9 - Conociendo a Isabela

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***

Cuando Altagracia escuchó el sonido del celular, sabía que era Regina. Estaba entrando a la casa.

_ ¿Cómo le haces para adivinar el momento en que llego a la casa para llamarme?

_ Altagracia, yo siempre sé la hora exacta para hacer cualquier cosa, ya deberías de saberlo. – Regina se presumió. –Dime, ¿cómo estas después de nuestro almuerzo? Me dijiste que te ibas a ver con Daniel, ¿cómo te fue?

_ Bien, él le hará una propuesta al desgraciado de Rafael. Con un poco de suerte después de una corta negociación seré la dueña de una parte del bufete de Saúl, me convertiré en su socia.

_Pero ¿estás segura que deseas hacer esto? Sigo pensando que no podrás salir intacta de esa historia, aun creo que es una locura.

_ Sí, tienes razón, y hoy he tenido una pequeña muestra. - Confesó Altagracia.

_ ¿De que hablas? – La extrema curiosidad era una característica más de Regina.

_ ¡No vas a creer cómo el destino fue generoso conmigo hoy! Precisamente conmigo. – Aunque dividida, Altagracia celebró.

_ Directo al grano, Altagracia sin suspenso. – Le pidió Regina.

_ Déjame decirte como se dieron las cosas, Regina, no seas tan apresurada. Saúl estuvo hoy en mi joyería. ¿Puedes creerlo?

_ ¿En tu joyería? ¡Dios mío! ¿Y que pasó? ¿Qué hacía él allí? ¿Cómo te sientes?

_ Estuvo raro. Conversamos sin animosidad, pero había algo entre nosotros. Bueno, en realidad pasan muchas cosas entre nosotros y me di cuenta que no todas él las conoce. O quizá quiera fingir desconocerlas, que es más probable.– Altagracia tenía muchas sospechas de Saúl.– Estuvo allí para comprar una joya para mi... Para Isabela que cumple dieciocho años los próximos días.

_ Aún queda una pregunta para que contestes.– Regina no se dio por satisfecha.

_ ¿De que hablas, Regina?– Trató de evadir el tema.

_ ¿Cómo te sentiste con el encuentro?

_ No te contesté porque no lo sé, Regina. Me sentí muy rara. Una parte de mí sentía felicidad, un cierto orgullo por estar otra vez frente a él y poder demostrarle mi triunfo. Le hablé acerca de la cárcel, de haber logrado demostrar mi inocencia. Me sentí feliz de decírselo y de tener, en este momento, todas las circunstancia a mi favor, ya que hace 20 años él no me creyó.

_ Así que sigues teniendo resentimiento hacia él.– Afirmó.

_ No sé qué pensar de él, Regina. Él me dejó en el momento que yo más necesitaba de su apoyo, no me creyó, se casó con otra y ahora tiene lo que más quiero. Tenías que ver cómo hablaba de ella y de la relación que tienen. Cómo le envidié. Cómo me causó coraje.

_ ¿Y ni siquiera eso te ha hecho pensar mejor lo que quieres hacer?

_ Sí, me hizo pensar y decidí que necesito acercarme a mi hija cuanto antes. Y si su relación con Saúl es tan buena como Daniel y él me han dicho, la única manera es estar lo más cerca posible de ellos. Comienzo por el bufete, pero debo convertirme en su madrastra. No voy a cambiar de idea Regina, ya estoy decidida.

_ Está bien, ya sé que no vas a cambiar de opinión. Sabes que te apoyo en lo absoluto aunque me preocupa la forma en que eso te pueda afectar. Yo te quiero, Altagracia y sé que eres la mujer más fuerte del mundo, pero eres humana y el amor es una debilidad y tú lo sabes aunque te niegues a aceptarlo.

_ Te lo agradezco por tu amistad y por tu apoyo. Te necesito como siempre. Te quiero mucho.

_ Y yo a ti. Sólo prométeme que tendrás cuidado. Cuídate de no salir muy lastimada en toda esta historia.– Regina trató de cuidar a su mejor amiga.

_ Te lo prometo!

Altagracia no tenía mucha seguridad en lo que decía. El hecho es que Saúl le afectaba. Pero su hija lo valía todo. Ya había llegado tan lejos y ahora la conocería. El día seguiente la vería.

***

Isabela y sus compañeros no entendían porque esta conferencia no había sido advertida con anticipación. Altagracia Sandoval era un nombre conocido en casi todo el mundo de aquél medio. A pesar de las sorpresa, Isabela no ocultaba el interés por conocerla.

_ Estoy ansiosa por escuchar la conferencia de la dueña de la joyería Sandoval, pero principalmente quiero tener la oportunidad de hablar con ella. – Isabela comentó con los compañeros. – Admiro mucho su biografía. Ella comenzó de la nada en la producción de productos de plata hace poco más de 15 años y su prestigio la llevó a ser la dueña de esa joyería tan respetada.

Muchos de sus compañeros compartían de la misma emoción, pero Isabela era, de lejos, la más emocionada.

Altagracia llegó temprano, apenas había podido dormir por la noche, tenía tantos sentimientos encontrados. El encuentro con Saúl, la expectativa de ver a su hija por primera vez, todo lo que esos cambios conllevaban... Ella sabía que en este momento no solo se reencontraba con su hija, si no, también con todo su pasado.

Cuando entró en el auditorio de la universidad comenzó a buscar a su hija con los ojos. La reconoció por las fotos que le dio Daniel, esteba en la tercera fila, muy cerca de ella. Era una joven muy hermosa y en el momento en el que se estableció el contacto visual, Isabela sintió algo, una sensación incómoda, inexplicable. Altagracia apenas podía contener la emoción con el encuentro de sus ojos, con el reencuentro de sus almas. Trataba de empezar la conferéncia, pero tenía mucho miedo de que sus emociones le delataram, que la velocidad de los latidos de su corazón pudieran ser perceptibles.

Le costó mucho trabajo hacer uso de su altocontrol, pero lo logró. Comenzó la conferencia hablando de lo importante que era trabajar con materiales nacionales, en como eso valoraba el esfuerzo de personas sencillas y que todos tenían la misma importancia en el proceso de producción de las joyas. Que ellas no nacian en el diseño, sino en la extración de los materiales que un día podrian convertirse en la joya más sofisticada. Que su trabajo era convertir lo bruto en lo sofisticado, pero sin olvidar que las matérias primas ya poseían esa sofisticación y los mejores joyeros eran las personas capaces de reconocerla en el material bruto. Isabela la escuchaba fascinada, más que todos los demás estudiantes. "Que mujer hermosa", pensó. "Es increíble." Altagracia trató de controlar la emoción de verla tan cerca. ¿Cómo resistirse al impulso de decirle toda la verdad ahora que tenía la oportunidad?

Cuando la conferencia terminó, Altagracia dijo que estaría abierta a hablar con cualquier estudiante que la buscase. Ella sabía que Isabela podría no querer hablar con ella, pero tenía otro plan en el caso que esto ocurriera. Afortunadamente, no fue necesario. Entre los estudiantes que se acercaron a Altagracia, estaba Isabela. Ella se acercó a la bella mujer y la saludó emocionada:

_ Señora Sandoval, es un placer conocerla. – Sonrió Isabela.

_ Gracias hija. – Altagracia dijo con emoción.

_ ¿Sabe usted que ha tenido una gran influencia en mi vida?

_ ¿En tu vida? – Altagracia no pudo contener su emoción - ¿De que manera?

Ella se sorprendió por esa frase y se quedó muy ansiosa por su respuesta. Quería detener el tiempo y a en el mismo instante regresarlo. ¿Cómo era posible? Y en ese momento, mirando los ojos de Isabela, Altagracia se dio cuenta que tenía que hacer todo por ganársela, quer era su deber luchar por esa joven que había traído al mundo. Finalmente tenía a su hija frente a ella.

***

Hoy serán dos capítulos. El segundo será al fin de la tarde.

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