6 - ¡Por cabrona me levanto!

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_ ¡Estás loca Regina! No estoy enamorada de Saúl. No lo amo y mucho menos ahora que sé que él tiene algo que me pertenece y que pudo tener algo que ver en su desaparición.

_ Pero aún así sigue siendo peligroso. - Dijo Regina.

_ El único sentimiento que le tengo hacia él es odio, ¡mucho odio! Y también estoy enojada conmigo misma por algún día haberlo amado tanto y con tanta entrega. Fue este amor maldito que me destruyó. – Ella volvió a hablar con mucho resentimiento y tomó la mitad del vino que había en su copa a grandes tragos.

_ Altagracia, el amor no destruye, mi amiga. El que te hizo daño fueron los malos sentimientos del mundo, de la gente, no el amor. Además, no has sido destruida. Estás aquí, de pie, hermosa, deslumbrante con una gran empresa, amigos verdaderos, hay muchos hombres que se mueren por conquistarte. Eres una persona maravillosa, todo lo que has sufrido no fue suficiente no para destruirte, ¡sigues de pie! Como es esto que dices: Si por ilusa me caí...

_ ¡Por cabrona me levanto! - Completó Altagracia sonriendo.

_ Entonces ¿porque no olvidas este plan peligroso y tratas de hacer las cosas bien?

_ Dijiste bien. Tengo todo eso: amigos, hombres que quieren estar conmigo, mi empresa... – bajó los ojos y fue inevitable que se llenaran de lágrimas. – Lo único que no tengo, es lo que quiero tener. Renuncio a todo, Regina, todo por mi hija! No hay golpe tan duro para mí cómo perderla. Ni la cárcel, ni el abandono de Saúl y ni siquiera lo que me hizo el maldito Rafael. Nada fue tan doloroso como no poder ver crecer a mi hija, ser su madre.

_ ¿Pero no pensaste que puedes ser tú quien se lastime y sufra con esto?

_ Sí, Regina, lo pensé. Y no me importa, ya te lo dije: ¡No me importa! Quiero de regreso a mi hija y haría cualquier cosa por ella. Cualquier cosa!

_ Yo sé que nunca voy a convencerte de no hacer algo que ya estás decidida a hacer. Pero no puedes impedirme que me preocupe por tus sentimientos, amiga. Esto te va a lastimar mucho, es inevitable.

_ Regina es un precio que estoy dispuesta a pagar, no te preocupes, voy a estar bien. Y lo mejor de todo: voy a estar cerca de mi Elena.

***

Más tarde, en la oficina de Altagracia

_ Señora Altagracia, su abogado está aquí – avisó Cristina, la secretaria.

_ ¿Daniel? – Ella se animó

_ Sí, él.

_ Hágalo pasar.

Daniel entró y la saludó con un beso cariñoso en la mejilla. Ella sonrió y le pidió que se sentara.

_ Vine tan pronto recibí tu mensaje, ¿que quieres? – Le preguntó

_ Leí todo el expediente que me diste y ya sé cómo voy a hacer para acercarme a mi hija y tú me vas a ayudar.

_ ¿Yo? – Se sorprendió mientras ella asintió con la cabeza – ¡Por supuesto! Dime que es lo que tengo que hacer y lo hago.

_ En primer lugar, quiero que pongas a alguien a vigilar a Isabela y  a Saúl. Quiero saber lo que hacen, lugares que frecuentan, cuál es la rutina de los dos.

_ Claro, ya lo había pensado, pero sólo con respecto a Isabela.

_ Es que me di cuenta de que para recuperar a mi hija, su papá tendrá que estar incluído en mi estrategia. Lo has dicho muy bien ayer: él es su padre, el padre que ella conoce, no hay manera de cambiar esto, son 17 años. Creo que tengo una manera de acercarme a ella y ganarme su afecto, antes de revelarle la verdad.

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