17 - Afrontar a la realidad

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***

Altagracia tuvo miedo de lastimar aún más a Daniel y necesitó pensar antes de contestar a esas palabras de Saúl. Sí Daniel se daba cuenta de que era él, podría ser el fin de esa amistad que significaba tanto para Altagracia.

_ Altagracia, ¿estás ahí? ¿O es que mis palabras le quitaron totalmente a voz para que te quedes callada? – Insistió Saúl al darse cuenta de que ella no contestaría.

_ Espérame un momento, ¿sí? – Pidió Altagracia.

_ Toda la vida si me lo pides. – Dijo Saúl galante.

Altagracia accionó la función de dejar mudo el teléfono y se dirigió a Daniel.

_ Sé que estamos en medio de una importante conversa, pero necesito contestar a esta llamada. ¿Podrías esperarme un poco afuera? Te prometo que no me tardo mucho.

_ Está bien. – Concordó Daniel muy incómodo.

Quando él cerró la puerta de la oficina, Altagracia regresó a la llamada.

_ ¿Por qué me llamas? No recuerdo haberte dado mi teléfono.

_ Por supuesto que no me lo diste, lo consiguió mi secretária. – Bromeó Saúl.

_ ¿Y qué quieres? Tuve que interrumpir una junta para hablar contigo y además, creo que dijimos todo lo que necesitábamos ayer. – Dijo Altagracia con rispideza.

_ Y yo te dije que nuestro asunto no se terminó ayer. Acostúmbrate Altagracia, no todo será como quieras. – Saúl habló de manera decidida.

Ella sintió una mezcla de coraje y alegría por el galanteo.

_ No recordaba que eras tan presumido. ¿Así que me llamaste para lucirte?

_ No. Ya te lo dije... No puedo dejar de pensar en ti y necesitaba escucharte. – Su voz volvió a evidenciar esa añoranza que sentía.

_ Saúl, ¿por que no haces lo que te pido? ¿Por qué no te alejas de mí? – Ella dijo con el corazón extremadamente dividido.

_ No voy hacerlo Altagracia porque no puedo. Porque siento qué hay algo inconcluso entre nosotros. Porque tú sigues en mi corazón.

Altagracia suspiró antes de despedirse. Dios cómo esa situación, que ella misma crió la dejaba dividida y angustiada. Pero afuera estaba Daniel. Y él esperaba y se merecía una explicación.

***

Daniel regresó a la oficina con la misma expresión que salió de ahí. Altagracia jamás lo había visto así, era muy difícil para ella lidiar con un Daniel molesto con ella.

_ Sigue... – Pidió él secamente. – Me decías tus razones para que quieras casarte con Saúl. – Sus palabras eran de ironía.

_ Decidí casarme con Saúl para ganarme el afecto y el amor de mi hija. Lo pensé de todas las maneras posibles y esta es la más viable. – Insistió Altagracia.

_ Por favor, ¡no lo hagas, Altagracia! ¡No puedes hacerme eso! – Suplicó.

Esa actitud le dolió aún más en Altagracia porque sabía que lo estaba haciendo sufrir. Pero ya había empezado, necesitaba seguir.

_ Una vez te dije que haría lo que fuera, iría hasta las últimas consecuencias para recuperar a mi hija, a esto era a lo que me refería. No me importa utilizar los sentimientos de Saúl para que mi hija me pueda ver, aunque sea un poco, como su madre.

_ ¿A quién quieres engañar, Altagracia? ¿¡a ti misma!? – Él fue agresivo. – No quieres casarte con este hombre solo por tener de regreso a tu hija, eso es una excusa que estás utilizando, quieres casarte con Saúl porque lo amas. ¡Siempre lo has amado jamás lo olvidaste! ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo hablas de él?

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