XIV:

285 25 14
                                    

Nuestros orbes se encontraron en una mirada que se quedó estancada en mi cerebro mientras observaba como aquellas perlas submarinas relucían como luces de una autopista alarmándome de todos los pensamientos que se le ocurrían. En esos instantes, sólo pude liberar un susurro de mis labios, unas palabras que provocaron que aquel chico se colocara su gorra ocultando las lagrimas que se hallaban en las cuencas de sus ojos. 

— Voy a volver a Cuba. 

Debía de marcharme después de lo ocurrido, aunque fuera egoísta. 

Aquella voz firme y amarga fue liberada de mi áspera garganta mientras contemplaba como aquella delgada anatomía se acercaba a mí para entregarme un dorado collar sin ni siquiera fijarse en mí, rechazando cualquier contacto que pidiera más de su ánima.

— Lo siento. — Escuché atentamente aquella débil voz que dibujó con un pincel sombrío una sonrisa melancólica en mi rostro para seguidamente despegando mi espalda de aquella camilla, mi mano se aferrara a la suave manga de su sudadera rojiza para pararlo antes de que se fuera. Pidiéndole en el idioma del silencio que me abrazara como si sólo estuviéramos viviendo un mundo que sólo podíamos lograr... Él y yo.

Mi frecuencia cardíaca se había disparado terriblemente, provocando unos valientes sonidos que deseaba acallar, sin embargo, no se podía silenciar al corazón y en aquellos instantes lo había comprendido en su totalidad. Después de haber desafiado las leyes del tiempo en aquel contacto que tuvimos, nuestras fisonomías quedaron muy cerca, estaba tan próximo a mí que podía sentir en mis propias entrañas, el odio tan enorme que sentía y el dolor por haber dejado que pasara algo como esto.

Podía sentirle con tanta fuerza que me daba un miedo intenso. 

—  No tienes que pedir perdón por absolutamente nada. — Susurré con una voz que intentaba fortalecerse por segundo antes de que mis labios empañados en una sensación confusa de calvario y júbilo por tenerlo en mis brazos, tocaran los suyos en un roce tan delicado como mortífero.

No obstante, aquella ánima que sufría todo lo que estaba pasando por su cabeza con extrema prudencia, fue llamada en una exclamación que consiguió que se apartara de mí dejándome el mismo vacío que tenía antes de conocerlo. A continuación, mi triste ángel arrastraba sus preciosas alas mientras sus orbes tan azules como las auroras boreales me miraban una y otra vez. 

— Camila... Necesito que me prometas algo.  

Expectante a su petición de juramento mientras veía como rechazaba a cualquier persona que le hubiera llamado hacía unos segundos, tragué saliva, apagando mis párpados y asintiendo a todo lo que tuviera que suplicarme. 

— Prométeme que vas a volver y que cuando lo hagas, me dejarás únicamente a mí que te ponga el collar por primera vez.  

En aquellos momentos, percibí como mis labios se habían cosido y mi loco corazón no podía parar de correr, sentía en su completa integridad como todo de mí se estaba entregando a aquellas transparentes palabras mientras mi mano aguardaba la valiosa joya en mi frágil puño. Pero no podía responderle, mi compromiso se quedaba en mi garganta desgarrándola. 

Quería estar con él pero no podía prometerle que volvería. 

Posteriormente a mi silencioso trance, contemplé como la mirada sobre mí de aquellas azucenas había cambiado trágicamente; a falta de mi respuesta, Colson había imaginado la peor. La que sin duda, logró que diera los pasos suficientes para que no pudiera ver aquel azul más en absoluto. 

 —  No. 

Fue mi pensamiento principal mientras letales impulsos cubrían cada centímetro de mi anatomía produciendo que mis dedos rasgaran de mi piel, todos los cables enganchados en mí que estaban controlando mi interior. Podía sentir como todo mi cuerpo estaba ardiendo de dolor pero ignoré éste totalmente para pisar con determinación el suelo frío de aquella habitación de hospital siendo entumecida por varios mareos, mareos que no fueron suficiente para parar mis pasos hacia la puerta.

Donde grité su nombre tantas veces como pude... Pero ya no estaba. 

Se había ido por mi silencio. 

  — ¿Estás loca, Camila?  — Cuestionó mi anterior heroína no sabiendo nada en absoluto de lo que pasaba en mi cabeza y llamando a unos enfermeros que en seguida frenaron mi huida hacia la persona que más me importaba que no escapara.

Y definitivamente, no estaba loca. 

Estaba sufriendo otra enfermedad.






You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 04, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Blue. [c.b]Where stories live. Discover now