Sugirió el chico que me había traído a casa y había soportado todos mis miseros sollozos por dejar a Colson a merced de todo lo que mi mente podía imaginar.

- Todavía no pue-

Mis gélidos labios se sellaron al percibir como Cappelletty me colocaba cuidadosamente una manta por encima de mis dibujados hombros al percibir que había estado débilmente temblando por las bajas temperaturas de la madrugada. Seguidamente, le agradecí con una sonrisa mientras contemplaba como se marchaba para su habitación.

Al cabo de un pesada media hora, el escandaloso ruido de una motocicleta me despertó logrando que me levantara torpemente de aquel parquét. Eran las seis de la mañana. Seguidamente, abrí la puerta para recibir a quién había estado esperando tanto tiempo.

Su fisonomía no tenía ni un sólo rasguño pero en su fino cuello yacía unas cuantas marcas acompañadas del detalle de que en su camiseta se veía claro el forcejeo. Ansiaba darle una bofetada, gritarle, preguntarle el motivo por él cuál me había arrancado de su lado, pedirle explicaciones por las horas a las que había llegado. Deseaba con todas mis fuerzas mostrarle mi rabia y hacerle ver que no era otra fanática preocupada por él...

Sin embargo, todo se derrumbó. La tersa yema de su pulgar acariciaba pausadamente mi labio inferior dejándome en el delirio de percibir su inmaculada mirada mientras nuestros cuerpos se aproximaban con una timidez irreconocible para él. Seguidamente, se inclinó delicadamente para que sus labios acariciaran los míos con ternura mientras mis manos se aferraban a su prenda, cerré instintivamente los párpados y me centré solamente en probar el sabor de su amarga pero dulce respiración, entre tanto tomábamos todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de la boca del otro. Su tacto se envolvía de una seductora sensación que me hacia caer en la forzosa adicción de no poder alejarme de él y sólo desear su ardiente boca. A continuación, nuestras húmedas lenguas se encontraban en un ritual de fuego que me estremecía por íntegro y mis manos se dirigieron a su cabello dorado para perderse en él de la misma forma que yo me estaba desvaneciendo por la culpa de aquel cliente, Colson se apropió de mis labios haciéndolos solamente suyos y aprecié como me prendía cuando capturó mi inferior con sus suaves dientes. No quería que existiera un reloj contando el tiempo en esos instantes.

- No vuelvas a ordenar que me alejen de ti, Colson. - Murmuré en un hilo de voz encerrado en jadeos, intentando recomponerme después de aquel beso. Aquellos lirios de agua se fijaron en mis corrientes iris para pedirme perdón con sólo ese acto; algo que por desgracia, consiguió muy fácilmente.- No quiero que te hagan daño...

- Nada me hace daño mientras esté solamente contigo. - Me declaró logrando que mis comisuras se elevaran mientras mi corazón se desgarraba en latidos que estaban provocando un sentimiento que creía haber olvidado.

Todo era demasiado perfecto, y me daba demasiado temor.

[...]

Habían pasado varios días después de que por primera vez, el protagonista de mis fantasías de ensueño me hubiera besado y me sentía totalmente como si me hallara en unas nubes de algodón. Kelly, me había devuelto la ilusión e incluso, había retornado a la humilde sensación que había olvidado de quererme sin contemplar ningún defecto cómplice de las inseguridades.

- ¿Sabes? En verdad, siempre quise estar en una cama con Eminem. - Mentí presionando mis labios para no desmontar mi falacia con una carcajada mientras le miraba de reojo observando como se sentaba en la cama fijando aquellas perlas en mí.

Posteriormente a tantas noches que habíamos pasado juntos sin que nadie en absoluto se diera cuenta de lo que pasó en la entrada hace días por simplemente confidencialidad, este anochecer hacíamos la tercera después de que hubiera transcurrido otra pesada sesión de fotos. Y debo de admitir, que había descubierto que adoraba verlo enfadado por mí porque era inquietamente adorable que se le fuera en dos de nuestros besos.

En verdad, adoraba todo de él.

- Entonces has debido de caer muy bajo estando conmigo. - Respondió sarcásticamente cayendo en mi red para luego ver como se encendía un cigarrillo de tabaco.

Seguidamente, sin poder esconder la risa por sus palabras, me coloqué a su lado para arrebatárselo y antes de que permitir que él fuera a por lo que le pertenecía, otorgarle una larga inspiración ocupando mis pulmones de aquel humor grisáceo que no tardó en salir por culpa de mis exageradas toses.

- Serás imbécil. - Declaré cuando había recuperado mi voz para propinarle a continuación, un sutil puñetazo en su hombro por culpa de sus risas tan bulliciosas.

Eso provocó que se acercara a mí para que sus tenues labios se fundieran con los míos logrando que mi espalda descansara en el colchón mientras sus brazos se apoyaban a los lados de mi cabeza, desencadenando una agradable sensación de embriaguez al percibir como su anatomía se hallaba encima de la mía. No obstante, una inoportuna llamada nos interrumpió obteniendo que se apartara de mí.

No tardé menos de cinco minutos en salir de la habitación para quedarme en el pasillo admirando todos los detalles de la decoración que cubría este mientras me centraba en que correspondiera la llamada de vuelta.

- ¿Eres Camila? - Me quedé helada y percibí automáticamente como mi corazón se había encogido al escuchar aquella voz que no había podido olvidar aún. Ese tono bronco, narcisista y seco me había dejado encarcelada en alguna que otra pesadilla.

- ¿Cómo has conseguido mi teléfono? No tengo nada que hablar contigo.

- No te he llamado para que hablemos de como he conseguido tu número, nena. Yo tampoco tengo porque conversar contigo, más que nada porque siento demasiada indiferencia por ti y por el animal que tienes como novio. Sin embargo, quiero pedirte disculpas en persona. - Me quedé callada al contemplar como Colson se apoyaba en el marco de la puerta admirándome e intentando leerme como si fuera su libro favorito.

- No veo necesidad de eso.

- Camila, veo que no entiendes la indirecta de que tengo cosas que contarte que quizás no sabes. - En esos momentos, sentí como se me encerraba un sentimiento de curiosidad por lo que me pudiera relatar aquel chico, sin embargo, me valía más el pensamiento que poseía de que me hallaría traicionando al chico que tenía delante de mis ojos.

- Mañana te esperaré sin absolutamente nadie, a las doce de la noche en la bolera que hay en la calle paralela a la casa de tu novio. Tú decides que hacer, estilista.

- ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? - Cuestioné sintiendo como mi garganta se hallaba muy seca mientras le daba la espalda al rubio para escuchar la respuesta aquella necesidad que me había surgido.

- Simplemente, no lo sabes.

Unos brazos me rodeaban por la cintura mientras percibía como su calidez me abrigaba pero no podía detener esa vez, que en mi cabeza se creara miles de dudas que había desencadenado aquella alma que había odiado días antes por tocar a mi ángel. No obstante, el sentimiento de miedo volvía a retomar mi ánima haciendo que me estuviera planteando aceptar ese trato de escuchar lo que me tuviera que decir Gerald con la excusa de una disculpa.



Blue. [c.b]Where stories live. Discover now